FAHRENHEIT 451, de François Truffaut
Sección oficial del Festival de Venecia 1966. Nominada a 1 Premio Bafta
Reino Unido, 1966. Dirección: François Truffaut Guión: François Truffaut y Jean-Louis Richard, a partir de la novela homónima de Ray Bradbury Fotografía: Nicolas Roeg Música: Bernard Herrmann Reparto: Julie Christie, Oskar Werner, Cyril Cusack, Anton Diffring, Jeremy Spenser, Ann Bell, Alex Scott, Bee Duffell, Caroline Hunt, Anna Palk Género: Ciencia ficción Duración: 105 min. Tráiler: Link Elección de Ángel Pozo
¿De qué va?: Fahrenheit 451 es la temperatura en la que los libros empiezan a arder. Ese es el trabajo de Guy, un bombero que, por órdenes del gobierno, destruye todos los libros. Su trabajo y la relación con su esposa cambian el día que conoce a una vecina suya, una maestra que acaba de ser despedida.
CRÍTICA ISIDRO: Me pasa una cosa cuando veo una película de noche, o por las mañanas, o después de almorzar, y es que, aunque me pueda estar pareciendo la rehostia en vinagre, me voy a quedar sopa tarde o temprano. Para intentar que esto no afecte demasiado a la calidad del visionado, mi cuerpo ha desarrollado instintivamente una técnica infalible: cuando empiezan a entrecerrárseme los ojillos, automáticamente mi mano derecha se extiende hacia la barra espaciadora del pecé y pone en pausa la reproducción del vídeo. Y pum, caigo rendido. Con Fahrenheit 451 irremediablemente me ha pasado, por mucha distopía futurista moderna del "año la polca" que fuera. La gracia es que, cuando me he despertado a los 10 minutillos, la línea de diálogo congelada en los subtítulos encerraba toda la esencia de la película: “La vida no es como las novelas. Novelas y llanto, novelas y suicidio. Las novelas me dan asco”. A ver, cateta de la vida, está claro que tú solo has leído a Paulo Coelho. La distopía que nos propone Truffaut criminaliza la literatura y las humanidades mediante un régimen totalitario con un cuerpo de bomberos que se dedica a quemar los libros que se encuentre: donde no haya antena de tele, entramos con el soplete. No interesa la cultura para mantener a las masas aborregadas. Y en una España en la que cientos de telespectadores se quejan en internet porque se ha interrumpido la emisión de Mujeres y hombres y viceversa para realizar la cobertura informativa de un atentado terrorista, la película de Truffaut, aunque con toda su horteridad añeja, no puede estar más de actualidad. Pero la realidad supera a la ficción, porque al menos el programa favorito de la Julie Christie es una especie de culebrón a lo Dora la exploradora que te pregunta tu opinión, y joder, eso hasta mola. Muy interesante. ★★★½
CRÍTICA KOSTI: Ciencia ficción no tan alejada de la realidad que asusta con sólo echarle un vistazo. Su prólogo ya es toda una declaración de intenciones, y Truffaut, adaptando la novela de Ray Bradbury, no tarda en decirnos los peligros y la osadía de la ignorancia. Una fantasía de terror protagonizada por un peculiar bombero cuya labor ya no es la tradicional extinción de incendios, sino la de acabar con la cultura de la lectura, la de quemar toda obra literaria clandestina que se incaute en los futuristas hogares de los ciudadanos.
Fahrenheit 451 es una oda a la cultura, un canto a la curiosidad literaria, al despertar intelectual y una clara llamada de atención a una sociedad que, allá por los años 50 no era tan patente, en los 60 ya se iniciaba, y que ahora no cabe duda lo embebida y alienada que se encuentra. La imaginación ha desaparecido, y la comodidad y la solución rápida y fácil se impone. Los libros van siendo relegados por televisores y demás aparatos tecnológicos, y aquí debemos hacer todos un análisis introspectivo. Truffaut adapta y retrata muy bien esta sociedad distópica, pero deja un mensaje claro: Nunca es tarde.
