domingo, 31 de marzo de 2013

MIS SOUNDTRACKS: AMÉLIE, de Yann Tiersen

AMÉLIE, de Yann Tiersen (Jean-Pierre Jeunet, Francia, 2001)
Palmarés: César a la mejor banda sonora. World Soundtrack Award a la mejor banda sonora del año 2001. Mencionado por la crítica de Phoenix como uno de los mejores soundtracks de su año. Premio Victoire de la musique. Cinoscar Award del blog a la mejor banda sonora original del 2001.
El compositor: Yann Tiersen es un músico y compositor francés de larga trayectoria en conservatorios y dominio de distintos instrumentos. Cuenta con varios álbumes en solitario, el último Skyline (2011), y ha colaborado en distintas producciones cinematográficas como Amélie, su aportación más significativa, y Good Bye Lenin! Su música bebe de la chanson française, el pop experimental, la música clásica y la electrónica.
Reseña: Amélie no sería el gran cuento que es sin su banda sonora, una de las aportaciones musicales más emblemáticas de la primera década del S. XXI. Tiersen se sirve de sus conocimientos en el acordeón, el floklore francés y las obras de los grandes clásicos para diseñar una música naif, etérea, suma de hermosas melodías que describen la curiosidad y el eterno vitalismo del personaje. La música de Amélie es casi la descripción de un estado de ánimo, el 'érase una vez' hecho música. Es imposible quedarse con algunos de sus cortes: todos los tracks se funden en una hora de ritmos envolventes que nos permiten viajar, como el famoso enanito de jardín, por el Montmartre de colores saturados en el que Amélie no deja de soñar. La luz nunca abandona la partitura, a excepción tal vez de los fragmentos que ambientan la investigación de Amélie en busca del 'hombre del fotomatón'. Con un solo pianístico tan sencillo como sublime sentimos la tristeza de la pequeña, y la alegría desaforada explota cuando la heroína ha encontrado su media naranja (inteligentemente Jeunet filma sin música el encuentro para luego insuflar la última nota de color y vida en el último viaje en motocicleta con un Tiersen en estado de gracia). Banda sonora personalísima, pizpireta, alegre. La película nos lleva a la música, y al mismo tiempo oir su música, muy utilizada en infinidad de anuncios publicitarios, implica recordar instantáneamente ese pez cayendo al río o esa pared con el mensaje 'sin ti las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las de ayer'. Una genialidad.
Los mejores tracks: Todos.
Nota: 10


sábado, 30 de marzo de 2013

CORTOMETRAJES: LA RUTA NATURAL, de Àlex Pastor

CORTOMETRAJES 04: LA RUTA NATURAL, de Àlex Pastor (España, 2004)
Palmarés: Premio al mejor cortometraje del Festival de Sundance, Barcelona, Milán, Guadalaja y Almería. Mención al guion en el Festival de Sitges 2004. Mejor fotografía en el Festival de Palm Springs. Nominación al Goya al mejor cortometraje.
Comentario: Àlex Pastor finalizó su periplo en la ESCAC catalana por todo lo alto. La ruta natural es un trabajo de graduación, pero sobre todo uno de los ejercicios de estilo y narrativa más potentes del reciente cine español. La pieza, de título capicúa, nos acerca el devenir vital de un hombre contado al revés: partiendo del momento de su muerte hasta llegar a su tierna infancia. A su vez, las imágenes suceden a la inversa, dando un nueva sentido a la historia: en lugar de asistir a la destrucción de un ser cuyo final ya está marcado, un narrador nos narra lo excepcional que se esconde en las huellas de una existencia ordinaria. Pastor, en definitiva, no se limita a contar invirtiendo el orden lógico, sino que acaba creando nuevas sensaciones y una doble historia de pérdida y de creación: el jarrón roto en pedazos sube hasta la mesa donde estaba colocado y vuelve a unir sus piezas, el bolígrafo que dibuja parece borrar las rayas pintadas, y la sala de partos se convierte en el umbral de un nuevo comienzo - fin. Una demostración de que la inventiva puede a cualquier efecto especial. Sencillo y efectivo, de fotogramas hipnóticos, de tono melancólico y absolutamente genuino. Un logro.
Nota: 7

viernes, 29 de marzo de 2013

Crítica de LOOPER, de Rian Johnson

Looper es una película irreprochable (con matices). Cuenta con todo lo que hay que tener para saciar al fan del género fantástico. Presenta un mundo personal, con su propio mecanismo, su lógica interna y un juego de personajes y tiempos muy atinado. Es un thriller bien armado, estéticamente lucido y narrativamente originalísimo. Entretiene bastante, que no es poco. Y tiene el empaque, el imaginario y la riqueza suficiente para ser motivo de piezas de merchandising, obra de culto instantáneo e incluso futuro clásico de la ciencia ficción con inventiva. Porque está a años luz de propuestas similares y porque pocas películas pueden presentarse como 'la Matrix del siglo XXI' sin despeinarse. Como ya hiciese en Brick, otro título reverenciado por muchos, el cineasta Rian Johnson ofrece un fantastique inteligente que pese a sus innegables referencias tiene personalidad propia. Pese a esto, aun reconociendo las virtudes de Looper y el oficio de Johnson, hay algo en el film que me mantiene fuera de la historia durante gran parte del metraje. No tanto por defecto de la obra sino por una cuestión de simpatía o empatía, quién sabe, con el propio género de la cinta. La cuestión es que la película no me emociona. Tal vez porque al ser tan libre y singular toma para sí demasiadas licencias, y para no iniciados o poco forofos de la ciencia ficción el rompecabezas une sus piezas de forma tan extrema y surrealista que, con perdón, cae en el absurdo. No lo tengan en cuenta: este blog no le baila el agua a Christopher Nolan y similares. Pero si lo fantástico no es lo verosímil según lo conocido sino según lo plausible dentro del propio cosmos ficcional (sonó un poco alambicado), a Looper, opinión personal con un margen de error enorme, le sobran varios hervores: imposible no fruncir el ceño con el episodio final que concierne al hijo de Emily Blunt (no diremos más por peligro de spoiler). Looper es inteligente pero demasiado autoconsciente de su potencial. Hay algo en ella impostado, más paródico que otra cosa (influye, para qué engañarnos, el maquillaje de Gordon-Levitt y la chulería innata del señor Willis). Si me lo preguntan en la estricta intimidad, les diré que Looper flojea, hace aguas y la olvido a los dos minutos. Si la cuestión es en público, me acojo a lo objetivo: es una película imponente sin ser excelente. Y si hablamos en contextos blogueros y fanáticos, callo para no fastidiarla. Con la boca pequeña, muy pequeña: Looper, a pesar de todo, es una cinta prescindible.


Para los que llevan la ciencia ficción en las venas.
Lo mejor: Su premisa es, como mínimo, diferente.
Lo peor: Algunos momentos son del todo risibles.

Nota: 5'5

jueves, 28 de marzo de 2013

Crítica de LA CAZA (JAGTEN, THE HUNT), de Thomas Vinterberg

Ninguna cinematografía se interesa tanto por el sentimiento de culpabilidad del hombre occidental y moderno como la danesa. De hecho, no existe un cine más comprometido, punzante y absolutamente libre que el danés, todo ello gracias a un grupo de autores, actores, guionistas y productores, la mayoría reunidos en torno al sello Zentropa, que extienden su mensaje en los festivales y las salas de medio mundo. La caza puede verse simplemente como un intento más por parte de Vinterberg de provocar e incomodar al espectador, una sensación que no consigue, al menos no de forma unánime, desde Celebración (Festen). La caza revitaliza el cine de su director, pero la película hay que situarla dentro de toda una corriente, el cenit que está viviendo el cine nórdico de los últimos años. Se hace necesario, por lo tanto, empezar a reivindicar el Dogma 95, tan vilipendiado por ciertos sectores, ya no como corriente ética, estética y narrativa sino como fundadora de toda una generación de artistas que años después, sin el sello y el bombo mediático del movimiento, siguen moldeando las directrices del cine del ahora. Viendo La caza uno no puede desprenderse de todo el bagaje de historias de Bier, Fly, Jensen u otros, e incluso Dogville de Lars von Trier vuelve a la memoria como el gran fresco de las oscuridades humanas, la película troncal de la que emergen cual ramas cintas como la que ahora se estrena. Todos estos nombres y títulos comparten una visión desencantada del mundo, y mientras unos ven en ellos cine en estado puro otros critican cierta carambola narrativa, tensión de los mimbres ficcionales y manipulación. Dos visiones que conviven en más o menos armonía, ambas de forma más o menos legítima, y que vuelven a emerger a la superficie al hablar de La caza.


