sábado, 30 de noviembre de 2013

Crítica de EFECTOS SECUNDARIOS, de Steven Soderbergh

Con cada nuevo estreno de Steven Soderbergh citamos la capacidad del director para adaptarse a todo tipo de tramas con una facilidad y un aplomo increíble. En la web ya demostramos la admiración que sentimos por Soderbergh cuando hablamos de Indomable, Contagio, Magic Mike y Behind the Candelabra, films todos ellos muy diferentes pero conectados por la inteligencia de una personalidad que en lugar de buscar un estilo propio y obedecer a los designios clásicos del 'auteur' trabaja para adaptarse a las características de cada historia, de forma que sea la película y no la mirada que impone el creador sobre ella la que elija cómo debe expresarse la obra a nivel visual y narrativo. No repetiremos los elogios y las reflexiones que ya hicimos en anteriores reseñas, pero sí cabe apuntar Efectos secundarios como una lógica continuación del último Soderbergh, sumamente fructífero tanto en cantidad como en calidad. Al igual que sus compañeras, Efectos secundarios es ante todo una película moderna que parte de géneros y referentes muy marcados: en este caso podría citarse a Hitchcock, de la misma forma que en Indomable actuaba de base cierto cine de acción al estilo James Bond, o en paralelo al enriquecimiento de fórmulas como el 'cine apocalíptico' que trabajaba la coral Contagio. Todo ello ha hecho de Soderbergh un rostro tan presente en las carteleras de los multicines como en los festivales de cine, escenarios aparentemente antitéticos que el norteamericano combina a la perfección: de hecho, que Efectos secundarios compitiese en el Festival de Berlín y Behind the Candelabra en la sección oficial de Cannes de este 2013 es una prueba de la dualidad que recorre toda la carrera del director. Concretamente, Efectos secundarios es un thriller bien construido, con una excelente dirección de actores y una estética fría a partir de una fotografía digital que confiere misterio y extrañeza a la historia. En la cinta se puede rastrear una crítica a las discutibles políticas de las compañías farmacéuticas, y a partir de la manipulación de éstas Soderbergh propone en clave de film noir una historia de traumas, miedos e identidades que quiere ser una exposición cruda del ser humano urbano del S. XXI y a la vez un ejercicio de thriller pocas veces ejecutado con tanta pasión. Por todo ello, Efectos secundarios se ve con suma atención: nada en ella resulta obvio, y aunque se esconde algún que otro farol en la manga estamos sin duda ante una de las películas más interesantes del año por su capacidad de diversión y perversión. Mucho tememos que Efectos secundarios no será la película que reconcilie a Soderbergh con sus detractores, y todavía menos será un éxito incontestable de crítica o público, seguramente porque el film, en sus infinitas mutaciones, acaba poniendo a prueba tanto al espectador que busca la mera evasión como al que intenta descifrar los fotogramas en clave comprometida (y lo dicho, además, se aplica a todos los títulos de Soderbergh que citamos arriba). Efectos secundarios tiene sus defectos y tal vez ganaría enteros con un guion con menos curvas, pero en conjunto es otra píldora más de Soderbergh para afianzar su extraña condición de exitoso incomprendido. Nosotros compramos el fármaco, y nos aventuramos a afirmar que habrá que volver en breve a la filmografía de Soderbergh como una de las mejores ilustraciones del loco mundo en el que vivimos. Efectos secundarios difícilmente aparecerá entre lo mejor de la cosecha del 2013, pero puede que capee mejor el paso del tiempo que otras obras más aplaudidas.


Para buscadores de thrillers muy muy negros.
Lo mejor: Las interpretaciones de Mara y Law.
Lo peor: No saber más detalles del personaje de Zeta-Jones.

Nota: 6'5

viernes, 29 de noviembre de 2013

Crítica de LE WEEK-END, de Roger Michell

Hay cuestiones con respecto cierta crítica cinematográfica que aun pensándolas no las expresarías nunca, pero que al asistir a un evento como el Festival de San Sebastián se vuelven tan evidentes, al observarlas de forma tan directa en el mismo auditorio de proyección producen tal sensación de contrariedad que de golpe y porrazo surgen de tu interior como aquel gran secreto jamás confesado. Lo diremos de la forma más clara y elegante posible, y de ello el lector podrá entender los perfiles diferentes de quienes aplaudieron y de quienes no expresaron ningún señal de afecto hacia Le Week-end
Muchos cronistas cinematográficos criados en el seno de la Nouvelle Vague francesa y el Neorrealismo italiano sienten una animadversión incomprensible hacia el cine asiático, las cintas 'de género' o las películas de nueva factura; nos referimos a ese sector apolillado que habló pestes de las gentes del Dogma 95 sin darse cuenta de que en esencia el movimiento planteaba cuestiones ya formuladas dentro de la historia del cine; o los mismos que prefieren narraciones lineales, en orden cronológico y mucho diálogo en detrimento de las piruetas visuales fruto de las conquistas técnicas de los últimos años. Otro sector, en cambio, siente un profundo desapego por lo tradicional, se ha criado con el cine norteamericano de los setenta y ochenta, utiliza el cine como ejercicio de evasión y entidad abstracta llena de mitomanías, y como resultado entiende el cine como arte pero también como industria, algo que les sirve para arrugar la nariz siempre que el otro bando más inmobilista defiende 'x' film por sus referentes o supuestos vínculos con 'los clásicos indiscutibles'.


Los más perspicaces ya se habrán percatado que Le Week-end, film británico que cuenta el viaje a París de una pareja de ancianos que pasa un momento difícil en su relación conyugal y en sus vidas por separado, encantó a los miembros del primer grupo, y gustó, aunque sin demasiado euforia, a los del segundo. No citaremos nombres de profesionales o sellos concretos, pero los que siguieron las tablas críticas de las distintas revistas pudieron darse cuenta de esa profunda división. No se trata de que como espectadores nos situemos en una corriente de opinión u otra, ni tampoco intentamos desde aquí dirigir la opinión de Le Week-end hacia un bando concreto, pero sí sirve para alertar a todos: hay que relativizar todo lo que se escriba sobre el film en los próximos meses. 
Se han escrito maravillas y frases muy frías con respecto Le Week-end, y todo ello no hace justicia a la película. Personalmente no coincido ni con unos ni con otros: la obra no me apasiona porque ya la hemos visto mil veces, muchas de ellas mejores, firmadas por nombres como Woody Allen o Julie Delpy, pero al mismo tiempo es innegable que los actores tienen libertad de acción, absoluta complicidad y gran protagonismo en escenas tan bien planteadas como la cena en casa del amigo del personaje de Jim Broadbent. La decisión del jurado de premiar al actor inglés con la Concha también resulta sospechosa: o bien el jurado estaba entre los entusiastas y seguramente cambió el premio de interpretación femenina a última hora ante el imponente trabajo de Marian Álvarez, algo que afectó al marcador de Le Week-end, o bien el grupo liderado por Haynes no estaba entre los apasionados pero sentía cierta obligación de premiar a un film tan fácil de galardonar como difícil de cuestionar por el oficio de todas sus partes. Le Week-end dará pie a muchos ríos de tinta: ya lo hizo durante el certamen y lo hará antes y después de su inminente estreno. Desde el blog ya dejamos clara nuestra postura: el film es una colección de momentos ingeniosos con otros tópicos. Y sí: ya estamos cansados de París como ciudad cinematográfica de la escapa cinematográfica, de la buena comida, de la Torre Eiffel y de tantas otras cosas más. 


