domingo, 31 de enero de 2010

LA PELÍCULA DE LA DÉCADA XXXIV

ANTICHRIST, de Lars Von Trier 21/08/09

Aún no nos hemos recuperado del impacto que supone ver y recordar esta película tan enigmática y turbadora. Escándalo en la Croissette, la película caldeó un agosto ya de por sí caliente. Gainsbourg, colosal madre y diablo, en una metáfora inexplicable e indiscriptible. El cartel de la derecha lo dice todo: cine extremo, no convencional, en carne viva. ¿La mejor película del año o una sandez de cuidado?












DÉJAME ENTRAR, de Tomas Alfredson 17/04/09

Blogger Award a la mejor película y medalla de bronce en el Cineranking, muestras más que suficientes para comprobar el apoyo y cariño que esta comunidad bloggera siente hacia la original película de Alfredson. Reinvención fría y necesaria del cine fantástico. Que sigan los aplausos. La escena de la piscina, inolvidable. ¿Victoria segura?













EL VUELO DEL GLOBO ROJO, de Hou Hsiao Hsien 17/04/09

Se estrenó con escandaloso retraso, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Cuento inspirado e inspirador sobre el arte y sus participantes: una titiritera en crisis, una niñera amante del cine y un niño que pasea por París espiando un simbólico globo rojo. Cine poético, pausado; aéreo, que no volátil. Un viaje excelente que consiguió un séptimo puesto en nuestro Cineranking.











LOS MUNDOS DE CORALINE, de Henry Selick 05/06/09

La cinta animada con más nominaciones en los Annie Award y paso firme hacia el Oscar. Duodécimo puesto en el Cineranking, críticas entusiastas y una de las primeras películas en acoger las formas del 3D. Dos mundos, una loable película. Título de culto.















PARÍS PARÍS (FAUBOURG 36), de Christophe Barratier 08/04/09

Tras Los chicos del coro, Barratier se vistió de gala y nos invitó a un cabaret extravagante, de aroma francés y ritmo dulzón. Bienintencionada, familiar y alegre narración que nos devuelve el mejor cine galo. Un homenaje al París de antaño por el que este blog siente especial simpatía. Chansonia forever!











PONYO EN EL ACANTILADO, de Hayao Miyasaki 24/04/09

Miyasaki visitaba el fondo marino y reconquistaba nuestros corazones con una épica y lírica aventura de ecologismo, respeto a los mayores, supervivencia y amistad. Puesto número 9 en el cineranking para una película que recuperaremos como clásico indiscutible.











STILL WALKING (ARUITEMO, ARUITEMO), de Hirokazu Kore-eda 06/06/09

Elegía familiar con excelentes diálogos y rica comida. Cómo olvidar esa anciana que sigue el vuelo de una mariposa pensando que ésta es el espíritu de su hijo difunto. Kore-eda volvió a estar entre los grandes. No ganó en San Sebastián pero, tras ocupar el décimocuatro lugar del cineranking, pide votos. ¿Aún caminan al son de la película?










TRES DIES AMB LA FAMILIA, de Mar Coll 26/06/09

No abandonamos las familias porque 2009 nos regaló numerosos relatos sobre padres, hijos, nietos y conflictos. Para excelente y conflictiva, esta película, una joya que merece mucha más atención de la que tuvo en su día. A reivindicar. Ojalá conquiste los dos Goyas a los que aspira.












TRES MONOS, de Nuri Bilge Ceylan 19/06/09

Una de las películas turcas más vistas y conocidas de los últimos años. Experimento sucio y crudo, la crónica de una familia desestructurada carcomida por la apatía, el dinero y todo tipo de carencias. Entusiasma a muchos bloggeros y viene pisando fuerte.












UN CUENTO DE NAVIDAD, de Arnaud Desplechin 27/03/09

Suma y sigue en terreno familiar, también espinoso, aquí sublime. Con una de las estructuras narrativas más impactantes del año, con unos actores perfectos y desquiciados, con un guión doliente y afilado, con el aplomo de un director casi perfecto... Un cuento de navidad ocupa el quinto lugar del cineranking y quiere tener su sitio en la final. Por mí, adelante.









Hasta la semana que viene no podremos comentar resultados definitivos de la anterior encuesta. Destacar que hay un empate para la tercera plaza, algo que pone la cosa al rojo vivo. Si la anterior encuesta tenía una fuerte característica Oscar, la que ahora nos ocupa reúne lo mejor del reciente cine europeo y asiático. ¡A votar!