A Vinterberg pueden echársele en cara muchas cuestiones porque su historia está trufada de trucos. A grandes rasgos, estamos ante el sufrimiento de un buen hombre acusado de abusar sexualmente de una menor, una calumnia atroz que le condena ante todos los miembros de la pequeña comunidad donde vive. Una premisa dura no exenta de adornos: el hecho de que el protagonista sea profesor de guardería, que la presunta víctima tenga ciertos lazos con el personaje y que todo quede contado en un contexto de inestabilidad familiar (el protagonista lucha por conseguir la custodia de su hijo) son directrices previstas por el guion para causar mayor impacto en la audiencia, dibujando a conciencia un via crucis emocional con tal de potenciar la empatía del espectador, incomodándolo sin llegar a índices traumáticos, provocando pero sin caer en la incorrección absoluta.


Lo dicho será suficiente para que muchos deserten de la sala, como hacen, y están en todo su derecho, con el citado Von Trier y compañía. Pero La caza esconde otra verdad, totalmente sutil, enteramente cinematográfica: la que emana todo su reparto, o la que destilan algunas escenas absolutamente brillantes como el encuentro en la iglesia o la impactante pelea en el centro comercial. La caza, en definitiva, es un viaje casi hipnótico a la boca del lobo, y de ella se sale absolutamente tocado y hundido, consternado, avallado y asustado. ¿Que Vinterberg dispone los tiempos y los caracteres de su criatura a su favor? Sí, algo tan cierto como legítimo. Porque lo que queda es una lección de cine áspero y valiente. De nuevo, dispuesto a alumbrar, que no dar a solución, a las miserias humanas. Otra vez preocupado por las imperfecciones del sistema, ese que parece no tener resquicios en la parte norte de Europa. Una variación más, en definitiva, de esa historia de culpa (de quien maltrata, de quien acusa sin pruebas) que el cine de Dinamarca y alrededores viene contándonos desde hace unos años. De ahí que el final de La caza, con un Mikkelsen consternado, funcione como un aviso doble: el personaje no conseguirá resarcirse de la condena, y al mismo tiempo el cine danés volverá a contarnos lo que queda tras el silencio del disparo en próximas producciones.


Para los que quieran saber de qué somos capaces los humanos.
Lo mejor: Mikkelsen y Bo Larsen, inconmesurables.
Lo peor: No ir más allá del umbral de la supuesta manipulación.

Nota: 7'5

Posts relacionados:
Crítica de SUBMARINO, de Thomas Vinterberg

miércoles, 27 de marzo de 2013

El otro cine argentino: Crítica de AUSENTE, de Marco Berger

En España conocemos el cine argentino por sus comedias agradables, por Ricardo Darín y por algún título muy concreto que de vez en cuando se cuela entre las más taquilleras y que suele hacer las delicias de los que van a la sala en busca de un cine con corazón. Por desgracia ese otro cine ché, más silencioso, más reflexivo, más influido por el cine clásico europeo, el que discurre más a los márgenes, el que juega con el espectador y experimenta con los géneros, casi nunca ve la luz entre nosotros. Hay que recurrir a la descarga para disfrutar de obras como Por tu culpa o La mirada invisible ya que tan solo el cine de Lucrecia Martel y la excelente El hombre de al lado han tenido una distribución más o menos decente. Ausente, de nuevo, hay que verla desde los inframundos de la red. Solo por eso sería fácil catalogarla como una película menor, pero no es así. Ausente tiene la valentía de montar una historia a partir de la anécdota más ínfima: vemos lo que sucede cuando un alumno se queda con su profesor toda una noche después de que el primero tuviese que ir al médico tras la clase vespertina de natación. Marco Berger no necesita más que pocos espacios, contados actores y una dirección de fotografía de planos cerrados para dar una sensación de desasosiego e interrogación constante. Desconocemos las motivaciones de los personajes y eso confiere a Ausente cierta atmósfera que, pese a todo, no está libre de subrayados formales: véase los momentos que Berger, con tal de destacar la tensión del relato (intuímos que el alumno siente deseos carnales por su maestro), inserta una música que roza el ruido ambiental y cuya función es avisar a la audiencia de que 'algo está sucediendo' o de que 'algo puede suceder' (una táctica nada sutil que la citada Por tu culpa, por ejemplo, esquivaba acertadamente con un guión más trabajado). En parte esa brusquedad se demuestra en el más desafortunado segundo tramo de metraje: la cinta pasa de situarse desde el punto de vista del alumno, el joven Martín, para ocuparse de Sebastián, el profesor de gimnasia, y Berger fuerza al máximo la maquinaria de su historia para dar prioridad al factor thriller. Todo ello lleva a Ausente a una resolución totalmente fuera de tono que en parte viene a restar entidad a los primeros minutos de película, cuando parecía que el misterio ganaría enteros justamente por no tener una respuesta nítida o única. Aún así, me interesa que Ausente sea la crónica 'de algo que se espera y que no sucede' y 'de la influencia que tiene el recuerdo de ese momento en los dos implicados'. Berger nos intriga pero no convence en su dibujo de las motivaciones (sentimentales, sexuales, homosexuales...) de los personajes (¿o la motivación solo viene por parte del alumno Martín? si había alguna duda el final la aclara... ¿o no? cada uno opinará lo suyo). Vaya, que al final la ausencia del título no se sabe muy bien si es porque Berger intenta 'contar por omisión' (y si es así, la última escena resulta más descabellada si cabe) o si directamente ya es un aviso de la nada que rodea una película como mínimo sugerente. Vamos a dar un voto de confianza a Ausente y prefiero pensar que la película es algo más que un ejercicio de estilo. De esas cintas que con muy pocos ingredientes sobre la mesa logran generar un debate y una ristra de teorías e interpretaciones más que interesante.


Nota: 6

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MIS CDS: THE 20 / 20 EXPERIENCE, de JUSTIN TIMBERLAKE

THE 20 / 20 EXPERIENCE, de Justin Timberlake (EE. UU., 2013)
Presentación: Justin Timberlake lleva más de 10 años combinando su actividad de actor y cantante. Saltó a la esfera pública siendo un niño con el show televisivo The Mickey Mouse Club al lado de un jovencísimo Ryan Gosling, y posteriormente fue vocalista y bailarín del grupo N'Sync. Justified (2002), FutureSex / LoveSounds (2006) y este The 20 / 20 Experience (2013) son sus únicos álbumes en solitario. Justified vendió 7 millones de copias en todo el mundo y estuvo nominado a 5 premios Grammy. Su filmografía reciente tiene títulos tan importantes como La red social, y fue el protagonista absoluto de la apocalíptica In Time. Colaboró en algunas canciones del Hard Candy de Madonna, incluyendo el single 4 minutes. En 2004 dejó el pecho de Janet Jackson al descubierto en el intermedio de la Superbowl, una imagen que dio la vuelta al mundo.
Reseña: Hay que hacer memoria para recordar al Timberlake cantante, aunque el tema I'm Lovin It apareció en infinidad de recopilatorios. Acostumbrados a verlo ante las cámaras, su regreso al terreno musical pone en evidencia dos hechos: su calidad como intérprete supera la banda de 'cantante que actúa', y su potencial como productor musical sigue intacto con un cd complejo que cubre con creces tantos años de silencio. Timberlake nos propone 12 temas 'que se pueden ver', idea que reproduce en la portada del álbum. Más allá de si Timberlake ha logrado la sinestesia, lo evidente es que el cd hace honor a su título y su escucha es toda una experiencia. Timberlake mezcla y encaja sonidos, y sus canciones forman un todo homogéneo que va del dance al pop pasando por el rap y dejando un hueco para el rythm & blues. Una rareza de entidad operística: canciones de casi 8 minutos, con transiciones, estribillos que se repiten con distintos beats, melodías que sirven de base para distintas letras y cambios de ritmo que dividen los tracks en dos o tres partes independientes. Timberlake ha hecho un cd dinámico, inabarcable en la primera escucha y absolutamente apasionante cuando se empiezan a tararear sus letras. La obra maestra Pusher Love Girl, cita velada a su pareja Jessica Biel, abre el álbum. La pericia de Timberlake despliega alas en Don't Hold The Wall: un motivo musical sencillísimo se repite hasta los 7 minutos e invita a bailar. Tunnel Vision tiene los falsetes más bonitos en muchísimo tiempo: es un 50 Cent más rítmico, absolutamente delicioso. That Girl es claramente el tema más conectado con los inicios de Timberlake. En Let the Groove Get In se nota la influencia del productor Timbaland: una fiesta sambera con ecos de la mejor música negra. Mirrors arranca con un solo de guitarra eléctronica que evoca a Queen, sigue como pop noventero y acaba siendo uno de los cortes más íntimos y experimentales del álbum. Y libre de las ataduras del 'cd conceptual', los dos bonus track, especialmente Body Count, evocación de la esencia Michael Jackson, demuestran que Timberlake, si quiere, puede parir números uno de lo más pegadizos. Un álbum, en resumen, lleno de matices, sin apenas altibajos pese al largo formato y recorrido de sus canciones. Un cd atemporal que invita a empaparse de nuevo o por primera vez de los lejanos Justified y FutureSex / LoveSounds. El mejor viaje rythm & blues desde The ArchAndroid de Janelle Monáe.
Recomendado para: Quines quieran llenar el Ipod con canciones que nunca pasan de moda.
Los mejores tracks: El inicio con Pusher Love Girl - Suit & Tie - Don't Hold The Wall.
Nota: 8'5