Para entusiastas de las crisis maritales en manos de actores portentosos.
Lo mejor: Ni innova ni quiere innovar (según el grupo uno).
Lo peor: Ni innova ni quiere innovar (según el grupo dos).

Nota: 5

jueves, 28 de noviembre de 2013

Crítica de QUAI D'ORSAY, de Bertrand Tavernier

Lo escuchamos en la radio, lo leemos en los periódicos y lo vemos en infinidad de tertulias televisivas: el estamento político no podría estar más desacreditado. Con todo, hablar mal de quienes nos gobiernan se ha convertido en algo tan habitual que ha perdido todo tipo de sentido. Desconfíen de quienes reniegan de nuestros dirigentes: no existe discurso más pueril, derrotista y peligroso. Por eso, para transformar la realidad (que no maquillarla), y para darnos cuenta de cómo operan esas figuras públicas y carteras tan impopulares (no basta con simplemente 'dar una opinión'), el cine es, otro tópico pero cierto, un arma cargada de futuro. Algo que vale la pena tener en cuenta si quien habla es Bertrand Tavernier, director más que destacable al que nadie cuestiona su capacidad creativa y su compromiso social. Y si a las tablas del sabio se le añade una comedia atípica llena de bufones, viñetas de cómic entre pasillos administrativos y 'butardes' en mitad de textos de importancia nacional, el interés crece y crece. A Quai d'Orsay, independientemente de que se describa con adjetivos más o menos entusiastas, nadie le niega un hecho impepinable: llega en el momento más adecuado, su historia no podría ser más vigente, y su intención de canalizar las desgracias de la crisis en sonoras carcajadas merece sólamente por la idea una tremenda adhesión por parte de todo el estamento cinéfilo.


Aquí terminan los elogios hacia Quai d'Orsay. Ahora sí: empecemos con las críticas. Porque la película tiene distintos aspectos que al mismo tiempo pueden encandilar o irritar al público: en este caso, siento decir que fui de los que asistió a las risotadas de la platea entre cabezadas y miradas de asombro. Uno: en Quai d'Orsay es fácil perderse, ya que parte de su humor y sus referencias remiten a un componente local cien por cien francés, con lo que al público foráneo se le escapan gran parte de los guiños de guion. Dos: obviando todas esas citas más o menos indescifrables, todo lo demás está formado por diálogos que se suceden a la velocidad del rayo, con muletillas molestas, tonos repelentes y repeticiones cansinas. Estará muy cerca de lo ingenioso, no lo ponemos en duda, pero para quien escribe el film resulta crispante y tedioso. Y tres: al situarse en el plano de la parodia pasada de rosca, el film comete el error de perder su referente, de olvidar el individuo que se refleja en el espejo desvirtuado de la comedia, y como resultado todo se antoja irreal, paradójicamente intrascendente e inocuo. Recapitulamos: Quai d'Orsay termina teniendo un efecto contrario al planteado en un inicio, ya que ni sirve como distensión política ni convence como sátira crítica, ya que en su particular sentido del humor es más blanco y circense que ácido e inteligente, justo lo que se le pide a una película que describe las interioridades de quienes copan el poder. ¿Conclusión? Quai d'Orsay tiene numerosos atractivos, pero al final demuestra ser muy ruidosa por fuera y profundamente vacía por dentro. Para el blog, una película fallida. Para la crítica reunida en Donosti, la mejor cinta de la sección oficial. Lo mejor es que vean y decidan por ustedes mismos: Quai d'Orsay, pese a todo, incentiva y reivindica el espíritu crítico.


Para los que quieren reírse de los dramas.
Lo mejor: No se parece a ninguna otra película reciente y viene a cubrir un espacio que muchos necesitaban: el de la comedia política.
Lo peor: Será que la realidad es más surrealista de lo que pensamos, pero cuesta entrar en el film cuando no te crees nada de lo que sucede y se dice en pantalla.

Nota: 3

miércoles, 27 de noviembre de 2013

MIS CDS: RACINE CARRÉE, de STROMAE

RACINE CARRÉE, de Stromae (Francia, 2013)
Presentación: Paul Van Haver, conocido como Stromae, es uno de los raperos más populares de la escena francesa y belga. En 2009, la canción Alors on danse, incluída en su disco de debut Cheese, fue número uno en todos los países francófonos y se escuchó en Italia, Alemania y Holanda. Con tal sólo 28 años y su segundo trabajo, Racine Carrée, Stromae es un músico reputado, autor de una de las piezas más sonadas del año: Papaoutai.
Reseña: Racine Carrée es un ejemplo más de la influencia del rap en los hit parades franceses, un éxito que es comparable al gancho que tiene el reggaeton entre nosotros. Afortunadamente Stromae ha superado el boom de ese trampolín llamado Alors on dance y en su nuevo cd nos encontramos ante un virtuoso que firma todas sus músicas y letras. El álbum muta del hip hop al rap, de ahí vira a la música electrónica y sigue con homenajes a los ritmos tribales (su padre era ruandés). Stromae pone voz a los problemas de una Francia crispada por la crisis y la inmigración, pero sus composiciones no son denuncias baratas: Racine Carrée tiene suficiente entidad como para ser carne de remixes y de tracks discotequeros, pero sus intenciones van mucho más allá (de ahí que se trate de un conjunto de temas que puede gustar a públicos muy diversos). Si las once canciones del álbum combinan la farsa con lo serio es mérito de Stromae y el personaje que el cantante ha creado en distintos vídeos colgados en su web y perfil de Youtube. Ta fête abre fuego y nos invita a la fiesta particular del cantante donde ni las madres ni los jueces, en clave irónica, pueden parar las ganas de pasarlo bien. Papaoutai tiene una letra muy aguda ('todo el mundo sabe cómo se hacen los hijos, pero nadie conoce cómo se hacen los padres', canta) y un ritmo muy pegadizo: de lo mejor del año. Bâtard versa sobre lo difícil que es no ser racista o sentir antipatía-recelo por gente contraria a nuestros principios u opiniones ('por una cosa u por otra, eres bastardo, lo eres y así te quedarás'). Ave Cesaria nos traslada a África y tiene una de las bases musicales más juguetonas de la composición. Tous les mêmes y Avf son claros ejemplos de 'singles que nunca serán singles': Stromae borda los estribillos. Sommeil hace pensar en Air, y Humain à l'eau es el tema que más cede a la moda rapera 'de masas' (es el track más 'rocoso' para los que no están acostumbrados a ciertos rimos 'machacantes'). Y finalmente Formidable, la crónica de alguien que ha tocado fondo (el estribillo es un lamento: 'tú eras formidable, yo era patético') es claramente un tema comercial a la vez que político y de posible lectura romántica: el videoclip juega a la provocación con un Stromae que simula ser un borracho en las calles de París, demostrando la fina línea que separa la admiración del rechazo popular. Uno de los trabajos discográficos del 2013 que aguanta más escuchas, fresco e hiriente a partes iguales.