sábado, 30 de enero de 2010

NO ES TAN FÁCIL (IT'S COMPLICATED) 4'5 / 10

Por fortuna, es muy fácil ver a Meryl Streep en la gran pantalla. Este año, la sesentona más joven y admirada del planeta nos ha regalado dos películas desenfadas, comedias amables que la encumbran como la actriz del momento. Lástima que, como ocurre aquí, el único reclamo comercial y el único interés esté en ver, rever y aplaudir otra vez las artes del icono Streep. Nancy Meyer es una especialista en comedias de tono amoroso, una faceta que desarrolla con bastante solvencia (pero no es una profesional: lo suyo es la producción en cadena; la cantidad, no la calidad). Ese oficio justifica la elegancia (inconsistente, pero nunca burda) del guión de No es tan fácil, pero no salva sus lagunas, sus escasos momentos de interés, sus manidos lugares comunes que culminan en un final demasiado blando, excesivamente abierto. Menos brillante que la reciente Cuando menos te lo esperas, la película llega a enervar en sus momentos más dulzones y, salvando el solvente triángulo Streep-Martin-Baldwin, el resto de personajes desfilan como secundarios insulsos, meros bufones de una película carente de comicidad (el caso más flagrante, evidente y molesto es el del personaje de John Krasinski). Si a ello le sumamos que No es tan fácil respira cine de tardes domingueras, de retórica femenina (y feminista) y poca sustancia, el resultado es un desatinado cuento que, ¡oh my god!, ha recibido el beneplácito de los Globos de oro. Ahora, siguiendo el abanico de chistes a los que se presta el título del film, lo verdaderamente difícil será ganar algún premio. Nos quedamos con Julie & Julia, sin duda alguna.



Nuestra querida Meryl no abandona los fogones y ella es el ingrediente que da gusto a indigestos potajes. Es increíble la taquilla y la fuerza de la actriz, persona que, en su última etapa profesional, está viviendo una segunda juventud inusitada. Streep debería ganar el Oscar, más por el tiempo que lleva nominada que por la calidad de sus propuestas. Streep reclama su sitio como artista, empresaria y directora de un emporio edificado sobre melodramas, comedias amables y algunos títulos maestros (desde su pequeña intervención en Manhattan hasta la bohemia de Adaptation). Ello sí que no es fácil: ojalá se valore la veteranía, el saber estar, la capacidad de renovación de uno de los rostros más importantes de la historia del cine. No es tan fácil es uno de sus productos más deslucidos, pero la memoria se impone y la película invoca los relatos pasados de la actriz, su fama, su estilo. Pasatiempo navideño, tramas de usar y tirar.

jueves, 28 de enero de 2010

Crítica de UP IN THE AIR

Up in the air es una película moderna. No es una comedia, tampoco un drama, aún menos un thriller, aunque incluso podría entenderse como una cinta de terror contemporáneo en el que el mal se viste de despidos laborales, soledades sin casa y vuelos nacionales. Reitman, consciente que su criatura entronca con la crisis del ahora, dibuja, paradójicamente, una historia de planteamiento clásico en el que todo se sustenta sobre unos diálogos chispeantes y unos actores de excelente sobriedad: desde Clooney, dandi irredempto, hasta Kendrick, lo mejor de la cinta y el gran descubrimiento del año. Es un lujazo oír los diálogos, la música perfectamente seleccionada y la mezcla de tonos que coleccionan los cien minutos de este título que gustará a todos por su loable equilibrio: hay comedia, pero la justa y necesaria; hay drama social, más simbólico que hiriente. Al final, aplaudimos con entusiasmo las directrices de una película que cuestiona el mundo laboral, relativiza las relaciones personales, ataca el sueño americano y regala a los espectadores una sensación más que agradable. Se olvidan, por fortuna, las contradicciones ideológicas de Gracias por fumar y el descaro juvenil de Juno a favor de una fábula más madura y eficaz, ahora favorita en todas las quinielas para los Oscar. No obedece el prototipo de título oscarizable, algo que no será un impedimento para que, haciendo honor a su título, la película suba y suba para ocupar un lugar de honor en la comedia de sonrisas inteligentes. ¿Acaso Clooney no recuerda a los protagonistas de, por ejemplo, Billy Wilder? Sea como sea, su mochila ya es inmortal.




Destinado a revitalizar el cine indie, Reitman peca de heterogeneizar en demasía la historia, algo que puede labrarle algún malestar. Sin ser descompensada, se prefiere y se disfruta mucho más el primer tramo del viaje, más ácido, que su resolución, dominada por una dulzura demasiado reconocible. El avión equilibra estas dos alas, posibilidades de una película con múltiples capas, temas y sugerencias, gracias a unos personajes atractivos, bien escritos, tratados con mimo e interpretados con destacado atino. Este blog se declara fan fanísimo de Anna Kendrick, o lo que es lo mismo, una recién licenciada con honores que domina la teoría pero no la práctica, que se percatará de la utopía de todos sus sueños y que, de forma triste y simbólica, acabará formando parte del despiadado juego al ejecutar despidos y al despedirse ella misma. Kendrick resuelve su tarea con gracia evitando clichés, tics ni caricaturas. Veracidad y mucho arte: esta es la consigna de la futura ganadora del Oscar al mejor guión adaptado. Nunca Farmiga había estado tan atractiva, y Clooney consigue de forma definitiva pasar a la historia del cine (debe tenerse en cuenta que su personaje, como el de Michael Clayton, representan parte de lo peor de nuestra sociedad). No es una obra maestra, sí la mejor de su director. Un notable más que justo, casi excelente.