martes, 26 de marzo de 2013

Crítica de STIGMATA, de Rupert Wainwright

Posesiones inofensivas
STIGMATA, de (EE. UU., 1999)
¿De qué va?: El padre Kiernan es enviado desde las altas sedes del Vaticano hasta Sao Paolo para investigar el caso de una estatua de mármol que llora sangre. Mientras, en Nueva York, Frankie, una peluquera soltera que cree estar embarazada, recibe por mensajería un regalo de su madre desde Brasil: el rosario de un célebre cura muerto en extrañas circunstancias. Desde ese momento Frankie es sorprendida por ataques y su piel empieza a presentar heridas muy parecidas a los estigmas de Jesús en la cruz. Kiernan, dudoso entre la fe y la ciencia, se encargará de resolver el extraño caso de Frankie.
Palmarés: Candidatura al Saturn Award a la mejor película de terror del año (ganó El sexto sentido). Triple nominación en los Entertainment Blockbuster Awards: mejor actor, actriz y actor de reparto. Nominación al mejor montaje de sonido por parte de la Motion Picture Sound Editors de Estados Unidos. Gabriel Byrne aspiró al Razzie al peor actor del 1999 por esta y El fin de los días.
El dato: Aunque en Estados Unidos recibió la calificación de 'R' (prohibida a menores de 17 años sin acompañamiento de adultos), la película llegó a ser la más vista en el fin de semana de su estreno, destronando El sexto sentido tras cinco semanas consecutivas en lo más alto del hit parade. Finalmente logró 90 millones de dólares de recaudación mundial, multiplicando por tres los cortes de producción. La película relanzó la carrera de Patricia Arquette, años después asociada de nuevo a lo sobrenatural gracias a la Allison Dubois de la serie Medium. En la escena del metro, solo Arquette y Long eran actrices, ya que el resto de los pasajeros eran especialistas vestidos y maquillados para la ocasión. Dicha escena fue la más costosa de rodar y montar, y en post-producción se abarataron costes añadiendo algunos de los descartes de la película Asalto al tren del dinero. Por influencia de algunas películas de finales de los 90, de Seven a El proyecto de la bruja de Blair, la película opta por una estética muy oscura, con cielos lluviosos y nublados. Ese mismo año se reestrenó en cines la gran película de posesiones diabólicas: El exorcista. La banda sonora la forman temas de grupos y artistas tan conocidos como Massive Attack, Björk o Natalie Imbruglia entre otros.


Valoración: Stigmata reescribe la historia de las Santas Escrituras, y en general manipula todo lo plausible, a favor de una de las posesiones más taquilleras de los últimos años. Lo hace con un estilo cercano al videoclip, como si toda la pieza se tratase de un vídeo musical entre hardcore y naif de Madonna. ¿Lo mejor? Es entretenida. Al principio intriga y luego el espectador se deja llevar. ¿Lo peor? Que al acabar la película uno toma conciencia de lo visto y tiene ganas de blasfemar incluso contra el apuntador. Más allá de algún truco visual o algún momento resuelto con brío (las escenas del metro y la discoteca), la película da más risa que miedo. El guion despacha el personaje de la madre a las primeras de cambio, nadie se encarga de poner a salvo el objeto causante del desbarajuste y el momento final en llamas parece salido de otra película para miedicas: La guarida. Para poner el cerebro en remojo y poco más. Bastante decepcionante, y más teniendo que en cuenta que no pocos la tienen en un pedestal inexplicable.


Para los que se asustan con cualquier bobada.
Lo mejor: La plasticidad de ciertas escenas.
Lo peor: Termina cayendo en la autoparodia.

Nota: 5


lunes, 25 de marzo de 2013

POST Nº 1.500: NUEVA SECCIÓN


Un número redondo, no demasiado bonito pero redondo: ¡1.500 entradas! 

A partir de ahora y durante todo el año, el blog ofrecerá reseñas de películas estrenadas en España el año 2000. ¿A qué se debe este nuevo rumbo? En los Cinoscar Awards, los premios del blog, había un gran vacío ya que solo habíamos considerado el cine de 2001 y años posteriores. Con tal de publicar en diciembre de 2013 unas nominaciones y un palmarés con los mejores títulos de estreno del 2000, en los escritos del blog, además de las reseñas de estreno, los clásicos modernos y las secciones semanales, podrán leer datos, anécdotas y valoraciones de películas 'ni muy antiguas ni muy recientes', por decirlo de alguna manera. 

En estos momentos, el blog se encuentra en proceso de visionado y revisionado de muchísimas películas, todas ellas producciones del año 1999 o 2000 que se estrenaron en España entre el 1 de enero y el 31 de diciembre del 2000. El proyecto nace con idea de continuidad: si os apetece, los premios del blog pueden avanzar en los dos sentidos del tiempo y tener galardones del año en curso y de otro anterior correspondiente a la década de los 90. Podéis dejar vuestras sugerencias (películas de las que quieren leer reseñas, títulos que deberíamos considerar en los premios, etc.) comentando aquí o en las redes sociales. También podéis consultar todos los ganadores anteriores de los Cinoscar Awards de todos los años aquí.

Con las secciones semanales ya presentadas y desarrolladas, el blog cumple así otra de sus máximas: interesarse por el cine que sin ser de inmediata actualidad resulta pertinente rescatar o dedicarle un pequeño espacio en la página. ¿Cómo fue el año 2000? Empezó con American Beauty, La milla verde y Las normas de la casa de la sidra, siguió con Magnolia, Erin Brockovich, Bailar en la oscuridad y Gladiator, y terminó con Los padres de ella, Granujas de medio pelo y The Ring entre otras. Eso por citar únicamente los nombres más conocidos: hay perlas ocultas que tendrán post. ¿Nos acompañan?

Y muy pronto... otra cosa que celebrar y otra noticia que dar. ¡Gracias por leer!

SEMANARIO 3: LOS POSTS DE LA SEMANA

¿Te perdiste algún escrito del blog? Con nuestro semanario puedes recuperar las distintas publicaciones de todas las semanas. En el margen derecho del blog, en la sección 'semanario', puedes (re)leer los distintos artículos ordenados.