Recomendado para: Los que quieren amar un cd de hip hop sin gustarles el hip hop.
Las mejores canciones: Ta fête, Bâtard, Formidable.
Nota: 9

martes, 26 de noviembre de 2013

Crítica de JOVEN Y BONITA (JEUNE ET JOLIE), de François Ozon

François Ozon vuelve a interesarse por la adolescencia y el choque que se produce entre el mundo de los jóvenes y de los adultos. Joven y bonita llega después de su cinta más celebrada, En la casa, y lejos de decepcionar revela a un Ozon más refinado, más seguro como narrador y más provocador que nunca. La eterna sensibilidad e identificación femenina del director le lleva a acercarnos la historia de Isabelle, una chica de dieciséis años que tras tener su primera experiencia sexual acaba prostituyéndose en hoteles de lujo. Lo que en otras manos sería una invitación a la inmoralidad y a lo rocambolesco, Joven y bonita combina la sórdido con lo delicado y amplía su discurso hasta ofrecernos un bello retrato de la sexualidad y los tabúes de una sociedad mojigata. Ozon dispone el relato en cuatro partes o estaciones del año: el verano coincide con el primer contacto sexual, con la familiarización de lo prohibido y la desinhibición que acompaña al calor; el otoño es el momento en que Isabelle se mete de lleno en su papel de chica de compañía y disfruta de la rutina y el riesgo que implica su inusitada dedicación; el invierno es el tiempo de la reclusión, y a la caída de las hojas se desvela también el secreto de Isabelle, abriendo un cisma en el seno familiar; y finalmente llegamos a la primavera, que puede entenderse como el regreso de un tiempo cíclico o bien el final de etapa de una Isabelle que ha sabido reconducir su incontenible hambre de sexo. Todos esos tiempos son también el retrato de distintas mujeres: al principio, Isabelle pasa de niña a mujer para posteriormente explotar toda su carnalidad con otros hombres a cambio de dinero, y finalmente esa historia tiene serias repercusiones tanto en la madre de Isabelle como en la esposa de uno de los clientes de la chica. Ozon no juzga a su protagonista, no explicita los condicionantes personales y externos que han podido llevar al personaje a cruzar la frontera del voyeurismo, no reconduce su historia hacia determinada gratuidad o reflexión concreta, ni tan siquiera ofrece asideros para leer el film en una única dirección (puede discutirse si el plano que cierra el drama es real o bien imaginado por Isabelle): de ahí surge la ambigua y subyugante belleza de una película cargada de melancolía que tras su chocante premisa esconde una oda a la mujer. Ningún otro cineasta a excepción de Almodóvar juega tan bien con los extremos y sale tan victorioso como Ozon. En Cannes se habló de film menor, pero Joven y bonita es la consagración de un autor y de una peculiar forma de acercarse a los entresijos femeninos tanto a nivel plástico como emocional. Una gran película.



Para estudiosos de la figura de la 'femme fatale'.
Lo mejor: Marine Vacth, una de las revelaciones del año.
Lo peor: Que no conozcamos más detalles del hermano de Isabelle (no por casualidad, el film se abre con el pequeño espiando a una semidesnuda Isabelle tumbada en la playa).

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Nota: 8

lunes, 25 de noviembre de 2013

SEMANARIO 36: LOS POSTS DE LA SEMANA

¿Te perdiste algún escrito del blog? Con nuestro semanario puedes recuperar las distintas publicaciones de todas las semanas. En el margen derecho del blog, en la sección 'semanario', puedes (re)leer los distintos artículos ordenados.

 CONTENIDOS DEL BLOG


Semana del 18 al 24 de noviembre

Lista: LAS 12 MEJORES ACTRICES SIN NOMINACIÓN AL GOYA

Estreno: Reseña de BLUE JASMINE, de Woody Allen
Estreno: Reseña de LA POR (EL MIEDO), de Jordi Cadena
Estreno: Reseña de ¿QUIÉN MATÓ A BAMBI?, de Santi Amodeo

Sitges 2013: Reseña de JODOROWSKY'S DUNE, de Frank Pavich
Queer Cinema: Reseña de KEEP THE LIGHTS ON, de Ira Sachs
Soundtrack: EL CARTERO (Y PABLO NERUDA), de Luis Bacalov

domingo, 24 de noviembre de 2013

LISTA: LAS 12 MEJORES ACTRICES QUE NUNCA HAN ESTADO NOMINADAS AL PREMIO GOYA

Después de desvelar la lista de los mejores actores no aspirantes al Goya, ahora es el turno de ellas. Y como siempre, 'son todas las que están pero no están todas las que son': a nuestras doce propuestas, añadan los nombres que quieran. Las consideradas aquí reúnen bastantes nexos en común: larga trayectoria en televisión y apariciones en films de éxito que la Academia no trató como merecían. Cuatro madrileñas, tres catalanas, tres andaluzas, una mañica y una argentina: os dejamos con nuestra lista.

12. YOHANA COBO
(Madrid, Comunidad de Madrid; 12/01/1985)
Cobo tuvo su momento de gloria en Cannes, donde fue galardonada como parte del magnífico reparto femenino de Volver. Con todo, fue la única de ese plantel que se quedó sin opción a Goya: Maura, Portillo y Dueñas ocupaban junto a la Gil de El laberinto del fauno la categoría de actriz de reparto. Tampoco tuvo suerte con El séptimo día, para este blog un peliculón. Lo mismo con La vida mancha, otro título colosal pero poco conocido. Y a la espera de saber si su carrera como intérprete tendrá continuidad (no sabemos nada de ella desde Vidas pequeñas), es evidente que Cobo no debería ser recordada por los papeles de niña mona que defendió como pudo en Canciones de amor en Lolita's Club, Arena en los bolsillos, Fin de curso o Bullying. Lástima que a estas alturas no sepamos nada de Tramontana, producción española rodada en la costa holandesa y catalana y único papel protagonista de Cobo en el cine. Nosotros tenemos la intuición de que Cobo dará mucha guerra en el futuro: de ahí a ser aspirante al Goya hay sólo un paso.