Nota: 9

miércoles, 27 de enero de 2010

QUERIDO ESPECTADOR: SEA CÍVICO, POR FAVOR

¿Cuántas veces han tardado en ver una película infantil en los cines porque temían los alaridos, saltitos y jaleo general que provocan los niños dentro de la sala? ¿Cuántas veces han asistido a la proyección de una película mientras el espectador de al lado comenta sin tapujos todo lo que está viendo? ¿Alguien ha oído ronquidos, visto lluvias de palomitas desde las filas más elevadas o sufrido algún politono de un móvil maleducado? Si han respondido que 'sí' a algunos de estos ejemplos conocerán de primera mano la falta de civismo que existe en las salas de cine. La gente mayor no va al cine porque, según muchos, 'el sonido está demasiado fuerte', 'la calefacción está demasiado alta' o 'las películas de ahora no son como las de antes'. Hay otro factor decisivo: la gente. Dos son multitud y las salas de cine albergan centenares de cabezas: menudo caos. La guerra empieza en la cola: caras nerviosas, algunos codazos y tramposos que se cuelan. Adquirir la comida puede ser un deporte de sumo riesgo: demasiados menús a elegir, infinidad de tamaños y productos, una ingente cantidad de impacientes que quieren muchas cosas al momento, sin esperas ni excepciones. Y dentro de la sala, la bomba explota: risas exageradas, gente que reposa sus pies en los asientos de otros y públicos desatados. La verdadera película transcurre, en ocasiones, en la propia sala. Lástima que las anécdotas contemplen historias de todos los palos: comedia, drama, thriller, incluso terror. Dios bendiga a los cinéfilos.


Me he percatado que tengo pereza a la hora de ver ciertas películas. Me cuesta ver Avatar, pero corro en seguida para conocer lo nuevo de Haneke. He llegado a la conclusión que el problema es la gente. Además, las películas más solicitadas (y con las sesiones más frecuentadas) son las que más fácilmente pueden adquirirse en internet. ¿Para qué ver Resacón en Las Vegas en el cine si puedo evitarme el trago y ver la cinta en casa, con suerte en su versión original? De no ser fructífera la experiencia, al menos habremos ahorrado dinero y aprendido un poco de inglés. El creador de historias no cuenta con los factores extracinematográficos que acontecen en las salas de cine de medio mundo; tampoco debería preocuparse por ello el cinéfilo que de verdad presta atención a la pantalla. De la misma forma que se prohibe fumar o consumir productos que no sean del cine en cuestión, los acomodadores, figura sin autoridad y en desuso, deberían velar por el silencio, el respeto y la convivencia en la sala. O mejor aún: se necesitan cursos en los que la gente aprenda a ver cine sin molestar a sus compañeros. Que haya limpiadores no implica que debamos dejar los botes vacíos de palomitas y coca-cola en el suelo, aunque la falta de civismo no conoce límites. Se quejan los espectadores de la segunda sesión porque la sala está sucia (los espectadores de la primera sesión dejaron su huella), pero después serán ellos los que ensuciarán más un espacio que debería ser sagrado y público (la basura de la segunda función se suma a la fiesta para los visitantes de la tercera sesión). ¡Querido espectador: sea cívico, por favor!

martes, 26 de enero de 2010

Crítica de LA CINTA BLANCA (THE WHITE RIBBON)

Con La cinta blanca, el cine de Michael Haneke conquista una nueva cúspide. Dreyer, Bergman y el Haneke perturbador de siempre se reunen en un título tan atemporal como escalofriante, una película que cautiva y agobia durante dos horas y veinticinco minutos de auténtica emoción. Las imágenes de este milagro en equilibrio, de este clásico instantáneo, tienen la fuerza de lo pictórico: todo, fondo y forma, obedece a una coreografía malvada, estudiada y calibrada al milímetro. El puntillismo de Haneke se muestra aquí en todo su esplendor: cámara fija, pequeños travellings, un color negro purísimo que se oscurece por la noche y se llena de matices grises y blancos cuando la mañana llega a la aldea protagonista. Apabulla la estructura de un guión que nos envuelve, asquea y entusiasma, base capital de un relato que, cuando parece dispersarse o caer víctima de cierta rigidez formal, nos sacude con nuevas revelaciones, nuevos y más estimulantes matices, más armas de debate y relectura. La cinta blanca es cine y el cine será ahora La cinta blanca: no hay duda que será un placer contar con ella para próximas revisiones. No puede presentarse ningún pero: no sólo es una de las mejores películas de la década que ahora acaba, sino un título atemporal, una película que basará la mirada de nuevos artistas y que será estudiada con delectación por todos los colectivos que presuman de cinefilia. Haneke toca el cielo, aunque en ocasiones parezca aliarse con el mismísimo demonio. Pocas veces saldrán del cine tan tocados y perdidos, cansados a la par que extasiados, enamorados y horrorizados a partes iguales. Un auténtico escalofrío.