CONTENIDOS DEL BLOG


Semana del 18/03 al 24/03 de 2013

Crítica: DARK HORSE, de Todd Solondz
Crítica: LA FRÍA LUZ DEL DÍA, de Mabrouk El Mechri

Sitges 2012: STORAGE 24, de Johannes Roberts
Clásico moderno: EL ODIO (LA HAINE), de Mathieu Kassovitz (Francia, 1995)
Clásico moderno: REENCUENTRO (THE BIG CHILL), de Lawrence Kasdan (EE. UU., 1983)

Cine nórdico: NOCHES DE VINO Y COPAS (SUPERCLÁSICO),
de Ole Christian Madsen
Cine queer: ATAQUE VERBAL, de Miguel Albadalejo
El cd: ILO LYMPIA, de Camille
La escena: INSTINTO BÁSICO, de Paul Verhoeven
El cortometraje: HORA LÍMITE (CURFEW), de Shaw Christensen

domingo, 24 de marzo de 2013

Crítica de EL ODIO (LA HAINE), de Mathieu Kassovitz

Lo que cuenta no es la caida sino el aterrizaje
EL ODIO (LA HAINE), de Mathieu Kassovitz (Francia, 1995)
¿De qué va?: París acaba de vivir una noche llena de disturbios, redadas policiales y peleas entre bandas callejeras. Las televisiones locales recogen el hecho. Mientras tanto la vida en las barriadas marginales empieza a mediodía. Saïd, árabe, despierta a Vinz, judío, y ambos observan cómo el gimnasio de su barrio, donde el negro Hubert boxea ajeno a lo sucedido, ha sido calcinado y destruido tras los altercados. Los amigos de los tres consiguieron robar una pistola a la policía y su principal objetivo es visitar a su colega Abdel, herido que ha sido trasladado a un hospital del centro de la ciudad. Empieza un día en el que Saïd, Vinz y Hubert se enfrentarán al orden establecido, a una banda de neonazis y a la hostilidad de las fuerzas públicas. Las últimas horas de tres víctimas y verdugos que viven al límite y que no temen pagar las consecuencias de ello.
Palmarés: Gran protagonista de los Premios César 1996. Nominada 11 veces en 9 apartados, incluyendo los actores noveles Vincent Cassel, Hubert Kounde y Said Taghmaoui, lo que la convierte en una de las cintas más nominadas de la historia de los principales premios del cine francés. Ganadora en mejor montaje, diseño de producción y película francesa del año, superando a títulos tan apreciados como Nelly y el Sr. Arnaud, La ceremonia y El húsar en el tejado. EFA Award de la juventud. Mejor director en el Festival de Cannes 1995 (la Palma de oro fue para Underground de Emir Kusturica). Premios Lumière a la mejor película y director francés. Presente en la lista de la web IMDB de las 250 mejores películas de la historia del cine.


Valoración: Kassovitz se sirve de su pasado como actor y de la tradición cinematográfica y de compromiso del país que vio nacer la Nouvelle Vague para crear una película destinada a ser una obra de culto y un referente del thriller y el cine social europeo de los últimos años. El odio, antes que los Dardenne o Cantet, habla de la Francia convulsa, multicultural y hostil que no sabe gestionar la babelia cultural y la confrontación constante que se respira en sus calles. El odio es el retrato despiadado de un estrato social marginal sumido en una espiral de drogas y delincuencia. Unos pequeños ladrones y mafiosos que han tomado lo cinematográfico como modelo de conducta (Cassel reproduce ante el espejo la famosa escena de Taxi Driver). Y en paralelo, un director que filma unas calles vacías y peligrosas con un blanco y negro expresionista heredado de La ley de la calle de Francis Ford Coppola, una opción estética que potencia la misma sensación de surrealismo e inestabilidad que conseguía Stanley Kubrick en La naranja metálica. El odio está enfocada hacia el debate y por ello adopta las formas de un cine hiperrealista que roza lo documental. Como film de ideas y de vidas al límite funciona a la perfección y podría analizarse en paralelo a títulos contemporáneos a su tiempo como la inglesa Trainspotting o la española Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto, todas ellas películas de personajes carnívoros y opciones estéticas singulares que van de lo pop a lo onírico pasando por el thriller de raíz estadounidense. Ahora bien: como ficción dotada de una historia resulta un film un tanto perdido que deambula con el mismo paso firme y la incerteza de sus portentosos actores protagonistas. El odio no consigue que sintamos los miedos, las dudas, las contradicciones y la fuerza de sus personajes, con lo que corre el riesgo de resultar poco consistente como thriller y totalmente desenfocada como discurso social. El gran defecto es que Kassovitz no nos lleva a la congoja absoluta, al éxtasis glorioso; que no nos desgarre, que su trama no se instale en nuestras entrañas, que no nos ponga patas arriba en estado de mareo, vómito o fascinación. Obra imprescindible que empieza con brío y acaba de forma tan brusca como inesperada, resultado de la acción que no parece ni guionizada ni planificada. Está a años luz de ser una obra maestra pero muchos agradecerán que el cine francés, tan dado a la autocomplacencia y a lo discursivo, tenga los suficientes bemoles como para parir un film que aunque imperfecto reivindica y con razón su condición de título de culto.


Para los que confíen en un cine social de género y nada plomizo
Lo mejor: La sinceridad de sus tres actores.
Lo peor: El final desvela parte de las flaquezas de la historia.

Nota: 7'5

sábado, 23 de marzo de 2013

Crítica de REENCUENTRO (THE BIG CHILL), de Lawrence Kasdan

Juntos, de nuevo
REENCUENTRO (THE BIG CHILL), de Lawrence Kasdan (EE. UU., 1983)
¿De qué va?: Hace quince años eran compañeros en la facultad. Ahora el suicidio de Alex, de uno de sus mejores amigos, los vuelve a reunir. El grupo pasa un fin de semana en la casa de Harold (Kevin Kline) y Sarah (Glenn Close), una estancia que volverá a marcarles para siempre. Son muchas las cosas que les distancian: cada uno tiene una vida y un trabajo diferente, y las viejas rencillas y amores de juventud pesan como una losa. Pero ante todo comparten una visión desencantada, una mirada triste de la vida que ha sido y de la que querían conseguir pero no obtuvieron.
Palmarés: Nominada al Oscar a la mejor película, mejor guion y mejor actriz de reparto (Glenn Close). Nominada al Globo de oro a la mejor película comedia / musical y mejor guion. Nominada al Bafta al mejor guion. Premio del público del Festival de Toronto. Presente en la lista de la National Board of Review de las 10 mejores películas del 1983.
El dato: Reencuentro brindó a Glenn Close su segunda nominación al Oscar de los seis intentos que suma hasta la fecha, tres de ellas consecutivos (1983-1985) en mejor actriz de reparto. Precisamente la gran clave del film está en su reparto, formado por actores nominados (Tom Berenguer, Jeff Goldblum, Meg Tilly, JoBeth Williams) o ganadores (William Hurt, Kevin Kline) del Oscar.


Valoración: Reencuentro es la historia de una generación que se creía capaz de comer el mundo y que al entrar en los treinta y tantos ha sucumbido al hastío de la rutina. Los personajes del film hace tiempo que despertaron de los sueños de juventud. Al empezar el film despiertan de su hastío, y revisando el pasado encuentran los motivos para seguir adelante. Reencuentro es puro cine: grandes intérpretes, la flor y nata de la por aquel entonces joven cantera de intépretes norteamericanos, recitando diálogos y verbalizando sentimientos muy reales. Reencuentro es más o menos compacta, pero nadie le quita veracidad, capacidad de conmover. Viendo a todos los personajes reunidos en el salón uno realmente cree estar viendo antiguos camaradas: los gestos, las miradas y las palabras inspiran intimidad y ternura. Kasdan redondea este fresco del desencanto y el despertar con una banda sonora con los artistas más notables de la época, las canciones que perfectamente podrían ser el hulo musical de la vida de los protagonistas. Una película cálida que deja un regusto agridulce. Cruda pero gratificante. Verla es como espiar la rutina de un grupo de amigos que al terminar la película también forman parte de nosotros. Cine pequeño que perdura. La fórmula se ha repetido en films tan notables como Los amigos de Peter o la reciente Pequeñas mentiras sin importancia, sin olvidar las tropocientas cintas de terror que arrancan con el reencuentro de antiguos amigos en un entorno hostil. Reencuentro fue la primera y su originalidad valió tres nominaciones al Oscar. Tal vez ahora la película no tenga la potencia de hace treinta años, pero es cine de primerísima clase.

Para los que saben aquello de 'quien tiene un amigo, tiene un tesoro'.
Lo mejor: Inspira verdad por los cuatro costados.
Lo peor: Desgraciadamente ya no quedan películas como esta.

Nota: 7

viernes, 22 de marzo de 2013

Crítica de DARK HORSE, de Todd Solondz

El 'caballo negro' es aquel que sin ser favorito llega a la línea de meta antes que nadie. Aquel con el que nadie contaba y que al final consigue imponerse. Negro por invisible, porque es más una sombra que un ser. También por oscuro, por alternativo, por raro, por inadaptado. La obra de Solondz está plagada de caballos negros en potencia. De hecho, Solondz ha consagrado su filmografía en desvelar las complejidades y miserias de esas almas sin pena que vagan por la Norteamérica de nuestros días. No las vemos, pero están. Y el objetivo de Solondz las filma con candor y a la vez con crudeza, entre el paternalismo y lo lacerante. Por eso su cine incomoda a la par que atrae: amamos sus criaturas y al mismo tiempo las repudiamos, porque son imágenes deformadas de tipos y prototipos que conocemos, que encarnamos. 