11. BELÉN LÓPEZ
(Sevilla, Andalucía; 28/03/1970)
Belén López es una de las caras más agradables del cine español. Por Ismael y 15 años y un día puede conseguir la nominación en breve (del film de Querejeta, Susi Sánchez también podría estar en esta lista), pero su presencia aquí se justifica por la candidatura frustrada de La distancia, film que los académicos ignoraron vilmente. Conocida en las tablas andaluzas, posteriormente reivindicada gracias a populares títulos televisivos como Motivos personales y Pelotas, y transformada en tonadillera con mal fario en Holmes & Watson: Madrid Days y el telefilm pantojil Hoy quiero confesar. Ha participado en una treintena de series para la mal llamada 'caja tonta' (sigue en antena con el culebrón de Antena 3 Amar es para siempre), y sin hacer ruido ya suma tres candidaturas de la Unión de Actores. Lo cierto es que López sigue a la espera de que alguien le ofrezca el papel definitivo en el que demuestre de una vez por todas todo su potencial. Mientras esperamos, disfrutamos de ella en sus cortas pero notables intervenciones en cine, tele y teatro: no nos gustaría que una de las mejores actrices de su generación terminase su andadura sin un Goya bajo el brazo.

10. MACARENA GÓMEZ
(Córdoba, Andalucía; 02/02/1978)
Si hay una intérprete española bizarra, amante del pringue y las tramas retorcidas, esa es sin duda Macarena Gómez. También es de las más queridas: hemos perdido la cuenta de sus 'miniroles' en cortometrajes gore y de sus salidas de tono en La que se avecina. Y de las citadas aquí, puede que estemos ante el nombre que más pronto presumirá de nominación: en el aquelarre de De la Iglesia, su enfermera desatada irradia verdad y maldad por los cuatro costados. Gómez ocupa una parcela muy concreta en nuestra industria: es la reina, por accidente y por decisión propia, de papeles tan complicados como los de drogadicta, salida, loca, enferma, punky y extravagante a distintos niveles. Sus apariciones en Dagon: la secta del mar y Verbo tenían varias horas de maquillaje a sus espaldas. Para Sexykiller precisó de clases extra en el gimnasio. Y en la teleserie Padre Coraje lo dio todo y más. Chapero-Jackson, Vigalondo y Cabezas, y actualmente tiene en cartel Del lado del verano. Para este blog, Gómez merecía nominación como secundaria en tres ocasiones: con la cantante cachonda de El calentito, con el personaje más simpático de la desafortunada Holmes & Watson: Madrid Days y como pesadilla de Hugo Silva en Las brujas de Zugarramurdi. Esa tercera candidatura todavía está por determinar: le deseamos muchísima suerte.

9. ALEXANDRA JIMÉNEZ
(Zaragoza, Aragón; 04/01/1980)
Jiménez tiene chispa, un sentido del humor más chanante de lo habitual y un físico rotundo que la convierte en carne de parodia y comedia romántica. Su nombre aparece vinculado al sello Telecinco-Mediaset casi desde sus inicios: Periodistas, Los Serrano, La pecera de Eva, Cheers y la reciente Familia lo demuestran, así como el film Spanish Movie (Silvia Abril también merece su lugar de honor en este ranking). Finiquitada su etapa como intéprete de adolescente veinteañera (La fiesta), Jiménez ha cultivado la comedia en Fuera de carta, Promoción fantasma, No controles y Las brujas de Zugarramurdi (si bien su papel en esta última es del todo anecdótico). Si la Academia fuese más cachonda, su reinterpretación de la Raimunda almodovariana en el 'Scary Movie' patrio hubiese estado nominada. Sea como sea, tendrá más posibilidades en el futuro: su carrera acaba de despegar. Y ya que estamos...: ¿para cuando una segunda parte de Spanish Movie? Ante la crisis, la risa: por eso necesitamos tanto de talentos como el de Jiménez.

8. NATHALIE SESEÑA
(Madrid, Comunidad de Madrid; 11/11/1967)
Los más jóvenes conocen a Seseña como inquilina del bloque de edificios de La que se avecina, pero el particular rostro de Seseña lleva rondando el cine y la televisión española desde principios de los 90. Hay que buscar mucho para encontrarla en episodios esporádicos de Pepa y Pepe, Farmacia de guardia, ¡Ala...Dina! o Mis adorables vecinos. También para recordarla como estudiante de música en una de las escenas más graciosas de Alegre ma non troppo. Eso sí: la situamos en seguida en el mundo castizo-satánico de El día de la bestia, en el burdel de Airbag, en las discotecas de Atómica, en el vecindario de Marujas asesinas o en la alocada familia de Carne de gallina (estas dos últimas, cintas de culto en la sombra). Seseña se ha dejado ver en títulos de humor de gusto dudoso (de Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, Todo menos la chica o Cásate conmigo, Maribel no se acuerda 'ni el Tato'), y ese detalle la ha dejado fuera del alcance de lo 'académico': de hecho, su opción más seria al Goya la tuvo de la mano de La Celestina, por la que fue recompensada por la Unión de Actores. Ojalá la serie de Telecinco le dé nueva vida a su carrera: ha aportado mucho a la comedia patria.

7. NATALIA VERBEKE
(Buenos Aires, Argentina; 23/02/1975)
De apellido belga, orígenes chés y carrera como actriz en España. Verbeke fue uno de los rostros más bonitos de principio-final de siglo, periodo en el que sumó tanto éxitos como fracasos profesionales: las series El pantano y Al filo de la ley no funcionaron, pero la audiencia sí respondió positivamente con Los Serrano y Doctor Mateo. Debe principalmente su fama a El hijo de la novia, el primer bombazo argentino en los cines españoles, y a los exitazos de taquilla de las comedias generacionales-fundacionales El otro lado de la cama y Días de fútbol, sin olvidar su trabajo en la rentable Nadie conoce a nadie. En la balanza de sinsabores están Un buen novio, thriller fallido pero que le abrió muchas puertas, la pobre comedia Carretera y manta o la muy deficiente El punto sobre la I. Formó parte del grupo de chachas parisinas de Las chicas de la sexta planta, repartía formularios a los candidatos de El método, puso voz a la animada El Cid: La leyenda y estuvo en la intriga de GAL. De momento, está desaparecida en combate: su última aparición fue en un capítulo del reality-escaparate bizarro-costumbrista Alaska y Mario.

6. NEUS ASENSI 
(Barcelona, Catalunya; 04/08/1965)
Asensi se prodiga poco en la actualidad, seguramente por aquello de que las actrices de más de cuarenta y tantos tienen difícil mantener su puesto de honor en la industria, pero en los 90 fue uno de los rostros más importantes de la pequeña y la gran pantalla. Trueba la montó en la troupe de La niña de tus ojos, pero la suerte goyesca de la película no se acordó de ella. Armero, Sáenz de Heredia y García Sánchez la moldearon como intérprete cómica, y la pescadera de Torrente, el brazo tonto de la ley la convirtió en mito guarro (gracias, en parte, al mítico baile salsero junto a Santiago Segura). Torrente fue para Asensi un arma de doble filo: si bien hizo posible su aparición en El corazón del guerrero y Arachnid, también la encasilló en cierto personaje 'de barrio' y 'de brocha gorda' como los de Marujas asesinas, El robo más grande jamás contado, El oro de Moscú, Escuela de seducción o Locos por el sexo. Sin la banda de sex symbol, parece difícil que Asensi vuelva al trono (algo parecido le ha sucedido a Beatriz Rico entre otras): su última aparición fue en Los muertos van deprisa... y de eso hace ya tres años. Porque nos encantan sus papeles en los films de Monzón y porque Marujas asesinas nos parece una joya 'chonil', Asensi mereció y merece su hueco en los Goya.