La cinta blanca es la trágica crónica de una aldea protestante en la Alemania del S.XX, un año antes del inicio de la Primera Guerra Mundial. Haneke, que siempre ha recurrido a un presente latente aunque impreciso, mira por primera vez hacia un momento clave de la historia. La estrategia es de por sí inusual: donde otros narran contiendas o historias de soldados, artefactos y artificios, Haneke se siente atraído por la falsa calma que precede a la furia de la guerra y sus motivaciones tienen un calado mayor. Aquí no se narra un drama político, sinó la maldad humana que será capaz de destruir casi todo en una centuria espeluznante. Debemos remitirnos al pasado porque, si los hijos de la generación que retrata La cinta blanca fueron oficiales nazis, debemos pensar que esos padres fueron en su día hijos y que los nietos de éstos también crearon descendencia. Al final, La cinta blanca es la historia de toda la humanidad, y su pueblo, una endiablada metáfora de todos los pueblos que nos rodean (algo similar sucedía en Dogville, otra pieza capital del nuevo y más lúcido cine europeo). Y como la cadena de herencias y parentescos no termina, todos los personajes de la cinta devienen verdugos y víctimas, lisiados e irados peones de una partida con múltiples crímenes y asesinos. Nosotros, por lo tanto, también somos culpables, el último peldaño de esa familia de diablos; y el plano final, igual que esa simbólica escena de Caché, lo corrobora: el espectador preside la misa, se siente observado por la multitud y revisa el lento fundido a negro que nos vuelve a dejar con el enigma en el aire.


Para los que escriban que La cinta blanca es la película más desangelada de Haneke deberían revisar las directrices del relato. Se agradece que, por primera vez, Haneke inserte personajes en los que apoyarse entre tanta mugre. El caso más evidente es el del maestro, que aquí funciona también como narrador de todo lo sucedido. De hecho, la voz omnisciente nos hace partícipes de su historia porque se vé en la obligación moral de contar lo sucedido, aunque nunca llegara a atisbar la verdad. El cine de Haneke plantea problemas y propone múltiples vías de debate, nunca soluciones. Cómo no pensar en La cinta blanca como un cuento oscuro, la evocación de un pasado no tan lejano que sigue conmoviendo a los implicados noventa años después. Y, como no podía ser de otra manera, todo aparece según los recuerdos de ese maestro que, al ser el único personaje enamorado y soñador, se distancia de las gentes del pueblo y puede juzgarlas con mayor objetividad. Su condición de foráneo es clave y Haneke, en el que podría ser su alter ego, recompensa el personaje: él saldrá sano y salvo de esa atmósfera de odios y venganzas, eso mismo que critica la baronesa a su altivo marido. Con él, observamos las rutinas de la aldea y las vidas de todos sus seres, con especial dedicación para el administrador, el médico, el pastor y el barón, sin olvidar su incontable nómina de hijos y familiares. Haneke focaliza su ojo perverso en esos pequeños gestos casi rituales: cómo el niño va a buscar la bara que después usará su padre para pegarle; cómo los hijos harán cola para besar la mano de sus primogénitos; cómo, tras la muerte del payés, se apilona el séquito fúnebre y se intuyen rencillas entre hermanos y vecinos. Todo obtiene el poder de lo simbólico: la reacción de Marvin puede llevarnos a intuir castigos de naturaleza religiosa por parte de los más pequeños; y, por ejemplo, la escena en que los hijos del administrador roban la flauta de Sigrid y lanzan el pequeño a un estanque resume de forma maestra la lucha de clases, las trágicas pullas entre aquél que tiene y aquéllos que no tienen, pero quieren tener... y a cualquier precio. ¿Inocencia o mero egoísmo? Momentos, en definitiva, que perpetuan su poder al no perder vigencia; nada, por lo tanto, diferente a lo visto en El vídeo de Benny, Funny Games o La pianista.


Si las imágenes tienen el poder de un cuadro renacentista, las formas de esta aldea son dignas del peor medievo. Machismo y maltrato se agolpan para demostrarnos que no hemos avanzado tanto. La autoridad de la figura paterna, a la que se trata de usted; el intocable poder del barón, azote y a su vez motor de la vida social y económica del pueblo; la mujer, siempre relegada a un segundo plano y víctima de contínuos reproches... La cinta blanca, que atesora algunos de los diálogos más punzantes del momento, habla sobre todo de la educación, de lo difícil que es enseñar y de lo peligroso que puede resultar adoctrinar con falsas consignas. Las caras de esos soberbios pequeños, excelentes actores, tienen cierta belleza y también un tono elegíaco y despiadado. Nadie es tan malo ni nadie es tan bueno por mucho que se remita a un diós todopoderoso que no hace acto de presencia en ningún momento. La guerra venidera es la muestra definitiva que el hombre, durante siglos pasados, abrazó a Diós como figura todopoderosa y dictatorial, pero no como elemento de enseñanza, moralidad y vida austera; la religión se ha corrompido, pudre a quienes la pregonan y deja de tener sentido. Podemos imaginar una venganza por parte de los más pequeños, algo que nos ha llevado a la actualidad. Pero, como nos dice Caché, el sistema educativo actual tampoco es paradigma de nada. La cinta blanca no es una cinta anticlerical ni reaccionaria: juega con elementos muy reconocibles y los relativiza al máximo para que el espectador pueda debatir sobre ellos, incluso cuestionarlos. He aquí la grandeza del conjunto y el principal valor de toda la filmografía de Haneke.