El caballo negro de la película es Abe, un hombre orondo, con trabajo pero sin oficio, mucho menos con beneficio. Un pobre miserable que hace bromas en bodas de otros para llamar la atención de las chicas más apocopadas. Un adolescente escondido en un cuerpo de hombretón que colecciona muñecos y pósters de series y películas de los 80. Eso hasta que decide coger el toro por los cuernos, aunque su atrevimiento sea más bien un acto de puro egoísmo y pese a que su cambio obedezca a la estrategia de un pobre diablo que se agarra a un clavo ardiendo. Quiere casarse con Miranda, una chica desequilibrada y enferma que sigue enamorada de su amanerado ex novio. Un cuento del hijo descarriado en una Norteamérica obsesionada con el éxito y las apariencias que abre el cine de Solondz a la esperanza: Abe puede a pesar de todo imponerse y triunfar. 

Con todo, Abe va diluyéndose y Solondz vuelve a filmarnos una bajada a los infiernos, en este caso con una media hora final singular, lo más onírico que ha rodado nunca. La lástima es que la película carece del humor negro de entonces, de la belleza negra de las antiguas obras de su autor. Todo negro. Dark Horse deja el cine de Solondz en cueros, y de ella sólo obtenemos la exageración por la exageración, un festival de distorsiones, un conjunto de ridículos que aspiran a ser metáforas y que no tienen significado. La impronta de Solondz sigue presente, pero no fluye, no divierte, no conmueve, no escandaliza. Al final el único negro es el color del luto, el ostracismo donde debería permanecer para siempre la peor creación de Solondz. Abe no triunfa y su obra tampoco: no por casualidad es la única cinta de Solondz que no se ha estrenado entre nosotros. Muchísimo mejor volver a Happiness o Palíndromos, las mejores carreras de caballos del universo Solondz.


Para seguidores del cine indie norteamericano
Lo mejor: Blair, una actriz muy desaprovechada.
Lo peor: Empequeñece si la comparamos con los anteriores Solondz.

Nota: 5

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jueves, 21 de marzo de 2013

Crítica de LA FRÍA LUZ DEL DÍA, de Mabrouk El Mechri

Hay actores, directores y otros miembros del artisteo que no saben cómo justificar unas vacaciones en Europa. La fría luz del día ha sido rodada parcialmente en Madrid, pero más allá de alguna escena en el Parque del Retiro o la famosa Gran Vía de la capital nada hace indicar que estemos ante un paisaje español acogiendo la locura de un thriller 'tipical yanki'. El film, eso sí, aunque indirectamente, tiene un toque zarzuelero y chapurrero muy del gusto de una parte rancia de nuestro cine. Cuesta tomar en serio a La fría luz del día cuando ni ella misma parece creerse sus trolas. La historia avanza a trompicones, concatenando carreras, persecuciones y giros imposibles que en lugar de dar consistencia al misterio causan una peligrosa hilaridad. Y como el espectador está obligado a ver el film 'desde fuera', sin ser partícipe del embrollo conspiratorio que encarnan las viejas glorias Weaver y Willis, la película acaba por encontrar su gran punto a favor. De nuevo no por méritos propios. ¿Por qué lo decimos? Porque La fría luz del día está tan pasada de rosca, en tan inversemblante y en definitiva es tan mala que cumple las funciones de chiste contagioso. Vaya, que uno no puede parar de reir. Tampoco de ver la película. Y al final los escasos 80 minutos de metraje son casi una fiesta 'a la inversa', un delirio que hará las delicias de los que se diviertan buscando gazapos y masacrando las interpretaciones de sus actores (la aportación de Óscar Jaenada es directamente un sketch barriobajero y autoparódico). Si son cinéfilos de bien, ni se acerquen. Si son de aquellos que se cachondean de todo, ya tardan en calentar las palomitas en el microondas. Cine malo, sí, pero tan churrero que encuentra sin buscarlo un lugar de honor en la estantería de frikadas con gracia. Aunque su estilo sea precisamente un 'no-estilo' y solo sirva como cara B de los éxitos ochenteros y noventeros de sus cabezas de cartel. Al menos tanto ir y venir por un Madrid postizo le ha servido a Cavill para cincelar su cuerpo en vistas del nuevo Supermán. Sin olvidar que se habrá zampado junto al equipo del film alguna tapita, gazpacho o bocadillo de calamares en la ciudad del oso y el madroño. '¡Qué listos, estos del cine!', que dirían los malpensantes...


Para cinéfilos de videoclub que rezan a Seagal y compañía.
Lo mejor: Sus defectos son paradójicamente sus virtudes.
Lo peor: Verónica Echegui merecía un salto a Hollywood por la puerta grande.

Nota: 4'5

ESCENAS: INSTINTO BÁSICO, de Paul Verhoeven

ESCENAS 02: INSTINTO BÁSICO (BASIC INSTINCT), de Paul Verhoeven (EE. UU., 1992)
Comentario: La combinación de drama y thriller sexual encontró un filón a finales de los 80 y principios de los 90 con títulos como 9 semanas y media, Atracción fatal, Striptease, Acoso o Lolita. De todas ellas, Instinto básico es el gran éxito y la película más recordada: en España fue la película más vista ese verano. Ya casi nadie recuerda que compitió en la selección oficial del Festival de Cannes de 1992, seguramente beneficiada por la prestigiosa carrera del neerlandés Paul Verhoeven: posteriormente el cineasta trabajaría en Estados Unidos en productos de dudosa entidad como Showgirls o El hombre sin sombra. Tampoco se sabe de sus dos nominaciones al Oscar e incluso de las tres aspiraciones al premio Razzie. Porque lo que queda es una de las escenas más imitadas de la historia del cine: el archifamoso cruce de piernas que la escritora Catherine Tramell regalaba a los policías que la interrogaban por el asesinato de su ex novio, un cantante de rock. Stone, en su papel más celebrado junto al de Casino, firmaba uno de los momentos más intensos. Esquiva a la par que atractiva, la asesina se quita el abrigo, enciende un cigarrillo y desarma poco a poco a los agentes con sus estrategias de seducción. Seguramente el mayor desafío a la autoridad jamás filmado. Una escena que no aparecía en el guion inicial de Joe Eszterhas y que Verhoeven incluyó a última hora: con ella el director recordaba un episodio desagradable de su juventud cuando una joven intentó humillarle en una fiesta con sus posturas insinuantes. El momento del picahielos también dio pie a muchos chistes, pero casi todas las mujeres de determinada generación jugaron en alguna noche de borrachera a ser Sharon Stone, o lo que es lo mismo, uno de los iconos sexuales del cine reciente. De Instinto básico 2: adicción al juego mejor ni acordarse.


miércoles, 20 de marzo de 2013

Crítica de ATAQUE VERBAL, de Miguel Albadalejo

Parole, parole, parole...
ATAQUE VERBAL, de Miguel Albadalejo (España, 2000)
¿De qué va?: Las palabras son armas arrojadizas, de doble filo y puñales directos. Con ellas mentimos, manipulamos, camuflamos la realidad, contamos la realidad y explicamos nuestra realidad. Esta es la historia de siete ataques verbales, diálogos, arrebatos y conversaciones que dicen mucho y esconden muchísimo más. Porque las relaciones humanas son apasionantes y oscuras, complejas y a su vez muy simples.
Palmarés: Tres premios en el Festival de comedia de Peñíscola: mejor fotografía, mejor actriz (Adriana Ozores) y mención especial para Miguel Albadalejo. Sección oficial del Festival de Valladolid 1999.
El dato: Miguel Albadalejo, al igual que el dúo Ayaso-Sabroso, forma parte de una corriente de nuevos autores españoles nacidos a finales de los 90 bajo la influencia pop que muchos han relacionado con Pedro Almodóvar. Con su ópera prima La primera noche de mi vida Albadalejo ganó la Biznaga de oro del Festival de Málaga. Ataque verbal es una película poco conocida pero con un sólido club de fans, algo que la convierte en una de las películas episódicas locales más queridas. El guión es obra del propio Albadalejo y la escritora Elvira Lindo: justamente en el ataque número 6 Lindo aparece como actriz en una historia que se inspira en su novela Una palabra tuya, obra que en el año 2008 Ángeles González-Sinde convirtió en largometraje. El tándem Albadalejo-Lindo también fue responsable del éxito de El cielo abierto, la mejor película de su autor. Albadalejo también nos ha brindado películas tan potentes como Rencor y Cachorro.
Hay que verla porque...: Tiene uno de los repartos más estimulantes del último cine español. En apenas 75 minutos vemos a Antonia San Juan, Sergi López, Antonio Resines, Adriana Ozores, Félix Álvarez y Roberto Álvarez entre otros, además de la escritora Elvira Lindo, la cantante Lucrecia y otros actores no profesionales.