5. CLARA SEGURA
(Barcelona, Catalunya; 1974)
Licenciada por el Institut del Teatre barcelonés y vinculada a la escena catalana, tanto televisiva como teatral: no por casualidad, sus únicos premios hasta la fecha los ha recibido en casa como el Gaudí a la mejor actriz de reparto por Les dues vides d'Andrés Rabadán o el Butaca por El somni d'una nit d'estiu. Por Mar adentro se quedó fuera de los puestos de honor porque la distribuidora del film no encontró espacio para ella en las tres candidaturas actorales femeninas (Rueda, Rivera y Dueñas ganaron), y por Una pistola en cada mano el overbooking de posibles nominadas terminó beneficiando a la catalana más veterana (ganó Peña). Por Els nens salvatges volvió a aspirar al Gaudí y estará seguramente en la próxima alfombra roja de esos premios por Tots volem el millor per a ella. Por el camino, Segura ha firmado Mil cretins de Pons, la profesora mala de Tres metros sobre el cielo o uno de los rostros más divertidos de Excuses! Pocas veces las grandes damas de Barcelona y alrededores llegan hasta los Goya (a Segura se suman nombres como Àgata Roca o Vicenta N'Dongo), seguramente porque en Madrid todavía muchos se resisten a ver películas locales con su versión original en catalán, gallego o vasco subtituladas en castellano, y colateralmente no se valoran los star system paralelos (de ahí la importancia de la victoria de Pa Negre). Con o sin Goya, hay que reivindicar su carrera.

4. LETICIA DOLERA
(Barcelona, Catalunya; 23/10/1981)
En persona Dolera es menuda, angelical y calmada, pero en pantalla grande le gusta explotar su parte más oscura y gamberra: sus desatados roles en Imago Mortis, Los últimos días y sobre todo Rec 3: Génesis la han convertido en gran dama del nuevo fantástico español y ya es lo más parecido a una Sigourney Weaver ibérica de gran potencial. La hemos visto en algunas de las series con más seguimiento de la última década (Al salir de clase, Hospital Central, Los Serrano, El barco), sabe hacernos reír (El otro lado de la cama, Spanish Movie, Semen, una historia de amor) y su talento la ha llevado a ponerse al otro lado de los focos y defender la dirección de tres cortos muy interesantes (A o B, Lo siento, te quiero y Habitantes, este último visto en la última edición de la Seminci vallisoletana). Poco queda de la hija que Puigcorbé buscaba desesperadamente en Besos de gato: Dolera demostró en De tu ventana a la mía que sus posibilidades dramáticas no tienen límite. Actriz del presente pero sobre todo del futuro: a punto de estrenar Kamikaze y a falta de saber la suerte que correrá la raruna Violet, Dolera está en la lista de actrices que merecen un Goya, un Gaudí y mucho más: de momento, tiene el Sant Jordi a la mejor intérprete española del 2012 por los films de Plaza y Ortiz.

3. MANUELA VELLÉS
(Madrid, Comunidad de Madrid; 16/01/1987)
Pocas actrices pueden presumir de tener un debut en el cine tan esplendoroso como el de Manuela Vellés, aunque finalmente la Ana de Julio Medem resultó demasiado caótica para la Academia. Los votantes tampoco se acordaron de que ella era la hermana de Camino, el film ganador de su temporada. El físico y desgarrado personaje de Secuestrados se selló con otro olvido: no ayudó la fecha de estreno del film, su escasa repercusión en taquilla y la mala fama de cierto cine de género y de terror en saraos como los Goya. Y recientemente Buscando a Eimish tampoco la subió al podio, de nuevo condicionada por la mala fortuna a nivel de crítica y de distribución de la cinta. Ser una de las más jóvenes de la lista es un dato a tener en cuenta (su nominación está al caer), pero el tercer puesto del ranking está totalmente justificado: sus opciones anteriores a las distintas ternas eran cantadas, merecidas, esperadas y finalmente truncadas por factores que se desconocen. Somos gente honrada y Al final todos mueren han sido sus últimos estrenos, y en la recámara tiene la teleserie Galerías Velvet que la confirmará seguramente como uno de los rostros de la pequeña pantalla más cotizados (ha formado parte de los casts de Hispania y La Señora).

2. PETRA MARTÍNEZ
(Linares, Jaén, Andalucía; 24/06/1944)
Cuando La soledad ganó por sorpresa el Goya hace un lustro, la gran mayoría fue a las salas para descubrir ese film pequeño pero matón que casi nadie había visto en su estreno estival. Lo mismo sucedió con Petra Martínez, actriz que descubrimos a sus más de 60 años y que en poco tiempo se ha convertido en un rostro esencial del cine, la televisión y el teatro de este país (para ver algo similar hay que remitirse a la figura de María Galiana y al éxito de Solas el año 1999). Martínez, principalmente vinculada al mundo del teatro, ha merecido la nominación al Goya en varias ocasiones: ahí está el cariñosísimo personaje de Nacidas para sufrir o su participación en La noche de los girasoles. No se entiende que el entusiasmo del film de Rosales no se tradujese en una candidatura para ella. Tampoco que la anciana del bloque que vigilaba Tosar en Mientras duermes no figurase entre los mejores trabajos secundarios de su año. La mala educación, Noviembre, Que se mueran los feos y sus breves apariciones en Sólo mía, Salvajes y Gente Pez completan una filmografía capitaneada por algunos de los cortometrajes más notables de los últimos años: Allanamiento de morada y El barco pirata ganaron el Goya. A falta de Goyas, Martínez cuenta con tres premios de la Unión de Actores: esperemos que su capacidad interpretativa no quede reducida a un galardón honorífico.

1. CARMEN MACHI
(Madrid, Comunidad de Madrid; 21/09/1963)
Mujer polifacética que se dio a conocer al gran público gracias al personaje televisivo de Aída (tanto en 7 vidas como en el posterior spin-off) y que debe casi todo su prestigio como intérprete a las tablas teatrales. Entre tanto, Machi ha aparecido en el parodiado anuncio de los yogures Activia y ha presentado la gala de los Goya. Unos Goya, por cierto, a los que nunca ha aspirado: la granjera de Que se mueran los feos bien merecía un hueco en la selección de actrices de reparto, y con La mujer sin piano merecía presencia en la categoría principal. Este año tiene dos bazas: la portera parlanchina de Los amantes pasajeros y la mujer maltratada de La estrella, aportaciones notables por las que de nuevo figura en las quinielas. Almodóvar la ha sumado a su exclusivo plantel de actrices: ahí están sus apariciones en Los abrazos rotos y Hable con ella, sin olvidar la mítica concejala antropófaga del famoso cortometraje. También la hemos visto en títulos de corte muy parecido, cuanto menos vecino al del manchego, como Descongélate o Torremolinos 73. Hasta hace poco era un rostro secundario, pero ahora es sin duda una de las grandes de la escena española: en el momento en que algún valiente sepa escribirle a Machi el personaje que se merece (Rebollo y Almodóvar parecen los mejor dotados), Machi subirá al escenario a por su cabezón.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Crítica de LA POR (EL MIEDO), de Jordi Cadena