Podrían tratarse los símbolos (la cinta blanca del título, el pájaro enjaulado) o podría estudiarse todos los personajes por separado, seres que ya hemos integrado como miembros de nuestra familia cinematográfica más cruel y querida. Eso lo dejamos para próximas revisiones. De momento, nos quedamos con la incertidumbre de saber qué camino tomará el cine de Haneke ahora que ha conquistado la excelencia a nivel de fotografía, montaje, guión y dirección de actores. Sin duda, será un placer ver y rever las obras de un autor que ya merece un lugar entre los grandes. La cinta blanca juega en otra división y demuestra que el cine puede ofrecernos emociones en carne viva sin necesidad de 3D ni gafas dignas del parque de atracciones más deleznable. El futuro del cine está aquí, en el pasado, sabiendo lo que fuimos, siendo conscientes de lo que somos y vaticinando lo que seremos. La mejor película del 2010 ya está en las salas. Disfrútenla.


Nota: 10

lunes, 25 de enero de 2010

LA PELÍCULA DE LA DÉCADA XXXIII

BIENVENIDOS AL NORTE, de Danny Boon 09/01/09

El espíritu ch'ti se contagia. Tras arrasar en Francia, llegó a principios de año esta comedia amable, muy bien interpretada y siempre divertida. Un guión sólido, la cinta gala más popular tras La cena de los idiotas y Amelie. Bienvenidos y buenhallados: les deseamos mucha suerte.














EL DESAFÍO: FROST CONTRA NIXON, de Ron Howard 06/02/09

Sin duda, el duelo interpretativo masculino más notable del año, y todo por gracia y obra de unos terremotos con rostro de Langella y Sheen. Howard conseguía su mejor película, el éxito se cristalizó en cinco nominaciones a los Oscar y la batalla, épica e impecable, aún azota y encanta. Película que envejecerá muy bien, seguramente como clásico indiscutible.












GRAN TORINO, de Clint Eastwood 06/03/09

Y si hablamos de clásicos vivos, citar el nombre de Eastwood es inevitable. El viejo cowboy, reconvertido en excelente director, entregaba una obra llena de autoreferencias y buenos momentos. Final sorpresa y excelente taquilla para una película que, pese a ser menor, sigue siendo, a su manera, muy grande. Puesto número 10 en el Cineranking.













LA DUDA (DOUBT), de John Patrick Shanley 30/01/09

Esta duda sigue sacudiendo nuestras almas y cerebros. Es increible, casi milagroso, lo que consigue esta rotunda, inquietante y excelente película, una potente metáfora de la Norteamérica de los 60 (y de ahora), un aquelarre de actores en estado de gracia, una parábola perturbadora irrepetible. Su palmarés apabulla y ahora puede ampliarse.













LA TETA ASUSTADA, de Claudia Llosa 13/02/09

No se asustó el jurado del Festival de Berlín y premió esta excelente película que ahora batalla por el Oscar. Solier, rostro revelación del año, daba forma a este relato sobre las víctimas de Sendero Luminoso y otras tantas injusticias, siempre de forma lírica, silente y doliente. Puesto número 11 en el Cineranking. Ahora, los asustados son sus competidores.













LOS ABRAZOS ROTOS, de Pedro Almodóvar 18/03/09

Nuestra Academia la sitúa lejos de los sitios de honor, no así el resto del mundo: aplausos en Cannes y Nueva York, sin olvidar premios a tutiplén por todo el planeta. Rotos y muy vivos, unos abrazos cinéfilos, estremecedores. Gran reparto, excelente guión, música brillante, fotografía perfecta. Este blog siente devoción por Almodóvar y le deseamos mucha suerte.













MI NOMBRE ES HARVEY MILK, de Gus Van Sant 09/01/09

Penn volvía a ganar la estatuilla por interpretar el activista gay por excelencia. Un reparto de lujo para una cinta que retiene la esencia del cine de Van Sant, tanto en su corriente más academicista como en su lado más experimental. Paranoid Park no ha sido seleccionada y el norteamericano se la juega a una baza si quiere tener un título suyo en la final. Veremos.












REVOLUTIONARY ROAD, de Sam Mendes 23/01/09

Otro duelo, esta vez interpretado por los actores de la mítica Titanic. DiCaprio y Winslet en carne viva. Infravalorada por muchos, ocupó un injusto papel secundario en la pasada ceremonia de los Oscar. Cuenta con el apoyo de muchos bloggeros y ahora podría dar el campanazo. Un lugar donde quedarse no ha sido seleccionada y Mendes, como Van Sant, se la juega.