Valoración: Ataque verbal forma parte de la etapa más inspirada del cineasta alicantino Miguel Albadalejo. Sus diálogos a toda velocidad denotan una autenticidad y una frescura que entronca con el Almodóvar de los 80. Aunque tiene la entidad de un film menor, los sketches de la películas son oro puro comparándolos con las operetas de José Luis Moreno o ciertos monólogos televisados. Tal vez el trabajo de algunos actores, sobre todo los más jóvenes, resultan poco creíbles. Pero el balance general es muy positivo. Albadalejo toca la comedia surrealista sin caer en el precipicio, pese al corto metraje de cada uno de sus siete episodios hay una estudiadisima descripción de personajes, ciertas frases dan ganas de apuntarlas en un papel y hay momentos que tenemos la sensación de haber vivido en primera persona, tiene algunos giros de trama realmente inesperados y la película es enteramente disfrutable como rara avis única en su especie. Ayaso y Sabroso demostraron con La isla interior que un cine más dramático era posible. Albadalejo por el contrario parece que tiene la mano curtida para la comedia. Ayaso y Sabroso levantaron la serie Mujeres. Albadalejo se dejó convencer por Telecinco para filmar el horroroso telefilm Carmina. Ojalá remonte el vuelo y vuelva el mejor Albadalejo: por eso ver o volver a ver Ataque verbal es un ejercicio además de ameno muy recurrente.
Nota: 7

MIS CDS: ILO LYMPIA, de CAMILLE

ILO LYMPIA, de Camille (Francia, 2013)
Presentación: Camille Dalmais es una de las artistas más personales del actual panorama francés. Tras colaborar en bandas sonoras y con el grupo Nouvelle Vague, lanzó al mercado su primer álbum Le sac des filles el año 2002. Le siguió Le fil, que vendió 500.000 copias en Francia y obtuvo 2 premios Victoires de la musique. Music Hole (2008) fue su primer número uno en las listas galas, coincidiendo con el lanzamiento de Le festin, canción que compuso para la banda sonora del film animado Ratatouille. Ilo Lympia es su segundo concierto grabado en directo, concretamente en el prestigioso Olympia parisino, tras Live au Trianon, y en él repasa los éxitos de toda su carrera y las canciones de su último trabajo de estudio: Ilo Veyou (2011).
Reseña: En un momento en el que las principales figuras de la música de cada país se preocupan por alcanzar el ránking de cds más vendidos y descargados, la carrera de Camille Dalmais discurre por derroteros diferentes. Los primeros 1,2,3 o Paris hacían intuir una nueva voz del pop francés, pero Le fil abrió una senda a la experimentación que la artista no ha abandonado. Camille, de hecho, no hace música: produce sonidos. Tampoco compone canciones: más bien teje ritmos, construye rimas, juega con las posibilidades de todo su cuerpo y su música se nutre de gritos, palmas y taconeos. Ilo Veyou era todo él un artificio: asumiendo que sus letras eran y son de lo más intrascendentes, con algún amago esporádico de canción protesta (La France), el estilo de Camille viró a la canción popular, y en lugar de parir un cd in strictu sensu dio a luz melodías sencillas, casi infantiles, más dadas al tarareo que a la actuación convencional. Ilo Lympia es un reflejo de todo ese proceso: hits anteriores como Ta douleur o Pale septembre siguen siendo los puntos culminantes de sus audiciones, y al mismo tiempo los tracks desnudos y minimalistas de Ilo Veyou adquieren nuevo cuerpo (Le berger o L'étourderie son las piezas más íntimas) y ganan con la hiperactividad vocal y física de la cantante (en Allez Allez Allez la cantante imvita al público a tararear la melodía, Mon premier Olympia es una coda-coña tronchante y el momento dedicado a Janine es una absoluta comunión loca entre la diva y su público). Ilo Lympia, en definitiva, pasa de lo solemne a lo festivo en cuestión de segundos, sumergiendo a los asistentes del show, o en este caso desde casa con los cascos a todo volumen, en los mundos frágiles y caprichosos que Camille dibuja con su música. Un estupendo álbum en directo que cumple una doble función: atenúa la pequeña decepción que supuso para parte de sus fans Ilo Veyou y demuestra una vez más que Camille es una cantante única, más todavía en las distancias cortas y escuchándola en directo.


Recomendado para: Coleccionistas de los mejores 'Live in...'
Los mejores tracks: Allez, allez, allez, Au port.
Nota: 8


martes, 19 de marzo de 2013

Crítica de SUPERCLÁSICO (NOCHE DE VINO Y COPAS), de Ole Christian Madsen

A Uggo Kollado, genial proveedor de links.

10 CLÁSICOS DEL (DES)AMOR NÓRDICO
Clásico número 1: llegada cierta edad, el amor termina. Anna está cansada de su marido y de lo que representa: una rutina que pesa como una losa y que no le deja crecer en lo personal y en lo laboral. Por eso viaja hasta Argentina y descubre en brazos de la joven sensación del fútbol ché la llama del primer día y el brío que da volver a una vida sexual activa. Un mal al que llaman la crisis de la edad adulta y en el que se vuelven a hacer chiquilladas. Clásico número 2: el vértigo que da dejar lo tomado como costumbre. Christian, solo en Dinamarca y sin su mujer, no es nada. Es el hombre mimado que buscó esposa y a su manera una madre. También se aferra a la locura de los cuarenta: el hombre decide irse de forma inesperada e impulsiva hasta Buenos Aires para reconquistar el terreno perdido y lograr que Anna vuelva. Clásico número 3: que las disputas familiares y los procesos de separación o divorcio dejen fuera de juego a los hijos, algo injusto cuando son las verdaderas víctimas. Oscar es el adolescente tímido, romántico y de ropa gótica que se resiste a ser una posesión por la que pugnan Christian y Anna. Quiere a ambos, por un momento se siente fascinado ante el nuevo paisaje que se abre ante sus ojos y finalmente reclama su independencia y se escapa de casa para vivir su primera historia de amor. Eso a riesgo de cometer un grave error, de ser el calzonazos que intuye en su padre y el soñador de herencia materna. Clásico número 4: el fútbol como elemento narrativo que une y separa a los personajes. En los países nórdicos la afición por el balonpié es mínima (otra cosa es el hockey sobre hielo), pero en Argentina los colores de un equipo se sienten, se viven y alteran la vida de toda la ciudad. La llegada de los personajes a Suramérica coincide con la celebración del Superclásico de la liga local, y el fútbol queda asociado a todo lo negativo porque Juan, la nueva pareja de Anna, es el máximo goleador del continente. Clásico número 5: que entre tanta pelota, comedia y drama la historia caiga en los consabidos tópicos o discurra por el camino fácil. Superclásico no lo hace. Es una película simpática, conciliadora, bastante inteligente a la hora de plantear el conflicto, irse por las ramas del absurdo y volver a encontrar el orden en el último minuto a favor de lo plausible, no de lo deseado por el espectador o de lo marcado por cierto cine complaciente y edulcorado. Es clásica, sí, pero no sucumbe al cliché. Por ser clásica tal vez pierda la posibilidad de ser una gran película, pero cumple de sobras su papel de entretener en su constante toma y daca de cal y arena. Clásico número 6: Anders W. Berthelsen y  Paprika Steen están excelentes, como siempre. Finalmente, clásico número 7: la falsa idea de que Dinamarca es un país aburrido y de que su cine es más serio que un salmo de misa. Digamos que Superclásico se define por una 'elegancia' muy nórdica: no se esperen una gran comedia de enredos o un producto descacharrante. Pero díganme otra cinta danesa en la que oigamos hablar en castellano, en la que veamos la cara naif y oscura del amor, en la que la historia sea sincera y no quiera ser más de lo que es. Superclásico es una película cálida y amable que ama lo clásico siguiéndolo y desmontándolo. Es un clásico, el número 8, pero es cierto: nos gustan las comedias románticas. Esta puede que no sea una comedia. Ni tan siquiera romántica. Ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario. Es danesa, o sea, diferente pero igual: clásico 9. Es una de las cintas más exitosas del último cine nórdico y la representante danesa a los Oscar 2012 (logró estar en el primer corte de nueve seleccionadas). Y como el clásico dicta que no podemos acabar con un número impar, el apunte número 10: si son de los que rastrean ese cine oculto que no llega a las salas pese a tener calidad y potencial para triunfar entre nosotros, Superclásico debe estar en su lista de descargas pendientes. Porque por desgracia ya es tradición que la flora y nata del mejor cine europeo solo tenga presencia en internet. ¿Fútbol y amor? ¿Y eso de 'afortunado en el juego, desgraciado en amores? Les garantizo una sesión muy agradable.