En una de las mesas que decoran el salón donde la familia de La por come y cena se observa la figura de la Dama de la Justicia con los ojos vendados sosteniendo una balanza en su mano derecha: la imagen de la famosa escultura, uno de los escasísimos elementos de atrezzo con los que cuenta el film, puede tomarse como símbolo de todo el metraje. La por es una historia de doble vía, aunque en un principio podría parecer la crónica de una represión y de una vida familiar truncada por la violencia doméstica. Al fin y al cabo, el miedo del título es un elemento que comparten tanto las víctimas como el maltratador: el miedo a irse de casa y a seguir aguantando, el miedo a callar y a hablar en voz alta, el miedo a oír las palizas que se intuyen en la habitación de al lado o de ahogar el horror con unos simbólicos auriculares de música; pero también el miedo de alguien miserable que expresa sus frustraciones con la fuerza bruta y la imposición de un régimen basado en amenazas y silencios. Obviamente en la balanza de Jordi Cadena gana la figura del más débil, representado en un adolescente harto del turbio ambiente que se respira dentro y fuera del hogar-infierno, pero también hay espacio para la madre herida, la hija que espía y el padre que golpea, porque en La por prima la idea de la escultura, el concepto que tan bien resume un título tan sintético como desnudo: de ahí que estemos ante una propuesta tan particular, una exposición vivísima de los miedos cotidianos y a la vez un estudio preciso de los mecanismos de ese miedo desde todas las perspectivas.


La por es una película de espacios y sensaciones interiores, una narrativa casi perfecta que juega a quitar cualquier morbo a una trama que aparece citada en demasiadas ocasiones en los distintos noticieros. Su estilo de planos cortos e insinuantes, sus gotas de humor negro y su violencia fuera de plano, así como la descripción naturalista de los personajes a partir de los objetos (excelente secuencia inicial), emparenta a La por con propuestas como Canino o incluso La cinta blanca, si bien el nexo más evidente es el que se establece con Elisa K (no por casualidad, hablamos de dos películas que Cadena concibió al mismo tiempo a partir de dos novelas de Lolita Bosch). Una película angustiante, muy bien defendida por sus actores (futuros nominados a los Gaudí) y con una endereza formal y estilística digna de elogio. Un film incómodo que muchos no verán precisamente por miedo, algo obvio cuando gente tan valiente como Cadena diseñan sus películas como pequeños pero potentes dardos envenenados con más preguntas que respuestas, con más intuiciones que certezas y con una personalidad y sensibilidad tan personal como coherente dentro de ciertas corrientes del último cine social (algunas muy cercanas, por no decir vecinas, como la también catalana La mosquitera). De esas películas que hay que reivindicar antes de que su paso por salas termine en anécdota: vayan a verla y estremézcanse.


Para ver y sentir el miedo en primera persona.
Lo mejor: La potencia de sus primeros y últimos diez minutos: la presencia del padre aporta al film una estructura circular y a la vez en orden cronológica francamente interesante.
Lo peor: Que en lugar de abrir debate provoque pequeñas risas de autodefensa, algo que pudimos comprobar en nuestra sesión durante el metraje y al terminar la película.

Nota: 7

viernes, 22 de noviembre de 2013

Crítica de ¿QUIÉN MATÓ A BAMBI?, de Santi Amodeo

Dentro de la amplia etiqueta de la comedia, ¿Quién mató a Bambi? se incluye en un apartado muy concreto: la 'mortadelada'. La trama avanza por medio de confusiones, los personajes se encuentran y desencuentran a base de mamporros y la gama de chistes va de la screwball comedy norteamericana (aquí sobresale Quim Gutiérrez como el gran galán de la parodia patria) al 'chiste de colegueo' que funciona por no tener nada que ver con la historia principal y por proponer al espectador digresiones en base a la popularidad de un personaje-personalidad concreto (ahí está la gran chanza que protagoniza Carmina Barrios como criada o el prescindible gag futbolístico). La mezcla no deja de ser una aportación más a otro compartimento ya marcado (la comedia ibérica con tendencia a lo soez), y es interesante destacar que ¿Quién mató a Bambi? no sigue los patrones habituales ni de la comedia de autor ni de la torrentada de turno. Otra cosa es que el conjunto resulte gracioso: estamos ante una película que en función del tipo de público que la vea resulta o bien fría o bien desmadrada, sin término medio. Para nosotros, el problema de ¿Quién mató a Bambi? está en la intrascendencia de su planteamiento: ni los personajes tienen su espacio fuera del embrollo en el que se han metido a conciencia o por azar ni las acciones que genera la sucesión de disparates están contadas de forma creible y madura. A ¿Quién mató a Bambi? le falta la chispa de la mejor comedia de enredos y no termina de desatarse: sus responsables siguen el planteamiento infantil de hacer reír a base de caracteres-comportamientos tópicos (el vizco, la chacha, el compañero tonto del curro, la niña mimada, el ejecutivo agresivo, etc.), y aunque el resultado no es estridente tampoco resulta apasionado, convincente. El material de partida bien hubiese podido dar la versión española de Un pez llamado Wanda o similares: mucho nos tememos que Santi Amodeo, autor de raíz social con films tan brillantes y poco conocidos a sus espaldas como Astronautas (las referencias a la crisis económica lo delatan), no era la persona perfecta para filmar una comedia coral con posibilidades de trascender tanto a nivel académico como de taquilla. Con todo, no debemos descartar la posibilidad de que muchos aplaudan entre carcajadas cada giro y fuga de la historia y que el film termine siendo de culto para determinado sector: ahí está el misterio del humor.


Para fieles de la comedia comiquera ligeramente desmadrada.
Lo mejor: Quim Gutiérrez,
Lo peor: El momento 'Iniesta'.

Nota: 5

MIS SOUNDTRACKS: EL CARTERO (Y PABLO NERUDA), de Luis Enrique Bacalov

EL CARTERO (Y PABLO NERUDA) (IL POSTINO, THE POSTMAN), de Luis Enrique Bacalov (Michael Radford, 1995)
Oscar 1995 a la mejor banda sonora
Palmarés: Bafta a la mejor banda sonora, y nominación a los David di Donatello italianos.
El compositor: Bacalov es un pianista bonaerense que ha cumplido este año 80 años. Su carrera ha estado relacionada con la música clásica, fusiones rock, ópera e incluso composiciones para distintos Spaghetti Westerns. Tras ganar el Oscar en su segunda y última nominación, Bacalov ocupa el cargo de director artístico de la Orchestra della Magna Grecia de Taranto. Algunas de sus piezas han sonado recientemente en las tarantinianas Kill Bill y Django desencadenado.