SLUMDOG MILLIONAIRE ¿QUIÉN QUIERE SER MILLONARIO?, de Danny Boyle 13/02/09

A favor: sus ocho Oscar, su Cineranking Oscar Award, su enorme popularidad y sus confesos y numerosos fans entre la comunidad bloggera. En contra: ser una apología de la pobreza, una trama efectista, tener una visión turística modernilla pero falsa, la sensación de que este perro callejero está sobrevalorado en exceso. ¿De qué lado caerá el Cineranking?












THE READER (EL LECTOR), de Stephen Daldry 13/02/09

Por fin pudimos ver a Winslet con su merecido Oscar tras tantos intentos frustrados. Lo confesamos: si este blog hubiera votado en los Oscar, The reader sería a día de hoy la mejor película. Sentido y sensibilidad para la enésima joya de Daldry. Algunas de sus escenas ya son inolvidables. Para leer, ver, rever y disfrutar.










Empieza la recta final de La película de la década con las primeras seleccionadas del 2009. Como son títulos recientes, he obviado la lista de descartes (el más destacado es, sin duda, El curioso case de Benjamin Button).
Poco más a añadir: tenemos cuatro nominadas al Oscar y películas de excelente calidad. Empezad a decidir cuál es la mejor película del 2009. Saludos.

domingo, 24 de enero de 2010

ANÁLISIS: PALMARÉS DE LOS SAG

Otro día dispuestos a trasnochar para ver los SAG, un evento menos vistoso que los Globos o los Oscar, pero lleno de encanto. En la alfombra roja, todos citaban el valor simbólico del premio, o lo que es lo mismo, actores premiando a actores, sabiendo que éstos serán los encargados de decidir los cinco candidatos al Oscar en el apartado de interpretación. No ha habido sobresaltos: la gala ha durado dos horas y cinco minutos extra, y no ha habido demasiadas sorpresas.
Bridges, Mo'nique, Bullock y Waltz repiten premio seis días después de abrazar el Globo de oro. Ello los convierte automáticamente en favoritos para el Oscar, pero deben hacerse distinciones. En el caso de Waltz y Mo'nique, papeles secundarios, la estatuilla es segura. Bullock logra los dos premios más importantes, aunque no goza del apoyo de los Sindicatos. Streep no podía ganar ni el SAG ni el Globo, básicamente porque ya lo había hecho el año pasado por La duda. Si en ese caso la actriz no ganó el Oscar, este año puede suceder el fenómeno contrario: que la Academia piense en remunerar a Streep tras tanto tiempo aprovechando la condición de 'novata' de Mulligan (algo similar ocurrió con la actriz de Juno) y el status de 'actriz de comedia' de Bullock (algo similar ocurrió con Murphy en Dreamgirls), aun sin tener los otros premios gordos. No debe interpretarse el no premio de Streep como una derrota: los mismos actores que votan en los SAG admiran a Streep y saben que necesita un Oscar más, no un nuevo Screen Actors Guild. Aún hay emoción, en definitiva.


Más cerrada parece la lucha a mejor actor. Tras ver Up in the air, no hay duda que Clooney logra un papel sobrio y convincente, aunque demasiado austero y exempto de dramatismo. El drama academicista lo representa Bridges, otro actor querido que recibirá su primer Oscar en cuestión de semanas. Vaticinamos un duelo similar en los Oscar, lo mismo que ocurrió el año pasado, aunque en esa ocasión el Globo fue para Rourke y el SAG para Penn.
Precious vuelve a recibir las ovaciones más acaloradas. Quiero ver de inmediato la película para saber el por qué de tanto revuelo. Mientras, Mo'nique se convierte en experta creadora de discursos lacrimógenos, consciente que su subida al escenario es, en todas las veladas, un hecho seguro. Lee Daniels, que recuperó la misma cara hierática de los Globos, logrará nominación a mejor director, algo que ratifica su presencia en los DGA y el apoyo de sus compañeros. Tanto laurel no parece afectar a Sidibe, segura nominada al Oscar que ve esfumarse la posibilidad de estrenar su palmarés. Sidibe es la carta sorpresa y aún no se descarta que la Academia la premie. La esperanza es lo último que se pierde...



El premio al reparto de Malditos Bastardos era un rumor a voces que los admiradores del film (quien escribe es uno de ellos) aplauden. Eli Roth ha destacado en su discurso la tarea y el apoyo de Tarantino: 'hace un año estábamos en Berlín leyendo el guión... él consigue sacarnos lo mejor de nosotros', dijo en el momento final de más euforia. Malditos Bastardos tiene seguras varias nominaciones a los Oscar: Film, director, actor secundario, guión original, fotografía y dirección artística a la cabeza. El apoyo de los actores a Malditos Bastardos podría vaticinar la nominación de una actriz de la película, aprovechando que la categoría a actriz secundaria sigue abierta ante las dubitativas Penélope Cruz y Julianne Moore. Diane Kruger sería la gran beneficiada, aunque la división de votos con Laurent podría ser fatal. En ese aspecto, la emoción continua. O quizás no ocurra nada: Slumdog Millionaire fue laureada como mejor reparto y ningún actor estuvo nominado al Oscar.