Para seguidores de las delicatessen del norte
Lo mejor: Su falta de pretensiones.
Lo peor: Es fácilmente cuestionable.

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Nota: 6

CORTOMETRAJES: CURFEW (HORA LÍMITE), de Shawn Christensen

CORTOMETRAJES 03: CURFEW (HORA LÍMITE), de Shawn Christensen (EE. UU., 2012)
Palmarés: Oscar al mejor cortometraje del 2012. Premio al mejor cortometraje en los Festivales de Cleveland, Estocolmo, Granada y Nashville. Premio del jurado del Festival de Woodstock. Premio del público en los Festivales de Bruselas, Toulouse y Clermont-Ferrand. Triple reconocimiento en el 24fps International Short Film Festival: mejor cortometraje, premio del público y galardón al mejor actor.
Comentario: Curfew es un ejemplo de que las historias más notables son aquellas que están dotadas de alma. Con poquísimos elementos, con unos personajes que no conocemos pero que en pocos minutos se hacen querer, con una historia extraña a la par que reconocible, Curfew es un relato de corto formato pero de largo recorrido. Imposible no volver a ella, acordarse de alguna escena días después de su visionado o interrogarse cómo empezó el conflicto y en qué punto quedará el mismo tras el The End marcado por el director. Porque logra algo muy difícil: no solo cuenta con la atención del espectador sino con su empatía. La historia nos gusta, pero ante todo nos importa. Roba el corazón sin trucos bajos en apenas un cuarto de hora. Curfew nos acerca el devenir de Richie, un drogodependiente egoísta decidido a cortarse las venas. Pero el destino es irónico y una parte de su pasado en forma de una sobrina sabelotodo cambiarán el naufragio por un nuevo comienzo. Christensen, notable tanto en sus tareas de director como de actor, saca oro y candor de unos escenarios y unos prototipos a priori nada amables. Tiene toques de Sofia Coppola y del Vincent Gallo de Buffalo '66 por su nocturnidad, su aliento mágico, su obsesión por la figura del fracasado, su descripción de una generación desencantada, su aspereza exterior y su belleza interior. Hay que seguir la pista de Shawn Christensen: puede brindarnos muchísimas alegrías en breve.


Para buscadores de historias terapéuticas.
Lo mejor: La química de sus actores.
Lo peor: Cierta tendencia a la carambola narrativa (final incluido).

Nota: 7'5

lunes, 18 de marzo de 2013

Crítica de STORAGE 24, de Johannes Roberts

Ya hemos perdido la cuenta de cuántos fines del mundo, invasiones alienígenas y ataques de origen desconocido han aterrado en las grandes pantallas en los últimos años. La necesidad de contar la situación de pesimismo actual sirviéndose del gran potencial del género fantástico y de un presupuesto ajustadísimo es la tónica habitual de sinfín de títulos. Lo que pide el fan es unos mínimos de originalidad, una pequeña variación del esquema habitual. Eso fue precisamente lo que dio Aftershock en el pasado Festival de Sitges, y es también aquello que no consiguió ofrecer otra de las cintas proyectadas en el mismo certamen fuera de la selección oficial: Storage 24. La película sucede en una nave de almacenaje mientras en el exterior unos extraños cuerpos venidos del cielo están acabando con todo lo que conocemos. En ese contexto, la película toma a un personaje totalmente alienado que se plantea como único objetivo volver con la novia que le ha dejado, eso hasta que la presencia del monstruo pase a un primer plano y los instintos de supervivencia afloren en todos los personajes. La pena es que no hay variación, mutación, alteración o sorpresa en el camino que ha previsto el director para su historia ni en las expectativas que se hace su audiencia nada más empezar la sesión. No molesta su lado cutre, que su sangre sea descaradamente mermelada de frambuesa o que todo su potencial terrorífico esté en subir el volumen de unos ruidos fabricados en la sala de montaje, sino lo llana y previsible que resulta para conocidos y extraños del cine destroyer. Porque se intuye a leguas cómo se resolverá el lío amoroso del inicio. Porque dan ganas de que el monstruo acabe exterminando la nadería de los personajes. Y porque como demuestra la notable Aftershock en el cine, más si cabe en el de terror, más vale maña que fuerza. Storage 24 la hemos visto sin verla, la conocemos sin saber de su existencia, sabemos su final antes incluso de presentar sus credenciales. Películas que fuera de la vorágine de un festival quedan deshinchadas y descontextualizadas. Totalmente prescindible.


Para devoradores compulsivos del cine fantástico.
Lo mejor: El personaje que habita el almacén pide a gritos una película propia.
Lo peor: No saca potencial al monstruo.

Nota: 4

SEMANARIO 2: LOS POSTS DE LA SEMANA

¿Te perdiste algún escrito del blog? Con nuestro semanario puedes recuperar las distintas publicaciones de todas las semanas. En el margen derecho del blog, en la sección 'semanario', puedes (re)leer los distintos artículos ordenados.


CONTENIDOS DEL BLOG

Semana del 11/03 al 17/03 de 2013

Crítica: ALEX CROSS (EN LA MENTE DE UN ASESINO), de Rob Cohen
Crítica: EL CALLEJÓN (BLIND ALLEY), de Antonio Trashorras
Clásico moderno: ¡VIVIR!, de Zhang Yimou (China, 1994)

Cine nórdico: AMOR ES TODO LO QUE NECESITAS, de Susanne Bier
Cine queer: HOW TO SURVIVE A PLAGUE, de David France
El cd: RAY OF LIGHT, de Madonna
La banda sonora: MARÍA ANTONIETA (MARIE ANTOINETTE), de VV. AA.
El cortometraje: LA CONCEJALA ANTROPÓFAGA, de Pedro Almodóvar

domingo, 17 de marzo de 2013

MIS SOUNDTRACKS: MARÍA ANTONIETA, de VV. AA.

MARÍA ANTONIETA (MARIE ANTOINETTE), de VV. AA. (Sofia Coppola, EE. UU., 2006)
Reseña: Sofia Coppola tiene mucho tacto a la hora de elegir las bandas sonoras de sus películas, ninguna de ellas convencionales. Para Las vírgenes suicidas contó con el grupo de electropop francés Air, por los que Coppola siente admiración y comparte amistad. Alone in Kyoto, también de Air, sonaba en Lost in Translation, al igual que Just Like Honey y otras piezas de pop melancólico. Pero el caso de María Antonieta, con el que escandalizó a Cannes y a medio mundo, es especial. Nunca antes una banda sonora había dotado de tanta personalidad a una película. Que a los ropajes y las intrigas palaciegas les corresponden músicas de cámara de lo más solemnes... pues Coppola opta por hacer un recorrido por el mejor pop indie de los últimos años, e incluso la presencia de música clásica sirve para aportar humor a ciertas escenas. María Antonieta fue una inconsciente, pero ante todo una reina adolescente: Coppola, en definitiva, hizo un tracklist particular para la primera dama que de vivir en el S. XXI estaría de parranda constante por las discotecas de turno. Coppola lleva al extremo, entre el sublime y el ridículo, tanto a su película como a su protagonista. Así, suena I Want Candy mientras Dunst hace una cascada de champán con distintas copas, pone The Melody Of a Fallen Tree cuando la reina se siente vacía en Versalles, y Vivaldi convive con New Order, The Cure o los Siouxies de la forma más natural. Obviamente también hacen acto de presencia los Air con la balada susurrada Il secondo giorno: Coppola transgrede con los ritmos y también con los idiomas. A la reina lo que es de la realeza: la moda de nutrir las películas con canciones 'molonguis', de Juno a la reciente El lado bueno de las cosas, empezó con Coppola. Y si no convence a los puristas como banda sonora (están en su derecho), el doble cd que compone el soundtrack es uno de los mejores recopilatorios de música rock y pop indie en inglés.
Los mejores tracks: Aphrodisiac de Bow Wow Wow, Ceremony de New Order, Pulling Our Weight, de The Radio Dept.
Nota: 10