Reseña: La banda sonora de El cartero (y Pablo Neruda) carece por número de tracks de ser un material cinematográfico notable (las músicas solo ambientan momentos muy determinados del film de Radford), pero el compositor Bacalov sabe equilibrar calidad y cantidad. Aunque para el cd que se comercializó se insertaron poemas recitados por nombres tan variados como Ralph Fiennes, Ethan Hawke o Madonna, nosotros tomamos únicamente las piezas instrumentales que Bacalov pensó para la película. En ese apartado, es imposible no alabar la famosa melodía que se ha convertido en insignia de la cinta y en una de cantinelas más importante del cine de las últimas dos décadas. Las otras piezas, junto al Madreselva de Carlos Gardel, combinan sonidos mediterráneos, acordeón incluído, y momentos pizpiretas, musicalmente juguetones, como el que atañe a la presentación de Beatrice. El Sounds of the Island tiene tanto fuerza que Bacalov lo retoma, bien con un piano íntimo, bien con nuevas aportaciones, en pistas posteriores. Y Milonga del Poeta entre otros son tangos melódicos en homenaje a la procedencia del poeta. Frente a bandas sonoras de acción como las de Apollo 13, Nixon o Braveheart, se impuso la delicatessen musical de El cartero (y Pablo Neruda): una demostración de lo difícil que es crear una melodía reconocida y reconocible en todo el mundo, la más importante del cine italiano tras Cinema Paradiso y después de La vida es bella.
Nota: 8

jueves, 21 de noviembre de 2013

Crítica de KEEP THE LIGHTS ON, de Ira Sachs

1. El título Keep The Lights On (Mantén las luces abiertas) hace pensar en una película de mensaje esperanzador y positivo, pero en verdad estamos ante una de las obras más tristes del año, muy concretamente ante la descripción a través de cuarto cortes temporales de cómo una pareja se disuelve y se vuelve a unir a medio camino entre el espíritu del Allen neoyorkino y la pesadumbre de los clásicos franceses. Las luces, tras el visionado, acaban siendo un símbolo de la lucha, la resistencia y la tenacidad de Erik, el protagonista, ante la adicción a las drogas que sufre su pareja, Paul; y en un plano más terrenal, una referencia a la luz que Paul no quiere cerrar cuando mantiene relaciones sexuales con Erik, momento en que los dos cuerpos entran en comunión a pesar de las diferencias que los separan.
2. Keep The Lights On refleja, en paralelo, un mundo queer poco o nada explorado en el cine de temática homosexual reciente. Erik es un director de documentales que trabaja en una película sobre Avery Willard, un icono de la escena queer de los años sesenta. El personaje queda descrito dentro de un contexto cultural muy concreto: asiste a exposiciones de artistas emergentes, mantiene una vivísima vida social en pubs y restaurantes, está en contacto con gente relacionada con el mundo del arte y disfruta de un estatus de creador libre que puede vivir cómodamente sin ser reconocido al salir a la calle. Erik, en definitiva, representa el homosexual que ha podido elegir su vida y vivir su condición de forma plena, pero cuyo mundo perfecto va descorchándose hasta dejar al descubierto la superficialidad de ciertas corrientes gays ajenas a su ambiente: al fin y al cabo, el primer contacto con Paul se produce a través de una línea telefónica erótica, las adicciones de su pareja rompen de forma sistemática su estudiada rutina, y los conocimientos de Erik, su plena consciencia del mundo queer que le precede, marca una diferencia con su círculo de amistades, aunque estas se incluyan en una órbita media-alta (una lectura totalmente justificada, ya que Ira Sachs rinde homenaje en Keep The Lights On a ciertos nombres fundacionales de la cultura queer: desde el citado Avery Willard hasta el fallecido músico Arthur Russell, cuyas piezas suenan en el film, pasando por el pintor Boris Torres, pareja del director y cuyos retratos vemos en los títulos de crédito). Parece, en resumen, que el título también podría ser una mención a esa 'luz' que pone su director a algunos de los principales nombres del ser y sentir homosexual, no siempre reconocidos desde la cultura 'reinante', ni tan siquiera dentro de la órbita gay.


3. Por todo ello, Keep The Lights On es una película sumamente especial que precisa de públicos muy concretos. Sus citas a lo queer son tan marcadas que pocos sabrán apreciar el bagaje que circunda la historia, y su clásica trama de amor tortuoso, con la peculiaridad de estar encarnada en este caso en dos hombres, puede resultar demasiado tradicional para cierta crítica y demasiado transgresora para los sectores de público más anticuados. Keep The Lights On, en definitiva, no tendrá las cosas fáciles para llegar a su público potencial: su alma intelectual va más allá de la expresión kitch de siempre, y su identidad homosexual va más allá de la banalidad de cierto cine que sucumbe a la belleza y a la provocación de las escenas más subidas de tono. Mantengamos, pues, las luces encendidas: la intuición nos dice que no tardaremos en reivindicar Keep The Lights On como una de las propuestas más personales y a contracorriente de los últimos años.


Para ensanchar los dominios del cine queer.
Lo mejor: Thure Lindhart.
Lo peor: El personaje de Paprika Steen aporta muy poco.

Nota: 7

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Crítica de BLUE JASMINE, de Woody Allen

El cine de Woody Allen, cuyo ritmo de trabajo está más que asentado en la producción de una nueva película al año, parece descansar sobre dos bases: por una parte, la capacidad de convocatoria en salas de sus films y la atención crítica que merece cada uno de sus estrenos convierten su filmografía en un escaparate de culto a la vez que cercano para los órbitas menos cinéfilas, algo bastante inusual en una cartelera actual y en un discurso cinematográfico ajeno a los fenómenos de masas y sin apenas referentes dentro del grupo de autores ya consagrados; y por otra parte, Allen asiste a la constante revisión y reivindicación de su obra desde la distancia y la constancia, encadenando cintas más o menos afortunadas pero que en todos los casos se ajustan a sus deseos como narrador (no ha cedido a ninguna moda) y a su particular estilo como escritor (y más teniendo en cuenta que su faceta como actor ya parece cosa del pasado). Independientemente de la opinión que nos merezca Blue Jasmine, es innegable que Woody Allen es tal vez el único director de su generación cuya influencia ha llegado intacta hasta nuestros días: sólo partiendo de esa influencia puede entenderse por qué un film como Blue Jasmine, de esencia teatral, de alma totalmente clásica y con descripción de personajes a la vieja usanza, sigue siendo en el 2013 un número uno de taquilla mundial y un objeto de reverencia para muchos.