Hablábamos de Pe. Nine recibe otra bofetada, un duro trance que la deja fuera de la carrera. Cruz cae muy bien entre los actores y ese es su gran valor a la hora de unz posible y consecutiva nominación al Oscar. Una película de estas características difícilmente abandonará el trono y Hollywood tiene dos opciones: o nominar a Penélope o, aprovechando el margen más amplio de la categoría reina, nominar a Nine como mejor película. A día de hoy, conseguir las dos cosas parece difícil. Veremos... (de nuevo, un motivo para avivar nuestra emoción).


The hurt locker y Up in the air se van de vacío. La película de Reitman tiene el comodín en la categoría de mejor guión original, pero The hurt locker no cuenta con ningún valor seguro. Renner merece la nominación, pero tambalea. Y si los Oscar deciden aplaudir la obesa Avatar, Bigelow se quedaría sin Oscar a mejor director. La película ha ganado demasiados premios como para eliminarla de nuestras quinielas. Además, ya es hora de destacar que The hurt locker es, quizás, la mejor película de estos Oscar con permiso de Malditos Bastardos. Los DGA de mañana nos avisarán si Bigelow puede o no imponerse a su ex-marido.



En el apartado de series, se repiten los mismos nombres a excepción de Tina Fey (el globo fue para Toni Colette). Ahora sí, hay mucho interés por ver Grey Gardens, The good wife y Taking Chance. Michael C. Hall gana por primera vez y en un mismo año el SAG y el Globo, algo extraño teniendo en cuenta que el show ya lleva cuatro temporadas y que Hall ya había estado nominado. No queremos ser mal pensados, pero la noticia del cáncer de Hall puede que haya enternecido el corazón de los votantes, ayudados en el hecho que esta cuarta temporada de Dexter ha gustado a todos mucho más que las anteriores. Sea como sea, se lo merece.



De curiosidades, pocas. Emotivo In Memorian y excelente video y premio para Betty White. Penélope Cruz, anunciada como nominada, recibía el apoyo de sus compañeras que, escondidas tras el escenario, sacaban sus brazos dejando en sus dedos la 'V' en señal de victoria. Todo ello ha hecho del momento una especie de sketch bastante efectivo. Pe y Cotillard repiten la sobriedad y elegancia de los vestidos de los Globos. Cinoscar & Rarities aplaude los vestidos de Anna Paquin, Diane Kruger y Nicole Kidman, poco convencionales pero elegantes.


Ahora toca dormir y empezar a perfilar la quiniela de los Oscar. Este año, las nominaciones llegarán tarde, justo cuando ya sabemos por donde van los tiros. No hay ninguna categoría cerrada, pero sí ganadores casi seguros. Este mes que mediará entre el 2 de febrero y el 7 de marzo será crucial: posibles pactos o influencias entre la gente de la Industria, incluso probables cambios tras comprobar cómo han sido recibidas las películas en las taquillas de medio mundo. Con suerte, llegaremos al 7 de marzo, la gala de las galas, habiendo visto casi todos los títulos a competición. ¿Emocionante, no? Que siga la carrera. Saludos a todos.



sábado, 23 de enero de 2010

Crítica de NINE

Rob Marshall se empeña en su segundo musical en retratar los entresijos del mundo del espectáculo. Chicago era una exploración alocada de las garras de la prensa, una metáfora sobre lo mediático y sus participantes, un cabaret que utilizaba la opereta del imponente Hollywood para contar una historia socarrona, excelentemente dirigida y con un añadido crítico bastante atractivo. En este viaje a talia, Marshall se centra en la creación artística y vira su mirada hacia el creador de ficciones, sus mujeres, sus filias y fobias, sus miedos y excentricidades. Ambas películas funcionan como cara y cruz de un mismo discurso, incluso se plantean antitéticas en su concepto visual y musical: allí donde Chicago seguía un escrupuloso orden cronológico, Nine inventa pequeños personajes y números musicales que casan a modo de collage; si la música en Chicago era esencial para saborear el discurso de la película, Nine prefiere letras menos sofisticadas y una dinámica estilística más austera, siempre desde la base que las escenas de baile y canciones son ensoñaciones, deseos, fastasmas, recuerdos y meras inquietudes del personaje protagonista. Nine es, como resultado, más oscura y menos dinámica que su predecesora. Si lo que prima es el mundo del espectáculo, es una lástima que Nine no sea ni espectacular ni vibrante, que no tenga la fuerza de un título de Oscar; que no atesore, en resumen, la solidez y el savoir faire que nos demostró Marshall hace seis años. Pese a esto, Nine no es una mala película y sus flaquezas no justifican que su carrera hacia el Oscar esté siendo tan tortuosa e irregular como la existencia del mismísimo Guido Contini. Nine respira cine, habla sobre el cine y garantiza un espectáculo más que digno: no se puede pedir más...