Lo mejor de esta película que es que el absurdo se vuelve la norma, y lo que a primeros ojos sería lo lógico o “normal”, no lo es. La historia además se disfraza de ramera de Babilonia, con llamativos colores y una fotografía clara y deslumbrante, la misma que presta su atención en las dolorosas llamas que dejan ese rastro grisáceo que nadie se para a remediar, sólo un pequeño reducto, escondido, clandestino y alejado del mundanal ruido de la suciedad. Un trabajo más que aceptable que nos permite recapacitar sobre el camino que queremos seguir y el que más nos conviene. ★★★½
CRÍTICA RONNIE: Fahrenheit 451, del autor Ray Bradbury, es uno de los grandes clásicos de la ciencia ficción universal, relatando un sombrío y horroroso futuro. La historia se ambienta en una sociedad ulterior donde los libros son prohibidos por un gobierno totalitario que los considera peligrosos para la ciudadanía. La metáfora del agente perteneciente a la justicia que cuestiona la normatividad incongruente del gobierno es entre esperanzador y alentador, dicho acto no pierde validez al pasar el tiempo por la actualidad de su razonamiento, el sistema es solo un procedimiento con preceptos y patrones de conducta establecidos por altos mandos que tiene a bien la peculiaridad de ser reprobable por el pueblo subyugado; por eso el personaje de Guy Montag se convierte en representación de ese pueblo sin voz. En el sentido cinematográfico, lo conseguido por Truffaut tiene una estética futurista, probablemente efectiva para la época en la que se estreno el film, y hoy en día, una vez llegados al “futuro” de la película, el diseño de producción resulta un poco "setentero" (esa fue la visión del momento, y es justo el diseño de arte el elemento más juiciosamente destacable del trabajo del realizador). La fotografía con las tonalidades y fondos de color rojo es un trabajo finísimo que resalta la propia obra de Bradbury. Por su parte, François Truffaut y Jean-Louis Richard realizan una decorosa adaptación al texto original del escritor. Si leíste el libro, la película no te la debes perder; y si no has leído el libro, ¿a qué esperas? ★★★★
CRÍTICA XAVIER: Truffaut firmó una rareza cinematográfica con ecos hitchcockianos y reminiscencias fantásticas en Fahrenheit 451, una de las obras más controvertidas, irregulares y a pesar de todo interesantes de su carrera. A partir de la novela de Ray Bradbury, el genio francés teje una distopía que discute sobre el poder castrador de la censura, y lo hace con un delicioso envoltorio retro y una trama que, en pleno 2016, se intuye de gran actualidad, incluso profética. Virtudes aparte, hay que reconocer que Truffaut se mueve más cómodo en el terreno de la alegoría filosófica que en el thriller de tintes futuristas, y eso hace que Fahrenheit 451 sea una película más intelectual que rítmica. A Truffaut le falta músculo y le sobran ideas, como si quisiera culminar en incendio y apenas consiguiera prender llama. Esa descompensación es, con todo, parte de su encanto: de ahí que 50 años después de su estreno siga resultando una película provocativa, digna de figurar en la guía de visionados obligados de cualquier universidad, filmoteca o cineclub que se precie. ★★★½
CRÍTICA ALBERTO: Cuando uno apela a movimientos como la Nouvelle Vague, parece definir un ejercicio cerrado por unos patrones determinantes. La condición de cine de autor y sobre todo en nuestros días ha variado mucho, y más dentro de la esfera industrial norteamericana. Directores que con discursos propios y a veces inaccesibles han sucumbido a los encantos de Hollywood, con films ciertamente mucho más convencionales, o al menos en apariencia. La película que nos atañe se encuadra dentro de este discurso, ya que un realizador tan admirable como Truffaut, creador de obras maestras y renovador del Séptimo Arte, deriva aquí en un ejercicio que con ciertas peculiaridades podría encuadrarse dentro de un marco más masivo. Atender a las posturas del cine norteamericano no tiene por qué ser una decisión errónea en pro de un discurso empobrecido, pero sí es cierto, y un caso claro lo vemos en esta película, que la libertad de muchas ópticas se merma al intentar cumplir un sistema normativo. Con ello, Fahrenheit 451 navega de forma notable en la magia de una ciencia-ficción insólita, con claves únicas dentro de este género, que a veces parece tan limitado, y perfila una historia de interesantes repercusiones. Mención aparte merece el inspirado reparto,
destacando una Julie Christie que brilla con luz propia en esta película que aprovecha todas sus posibilidades expresivas, pero que se queda corta al contemplar la estela de quien la mira. ★★★½
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