A Blue Jasmine, por lo tanto, nos acercamos desde la admiración y el respeto que inspira un señor, míster Allen, que hasta en el peor de los casos y en la más deficiente de sus historias tiene algo interesante que contar. Los que se suban a la imperante corriente popular-crítica que beneficia a Allen verán en Blue Jasmine una cita directa a la crisis económica y un estilo tragicómico más afilado y atinado con respecto a anteriores films de Allen. Los críticos de la vieja escuela se entretendrán estableciendo conexiones de Allen con otros títulos del mismo director, y estos a su vez con obras de otros firmantes, una operación más que lícita y plausible teniendo en cuenta la larga filmografía de su responsable. El resto seguramente detectará que Blue Jasmine, más allá de la redonda aportación de sus actrices y la fluidez escritora de su autor, cuesta situarla como uno de los mejores trabajos de Allen, aunque obviamente gane cualquier intento de comparativa con nombres recientes como A Roma con amor, Conocerás al hombre de tus sueños o Vicky Cristina Barcelona


Más allá de un giro final en la historia (que obviamente no explicaremos y que únicamente sirve para subrayar la locura burguesa de la protagonista), puede decirse que Blue Jasmine es tan efectiva como conservadora: una vez el espectador conoce los caracteres de sus actantes, la trama poco puede ofrecernos más allá de la manida tesis sobre las diferencias sociales y la demostración de que los humanos no atienden ni a teorías ni a lecciones, incluso de aquellas dictadas por la experiencia, y que por lo tanto están condenados a incurrir en el mismo error de forma cíclica en lo que respecta a sus relaciones laborales, familiares y personales. El film presenta otro escollo: pese al recital interpretativo de Blanchett (¿el personaje más almodovariano de Allen?) y Hawkins, ambos personajes resultan totalmente planos, crispantes, ligeramente histriónicos y paródicos (y por qué no decirlo: antipáticos), con lo que la platea difícilmente llega a sentir empatía por el dúo de hermanas más allá del buen funcionamiento de determinadas escenas cómicas (en este sentido, la escena en la que Augie entra en casa de Ginger y rompe el teléfono mientras los niños juegan y Jasmine, que espera la llamada de su nueva conquista, se sirve su medicación en la cocina es de una precisión abrumadora que no tiene continuidad en planos anteriores y posteriores y que demuestra que Blue Jasmine hubiese podido reformularse como excelente vodevil).


En resumen, Blue Jasmine es una película interesante que carece de las grandes virtudes de Midnight in Paris y sobre todo de Match Point, para quien escribe las mejores creaciones de Allen de los últimos veinte años: desde el momento en que vemos a Cate Blanchett en larga confesión y desfogue emocional con su anciana compañera de avión sabemos que nuestra heroína terminará su andadura perdida, encerrada en su caparazón y sin posibles asideros o confidentes, mientras que en las dos cintas citadas había una progresión narrativa y una capacidad para llenar de matices a los personajes con cada nuevo paso, escenario, página de guion y minuto de metraje. Blue Jasmine es una historia decimonónica y no costaría imaginarla como pieza de teatro: es una metáfora del inmobilismo contada con la mano curtida pero también inmóbil de Woody Allen. Afortunadamente, Allen no tiene que demostrarnos nada a estas alturas: de aquí que Blue Jasmine, pese a llegar varias décadas tarde, sea un artefacto realmente entretenido.


Para allenianos nuevos y de siempre.
Lo mejor: Cate Blanchett, seguida de Sally Hawkins y Andrew Dice Clay.
Lo peor: Tanta neura puede llegar a agotar.

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Nota: 7

martes, 19 de noviembre de 2013

Crítica de JODOROWSKY'S DUNE, de Frank Pavich

A mediados de los 70, el polémico director chileno Alejandro Jodorowsky empezó a trabajar en un ambicioso largometraje, Dune, a partir de la novela homónima de Frank Herbert. El proyecto finalmente no cuajó y en los 80 la misma historia fue llevada a la gran pantalla por David Lynch. Ahora, tres décadas después, el documentalista Frank Pavich nos cuenta cómo fue la preparación de esa frustrada cinta de ciencia ficción que quizás pudo haber cambiado el curso de la historia del séptimo arte. La premisa de 'cine dentro del cine' funciona a las mil maravillas, pero Jodorowsky's Dune no es tanto el relato de un supuesto artístico como un homenaje a un cineasta: Jodorowsky, con sus gestos, sus palabras, sus chistes y sus expresiones entre entrañables y grandilocuentes llenan la película de energía, de forma que cada locura que desvela el octogenario cineasta para el espectador se sentencia con una risa general de la platea y una total adhesión del espectador por 'el film que nunca existió'. Poco importa si Jodorowsky's Dune es un fake como una catedral, si realmente Jodorowsky remite más a un personaje que a su propia persona y exagera su relato, o si en verdad todo sucedió tal y como recoge Pavich en su documental: sea como sea, la propuesta es fascinante, con independencia de que uno conozca o no la obra y la personalidad de Jodorowsky, sea o no fan de Dune, o incluso sea o no un seguidor del cine fantastico de los últimos años.


Jodorowsky's Dune es un monumento al exceso, y todo porque Jodorowsky nos hipnotiza y utiliza a Pavich como vehículo para hacernos llegar ese detallado storyboard que ningún estudio de Hollywood tuvo los bemoles para convertir en realidad. Searching for Sugar Man nos habría resultado igual de fascinante si no hubiese existido nunca Sixto Rodríguez: lo mismo ocurre con Jodorowsky's Dune, una propuesta que se graba a fuego en la memoria del público por la singularidad de las ideas y de los despropósitos de su narrador. La ficción, el buen cine, es al fin y al cabo la ejecución de una gran idea: vean Jodorowsky's Dune con la mente abierta, sin cuestionar la veracidad de sus testimonios y el origen de los bocetos que se nos presentan. Jodorowsky's Dune puede dejar a gran parte del público fuera de su juego: para el blog es la mejor película vista en el último festival de Sitges. Pavich ha conseguido su objetivo: tras ver el film, a uno le dan ganas de rescatar o visionar por primera vez la obra de Jodorowsky. Y a su vez, Jodorowsky puede sentirse halagado y agradecido: su Dune ha llegado por fin a las salas, si bien con retraso y de la forma más insospechada, para dejar una huella imborrable en la historia del cine.


Para amantes de los supuestos, las teorías conspirativas y el arte en general.
Lo mejor: La pasión que transmite Jodorowsky a su edad.
Lo peor: Que la ambigüedad de lo que cuenta no deje ver la pasión cinéfila que hay en cada fotograma.

Nota: 8

lunes, 18 de noviembre de 2013

SEMANARIO 35: LOS POSTS DE LA SEMANA

¿Te perdiste algún escrito del blog? Con nuestro semanario puedes recuperar las distintas publicaciones de todas las semanas. En el margen derecho del blog, en la sección 'semanario', puedes (re)leer los distintos artículos ordenados.

 CONTENIDOS DEL BLOG


Semana del 11 al 17 de noviembre


Estreno: Reseña de RETORNADOS, de Manuel Carballo
Estreno: Reseña de CUERPOS ESPECIALES, de Paul Feig
Estreno: Reseña de SOMOS LOS MILLER, de Rawson Marshall Thurber

Cds: CYCLO, de Zazie
Soundtrack: TITANIC, de James Horner