Hay que desmentir muchas cosas sobre Nine. En primer lugar, Marion Cotillard no es más protagonista que Penélope Cruz, por citar a las dos actrices que consiguen las mejores interpretaciones de la cinta. Suma y sigue: Nicole Kidman, cuyas dotes musicales son innegables, no desmerece en nada a sus compañeras de reparto, por muy desacreditada que esté la australiana tras algunos desatinos artísticos (y estéticos, por no decir quirúrgicos). Y, para redondear el análisis al reparto de Nine, Daniel Day-Lewis brinda otro tarado memorable, un director de cine en decadencia atractivo en todos los sentidos. Más superficial es la aportación de Kate Hudson, el único personaje que no está explotado como debiese, aunque ella sola centra el número musical más famoso de la velada. Fergie no desentona (Be italian es el leitmotiv, la columna vertebral del relato) la diva Loren funciona más como guiño interno que como personaje potente y Judi Dench es un valor seguro que no decepciona. No seremos chovinistas: Cruz está radiante, pero no excelente. Al final, parece casi obvio que no figure entre el quinteto de nominadas a actriz secundaria, aunque tener el papel más atractivo del show ya es todo un mérito. Todo ello, por conjunto y por separado, uno de los repartos más vistosos y multiculturales del momento que, sin llegar a estar desaprovechado, sí daba para mucho más.


Más atrevida es la cinta a nivel técnico. Todos los números musicales suceden en el mismo escenario, los decorados de la película que Contini está a punto de rodar pese a no tener ni guión ni salud. También sorprende el elegante uso del blanco y negro para retratar flashbacks, algunos de ellos de suma importancia (véase la atractiva escena de la playa). La gran tara de Nine es tener poco gancho cómico y devenir un tanto forzada en sus momentos dramáticos: la discusión en la sala de proyección entre Day-Lewis y Cotillard no funciona, y el frustrado romance entre Day-Lewis y Kidman no llega nunca a justificarse del todo. Al final, Nine se desnuda y demuestra tener poca enjundia, excesivo temor al riesgo, menos energía de la que precisa un musical de nivel. En el otro lado de la balanza, el guión, último trabajo del fallecido Minghella, cuenta con algunas frases memorables, mención especial para la descripción que Judi Dench realiza sobre la tarea de dirigir (basada, según ella, en decir 'sí' y 'no' todo el tiempo a toda la gente). Poco para pasar a la historia, bastante para merecer su visionado, suficiente para conseguir alguna nominación a la estatuílla.



Nota: 6'5

jueves, 21 de enero de 2010

AVATAR 4 / 10

A Eva, Núria, Myriam y Priscila. ¡Se ha acabado el cuatrimestre!

A Ana y Raquel, por ser las únicas a las que no les ha gustado.

El éxito de Avatar está siendo increible, tan desmesurado como el dinero que ha empleado Cameron para amamantar a su criatura durante tantos años. El capricho acabará pasando a la historia, algo que corroboraron unos Globos de Oro un tanto desatinados. Pero hay algo más increible: aceptar las directrices de un relato que, revestido de falso espíritu ecologista y antiyanki, nos devuelve la historia de siempre, siguiendo el consabido esquema del melodrama grandilocuente, artefacto de lágrimas, algas saltarinas y luces de neón. Ello es, de por sí, una paradoja que nos lleva a considerar Avatar como una película vitaminada en exceso, un parque de atracciones vil, largo y derrochador que nunca se nos muestra interesante, más o menos creíble. ¿Cómo conectar con una historia que mezcla sin pudor ni piedad 2001: Odisea en el espacio, Parque Jurásico, Pocahontas, El nuevo mundo, Terminator y Titanic? Mal interpretada, previsible, totalmente prepotente y con algunas de las líneas de guión más blandas del año, es incomprensible que Avatar juegue por el Oscar junto a, por ejemplo, The hurt locker, cuyo mensaje es diametralmente opuesto al de este. Casi tres horas de sandeces, palomitas rancias y vigorexia narrativa. Salimos de Pandora totalmente exhaustos, con ganas de no volver nunca y sabiendo que, si esto es el cine del futuro, será bien cierto el dicho de 'apaga y vámonos'.



Menudo mareo. Apunten: medusas que vuelan sin ton ni son, árboles enormes, colores imposibles y borrachera de efectos y efectillos especiales. Y qué me dicen del nuevo romance utópico cameroniano: ¿la penetración se realiza vía trenza de pelo, no? Con estas características, Cameron se come el mundo y se corona rey de las masas, pero no de la cinefilia con memoria cinematográfica y mínima sensatez. Aunque estamos siempre en terrenos de ciencia ficción, hay algunas lagunas que el relato no solventa: los dos mundos que retrata la película no llegan a casar nunca, la historia de amor es manida y anodina, y la sensación de que a la atracción le sobran tres cuartos de hora largos de saltos y piruetas no admite perdón. Hay dinero, pero no emoción. Tampoco buenas actuaciones: ver la cara azul de Weaver da risa, Worthington solo se salva por su cara bonita, y la buena de Michelle Rodriguez interpreta una Ana Lucía galáctica tan machorra como innecesaria. Todo indica que Avatar es el bluf de estos Oscar, el Benjamin Button del nuevo año. Veremos dónde acaba la broma, pero a nosotros que no nos engañen. Lo siento: infumable de cabo a rabo.