miércoles, 15 de junio de 2016

CRÍTICA | HANNAH ARENDT, de Margarethe von Trotta


HANNAH ARENDT, de Margarethe von Trotta
2 Lolas de la Academia de Cine Alemán: mejor actriz y mejor película (2º premio)
Alemania, 2012. Dirección: Margarethe von Trotta Guión: Pam Katz y Margarethe von Trotta Fotografía: Caroline Champetier Música: André Mergenthaler Reparto: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch, Ulrich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl Género: Drama histórico. Biopic Duración: 110 min. Tráiler: Link Elección de Germán Arturo Cortés
¿De qué va?: Dos décadas atrás, Hannah Arendt y su marido consiguieron escapar del horror de la Segunda Guerra Mundial. Hannah, impulsada por su condición de judía, decide poner un paréntesis a su carrera como filósofa y docente para cubrir el juicio en Jerusalem de un hombre acusado de haber colaborado por el Partido Nazi. La experiencia cambió su vida, y sus escritos cambiaron la percepción de toda una generación.


CRÍTICA KOSTI: La palabra es el arma que utiliza Hannah Arendt para hacernos ver, como bien plasmó en su libro, la banalidad del mal. Pensadora y crítica social, nacida judío-alemana, tuvo el encargo de cubrir uno de los juicios que más repercusión mundial han tenido hasta el momento: el de Adolf Eichmann. A pesar de encontrarse del lado castigado por el nazismo, Hannah Arendt realizó estudios muy críticos con la situación que no agradaron ni a propios ni extraños. El retrato que le dedica Margarethe von Trotta resulta incómodo, pero muy agradecido. Su figura no sale bien parada, ni lo necesita. Sus palabras expresan la realidad de un momento, de un acontecimiento donde el horror, las imágenes y la historia no dejaban paso a un análisis puro, a un pensamiento autocrítico, ese mismo que desarrolló Hannah Arendt y que tantos abucheos le costó. Pero lo importante es que le daba igual, porque en el fondo sabía que a gran parte de sus detractores les hacía pensar, algo que parecía imposible décadas atrás. El alma de la película se centra en su personaje principal, y, como no podía ser de otra manera, Barbara Sukowa brilla con luz propia, más aún cuando comparte escena y diálogos con Janet MacTeer. Un duo magistral al servicio de una dirección comedida, casi perfeccionista, que consigue encuadrar a la perfección a una de las figuras femeninas más relevantes e interesantes del siglo XX. Por poner una única pega, nimia si tenemos en cuenta el valor didáctico e histórico que puede tener la obra, es que su valor puramente cinematográfico no aparece por ningún lado, pero eso, en ocasiones, no tiene la mínima importancia.

CRÍTICA RONNIE: La película da seguimiento al trabajo de investigación que Hannah Arendt realizó para The New Yorker sobre el juicio en contra de Adolf Eichmann, alto oficial del Tercer Reich y uno de los responsables de los campos de exterminio en la Alemania Nazi. La película presta singular atención al posicionamiento político de la historia, pero sin el uso de atajos y mostrando la situación de una manera adulta. La reflexión de la cinta sigue el proceso racional que llevó a Arendt a cuestionar la moralidad de aquellos burócratas que cumplieron obsesivamente las inhumanas y precarias órdenes de los nazis. La actuación de Sukowa sobresale de todo el reparto por su destacable y reflexiva labor. El guión de la cinta ayuda a que ésta termine siendo enteramente objetiva con diálogos buenos y adecuados. Completa el conjunto un diseño de producción al detalle que nos transporta a la época con su detallada ambientación.


CRÍTICA XAVIER: Con Hannah Arendt, el cine alemán revisita una vez más las heridas de la Segunda Guerra Mundial. En este caso, Von Trotta ofrece un retrato de la filósofa y docente Hannah Arendt, una de las personalidades más relevantes del siglo pasado. A diferencia de otros biopics, la película no se interesa por Arendt: más bien puede decirse que el personaje sirve de vehículo para expresar un intrincado estudio sobre la maldad, su naturaleza y sus verdugos. En definitiva, a Von Trotta le interesa el discurso de su protagonista (excelente interpretación de Barbara Sukowa), al menos en mayor medida que la vida e incluso la obra del personaje. De esa singularidad deriva una película excesivamente discursiva, de tono extrañamente pausado, dirigida con más corrección que convicción. De ella quedan ideas (todas ellas potentes), pero no perduran escenas memorables (formalmente se asemeja a un telefilm de presupuesto holgado). Eso explica que la película haya conseguido mayor aceptación en pases especiales (en institutos, universidades, cineclubs, etc.) que en su trayectoria comercial. Con todo, el cine necesita obras expositivas e inteligentes como Hannah Arendt, por mucho que aquí la épica de la palabra vaya en detrimento del espectáculo cinematográfico. Es una obra que invita a pensar, y eso, en los tiempos que corren, ya es mucho. ½

CRÍTICA ALBERTO: Tener entre manos a un personaje histórico tan sugerente no siempre es una enmienda habitual. Las derivaciones del discurso de esta imponente filósofa alemana han traído consigo un mar de revueltas y meditaciones sobre las nocivas acciones del ser humano. Entender y valorar el avance sociológico de sus palabras ayuda a comprender el admirable adelanto de una mujer de suma inteligencia y capacidad analítica. No obstante, a pesar del estimable punto de partida, Margarethe von Trotta edifica una especie de biopic sólido, pero a la vez excesivamente esquemático. Una película demasiado “alemana” y descriptiva a la hora de formular las acciones y compendios de esta mujer. Es indudable el buen trabajo de ambientación y la firmeza que otorga Barbara Sukowa a este personaje, pero esta película queda lejos de posibilidades expresivas y de retratos complejos para dar paso a un encorsetado vehículo de descripción anodina. ½


CRÍTICA ISIDRO: Soy la persona que conozco que más cosas ha querido ser de mayor a lo largo de su vida. Ver una película, escuchar una anécdota o conocer una persona que me entusiasmara hacía que me entrara la perra. Hasta una máscara. En parvulitos decía que quería ser león por una puta máscara que hicimos con cartulina: lo tenía todo planeado, le pediría a mi madre que me comprara el disfraz y así podría cumplir mi sueño de ser león. A la semana seguramente estaría diciendo que quería ser pirata. Y también he querido ser filósofo. En primero de bachillerato me enamoré de mi profesora de filosofía y eso siempre influye. A veces de coña digo que soy el precursor de la filosofía de lo chorra, por la que básicamente propugno la rotura con el postureo y las formalidades: no hay que tomarse nada en serio. Ni siquiera la crítica cinematográfica. Fíjate que se supone que tendría que estar hablando de Hannah Arendt y aquí estoy tan pancho contando leches. Entrando en vereda, me ha venido bien la película para acercarme un poco más a la filosofía de Arendt porque, sin ser un tratado ensayístico audiovisual, es bastante didáctica. Quizá demasiado, pero bueno, al menos tampoco es el típico biopic laudatorio (aunque no pueda evitar bastantes tics, como esos flashbacks que no acaban diciendo nada): se centra en un pasaje difícil de la vida de Arendt y nos sirve para conocerla como persona y como filósofa, y además nos invita a reflexionar sobre los límites de la culpa, el juicio viciado por el dolor colectivo y sobre su tratado estrella, la banalidad del mal. Está bien, no es una mala propuesta, pero no sé, no me ha dado ganas de ser filósofo. Filósofo de verdad, digo. Pero sí que molaría ser elefante.

NOTA MEDIA del JURADO: ★★★ 

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