miércoles, 12 de septiembre de 2012

Oscars 1993: ADIÓS A MI CONCUBINA, de Chen Kaige



Ópera, opereta
ADIÓS A MI CONCUBINA (Ba wang bie ji, Farewell My Concubine), de Chen Kaige (Hong Kong, China; 1993)
Nominada al Oscar 1993 a la mejor película de habla no inglesa
¿De qué va?: En los años 20, China y su capital Pekín están tomadas por los militares y la vida social y política discurre en una inestabilidad constante. En ese ambiente de confusión y pobreza una madre desesperada deja a su hijo bajo la protección de un maestro de ópera de formas más que expeditivas. Mediante la fuerza bruta, el maltrato físico y el estudio constante, el hombre quiere inculcar a las nuevas generaciones el oficio y la sensibilidad de la ópera china tradicional, el gran espectáculo elevado a símbolo nacional. Años después, Douzi pasará de ser un niño abandonado de físico andrógino a convertirse en la gran estrella de la ópera junto a su compañero Shitou, más extrovertido y mujeriego. Douzi está enamorado en secreto de Shitou. Ambos representan la ópera Adiós a mi concubina: Douzi, vestido de mujer, se suicida al final de cada función por amor al rey que interpreta Shitou, una relación de amor y odio, atracción y fatalidad, que parece tener su correlato en la realidad. Todo cambia cuando a finales de los 40 la capital quede invadida por las tropas japonesas: es entonces cuando los actores se ven obligados a entretener al ejército enemigo. Shitou contrae matrimonio con una prostituta, algo que aviva los celos de Douzi. Y Douzi entabla una relación especial con un hombre aficionado a la ópera que le traerá trágicas consecuencias.
Palmarés: Nominada al Oscar a la mejor cinta de habla no inglesa y mejor fotografía. Palma de oro ex-aequo con El piano de Jane Campion y premio FIPRESCI en el Festival de Cannes 1993. Bafta, National Board of Review y Globo de oro a la mejor película de habla no inglesa del año 1993. Nominación al César en la misma categoría.


Curiosidades: Aunque en su día todos establecieron que Adiós a mi concubina era una película china, en verdad participó en los Oscar representando a Hong Kong, mientras que China cursó con Country Teachers de He Qun. Normalmente China participa en los Oscar con películas habladas en mandarín mientras que Hong Kong elije propuestas en cantonés, aunque muchas veces ese orden se altera. Zhang Yimou es el único director que ha estado nominado al Oscar tanto en representación de China (Ju Doy y Hero, esta última uno de los pocos números uno extranjeros en la taquilla norteamericana: esas son las únicas nominaciones que ha conseguido China hasta la fecha) como de Hong Kong (La linterna roja). Yimou ha sido ocho veces presentado al Oscar mientras que Chen Kaige ha sido nombrado en tres ocasiones, siendo Adiós a mi concubina su única nominación. Japón (3 veces) y Taiwán (1 vez) son los únicos países asiáticos que han ganado el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Adiós a mi concubina, adaptación de la novela de Lilian Lee, está considerada una de las pocas películas chinas de éxito internacional que ayudó a dar a conocer la cultura y la historia reciente del gigante asiático. También es uno de los pocos títulos asiáticos que trata el tema de la homosexualidad. Y la única obra china ganadora en la Croisette el año en el que Berlín, Cannes y Venecia sentenciaron sus principales galardones con tres ex-aequos. La película abarca un espacio temporal de 50 años: los inestables años 20, la invasión japonesa, la derrota del ejército nipón, el establecimiento de la República Popular China y la Revolución cultural. Chen Kaige es uno de los grandes cineastas chinos y uno de los pocos que ha trabajado fuera de su país: en 2002 dirigió Suavemente me mata con Heather Graham y Joseph Fiennes. El papel femenino de la película corre a cargo de Gong Li, la actriz china más famosa de los 90 y musa de cineastas como Yimou, Kar-Wai o el propio Kaige, sin olvidar sus trabajos internacionales en La caja china, Memorias de una geisha o Corrupción en Miami. En su momento se dijo que Pedro Almodóvar, con derecho a voto en los Oscar desde que hiciese Mujeres al borde de un ataque de nervios, votó a Adiós a mi concubina en el apartado de film extranjero en detrimento de la española Belle Epoque, que al final ganó.


Valoración: Adiós a mi concubina es una película de grandes dimensiones en todos los sentidos. Grande por su metraje, casi tres horas. Grande por los tiempos y los acontecimientos históricos que aglutina con más o menos armonía. Grande por el despampanante colorido que inunda sus imágenes, desde el maquillaje hasta la dirección de fotografía. Grande por el drama, melodrama y tragedia que va desarrollando poco a poco. Grande por su capacidad de crear una historia a dos tiempos coincidiendo con las tramas que los protagonistas representan en el escenario pekinés y sus vidas fuera del teatro. Grande por la cantidad de actores, extras y figurantes que llenan cada plano. Grande porque es uno de los títulos de ojos rasgados más esforzados técnica y narrativamente. Grande por su esmerado entramado poético y por la riqueza de sus lecturas. Habla del amor al teatro y a un país, de una madre ausente, de un romance utópico, de celos, de la fidelidad, de la manipulación, de la belleza, de tiempos pasados en constante lucha con las corrientes modernas, del arte como estandarte de un regimen. Una historia, en definitiva, de un empaque y de una hondura envidiable. Aún así, Adiós a mi concubina resulta una película del todo forzada. Se notan cada uno de sus 170 minutos. No emociona. Sus personajes son más que antipáticos. Y todas las rimas de la historia quedan ahogadas por una película en fondo y forma ingente, inabarcable, altiva. Adiós a mi concubina interesa pero resulta exagerada, amanerada, hiperbólica, engolada. No fluye de forma natural. No logra que conectemos con la negrura de sus seres ni con la viveza de sus decorados. Película distante y fría a su pesar. Cine visualmente indiscutible, bien dirigido, bien armado, que incomprensiblemente resulta del todo vacío. Un fallido intento por llevar la historia reciente de China a todo tipo de públicos. Diga lo que diga su palmarés. Pese a su innegable importancia para la cinematografía china y en general para la visualización de todo el cine asiático en América y Europa. De Adiós a mi concubina queda cierta atmósfera y alguna escena impactante en el recuerdo. En ningún caso perdura esa sensación indescriptible que solo producen las películas hechas con el corazón.


Nota: 5'5
La escena:

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