sábado, 16 de marzo de 2013

Un canto a la vida: Crítica de ¡VIVIR!, de Zhang Yimou

Un canto a la vida
¡VIVIR! (Huozhe, To Live), de Zhang Yimou (China, 1994)
¿De qué va?: Xu Fugui asiste todas las tardes a un bar cercano para jugar a los dados. Un día pierde todas sus propiedades y su mujer Jiazhen, embarazada y con una pequeña de pocos años, lo abandona. Tiempo después Fugui vuelve de la guerra y Jiazhen sobrevive con el poco dinero que le aporta su actividad como aguadora. Fugui se promete saldar su deuda con su familia y entiende que no hay nada más importante que los que más quiere. Fugui ameniza las gentes de su pueblo con su espectáculo de marionetas, unas figuras bellísimas que le dio su antiguo compañero de juegos. Eso hasta que llegue la Revolución cultural y todo cambie. Es entonces cuando entran nuevas personas en la casa de Fugui y Jiazhen, se producen nuevas deudas a saldar y la vida sigue sin prisa pero sin pausa.
Palmarés: Nominada al Globo de oro y al National Board of Review y ganadora del Bafta a la mejor película de habla no inglesa. Premio al mejor actor (Ge You), gran premio del jurado y premio del jurado ecuménico en el Festival de Cannes 1994. Representante china a los Oscar 1994 (no obtuvo la nominación).
Tráiler: Link


Valoración: La vida es compleja. Es muy larga y al mismo tiempo todo sucede a la velocidad de un suspiro. Tiene sinsabores, sus momentos alegres y etapas oscuras. Pero vale la pena vivirla. ¡Vivir! es un canto a la vida, la película con la que el chino Zhang Yimou se consolidó definitivamente entre el público y la crítica europea. La cinta acompaña el devenir de un matrimonio a lo largo de 40 años en los que las luces y las sombras se irán combinando como en un espectáculo de marionetas proyectadas sobre una sábana iluminada. Yimou habla de su país a medio camino entre la complaciencia y la (auto)crítica. Pero no hay rebeldía en su mirada. Ni resquemor. Ni odio. Porque la vida nos lleva por caminos inesperados. No hay que aceptar los avatares del destino con desánimo o desde el lado más pusilánime. Simplemente las cosas suceden cuando suceden y como suceden. Y eso no significa tener una actitud complaciente o derrotista. Es la filosofía, obviamente asiática, que basa el discurso del sabio, el gran Yimou. ¡Vivir! acaba como un haiku precioso, una colección de imágenes hondas, un ramillete de escenas costumbristas en el que el verdadero espectáculo reside en las cosas sencillas (o complejas, según se mire). Yimou nos dice que no hay mal que por bien no venga, que siempre vale la pena seguir adelante, que la vida sin tener alguien con quien compartirla es menos vida, menos viva, menos real. Es desgarradora cuando debe serlo, luminosa cuando la fortuna sonríe a la familia protagonista. Algunos leerán la película en clave política, pero Yimou inteligentemente pone palos a la rueda y construye un callejón sin salida para los que quieran ver la transparencia de ¡Vivir! desde la suspicacia. ¡Vivir! no se posiciona ni a favor ni en contra de la figura de Mao y su Revolución Cultural. Es vitalista, aunque la historia esté llena de momentos tristísimos. Películas así, tan bien contadas, tan delicadas y tan pacíficas no solo engrandecen una cinematografía sino que cumplen una función social catártica y curativa (en este sentido, hay que reconocer que el cine español casi nunca logra eso con sus constantes revisiones del Franquismo). ¡Vivir! no es una película de ojos rasgados destinada a complacer a una audiencia internacional, la crítica que se le puede hacer a títulos como Adiós a mi concubina, El olor de la papaya verde o El banquete de bodas. No es casualidad que las tres obras citadas optasen al Oscar y que ¡Vivir! quedase apeada de las puertas de Hollywood. Tampoco que en ¡Vivir! haya un poso del cine familiar de Ozu y un aliento clásico. O que algunas escenas y miradas queden suspendidas en el tiempo y alargadas en metraje, como si el film buscase la belleza auténtica de lo pequeño en detrimento del cine ligeramente exótico que frecuentan Kaige y el primer Lee. Uno acaba de ver ¡Vivir! con el corazón acongojado y con el pecho henchido. Y con la certeza que en próximos visionados resultará más épica, más emocionante. Es una lástima que Yimou ya no frecuente el melodrama en favor del cine de espadachines. ¡Vivir! es su mejor película junto a La linterna roja y Ni uno menos, cintas a las que les debo un segundo visionado. Vean ¡Vivir! con la mente abierta y con la seguridad que les tocará la fibra sensible horas, días, semanas después de verla. Una película protagonizada por buenas personas, algo sumamente atípico. En la dulzura de Gong Li al ver que su marido ha perdido todas sus propiedades en los dados, en el cariño de la madre que cocina bolas de arroz para su pequeño, en la joven sordomuda que se emociona al despedirse de los suyos el día de su boda o en la figura del padre que zurra a su único hijo varón en el comedor comunal hay mucho cine y una gran lección de vida. Obra cumbre del reciente cine chino.


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Nota: 8

viernes, 15 de marzo de 2013

MIS CDS: RAY OF LIGHT, de MADONNA

RAY OF LIGHT, de Madonna (EE. UU., 1998)
Presentación: Madonna Louise Verónica Ciccone admite pocas presentaciones. Compositora, cantante, intérprete y recientemente directora de la película W.E. Figura clave del pop de las últimas cuatro décadas. Sus hits, videoclips, giras y escándalos son de lo más comentado y seguido. Figura en el Libro Guiness como la solista que más discos ha vendido. Su trayectoria de números uno va del Lucky Star del 1982 al reciente Gimme All Your Luvin'. Fue la encargada de amenizar el intermedio de la Super Bowl estadounidense del año pasado.
Reseña: Corría el año 1998. Madonna había conseguido el reconocimiento definitivo con la película Evita, por la que ganó un Globo de oro. Pero todavía quedaba por conocer su séptimo trabajo discográfico, de nuevo un éxito más de la cantante: ocupó las primeras posiciones de los rankings de ventas de muchos países, firmó cinco singles muy seguidos, ganó cuatro Premios Grammy y se metió a la crítica especializada en el bolsillo. Quince años después, Ray of Light sigue siendo la gran obra maestra de Madonna, su trabajo más imperecedero, el álbum con el que demostró ser algo más que una cazahits y creadora de modas. Frozen sigue siendo un género musical en sí misma. En Candy Perfume Girl o Skin el pop se fusiona con la electrónica, creando sonidos y mundos únicos. Shanti / Ashtangi, con reminiscencias indias, tampoco se parece a nada de lo hecho anterior o posteriormente por la cantante. En las letras de Drowned World / Substitute for love, Swim o Mer Girl intuímos una artista sensible que cuida al último detalle sus creaciones: tal vez estemos ante algunas de las mejores letras de Madonna (Mer Girl evoca imágenes bellísimas). Y uno se sorprende, pese al dance de Confesions on a Dancefloor, la electrónica desnuda de American Life o el toque entre discotequero y rapero de Hard Candy o MDNA, tarareando como si fuera el primer día el 'mmm', de Frozen, el 'ta-tara-ta-ta-ta' de To Have and Not To Hold o el inocente estribillo de Little Star. Un disco lleno de matices, redondo y homogéneo, con unos ritmos que van de lo delicado a lo rotundo, de lo bailable a la electrónica indie.
Recomendado para: Quienes quieran conocer los mejores discos de los últimos años.
Los mejores tracks: Ray of Light, Skin, Nothing Really Matters, Sky Fits Heaven, Frozen.
Nota: 10