Releyendo los libros de Stieg Larsson da la sensación de que el autor se enamoró de sus personajes hasta límites insospechados. Larsson escribía a escondidas, por las noches, y decía que sus obras serían la bomba. Lo son. Lo han sido. El escritor era un fanático tal de las novelas de misterio, asesinatos y conspiraciones que no quiso hacer una mera aportación al género: quiso crear la obra cumbre, y a medida que avanza la historia de Lisbeth Salander se aglutinan sucesos, nombres, personajes secundarios, motivaciones ocultas y demás adornos que dan a su trilogía una atmósfera especial, página tras página menos ligera pero más intensa. Las dos novelas que cierran la trama están unidas y carecen de la novedad y la fuerza de Los hombres que no amaban a las mujeres, quizás porque esa historia es en sí otra unidad cerrada que funciona a la perfección. Aún así, las páginas de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina se deboran rápidamente, porque es en ese libro donde se concentran los momentos de máxima adrenalina. Esta La reina en el palacio en las corrientes de aire tenía la tarea de concluir lo que había empezado la anterior. A ella no le toca decir qué había ideado Larsson para sus personajes, qué nuevas historias hubieran sucedido en ese Estocolmo corrupto y helado, qué cabos que ahora parecen atados eran para el escritor ovillos sin terminar, tal vez excusas para empezar de nuevo y seguir con lo que iba a ser un decálogo. A esta tercera parte simplemente le toca lidiar con el gran mosaico oscuro que es la obra de Larsson y darle un cierre digno, que no era poco, tampoco fácil. Y contra todo pronóstico, tras una segunda película de lo más anodina, esta tercera entrega recupera en parte la perversión y personalidad del primer film, sin tensar cuerdas, sin cargar las tintas, vaciando el libro de todos esos datos o elementos satélites que no hubieran hecho más que alargar la trama, entorpetecer la narración y al final dar al traste con la excelente idea de partida. A Larsson le pudo ese amor por Lisbeth Salander y no escatimó en detalles para contarnos cómo fue una víctima del sistema y cómo Michael Blomkvist logró hacer justicia al que seguramente es el mejor personaje en mucho tiempo: una punky pequeña de estatura, hacker y problemática, muy peligrosa, carnívora, solitaria, malhumorada, en el fondo tierna. Vaya: esta tercera película es todo lo buena que podía esperarse, si bien es verdad que el que desconozca la novela de partida puede perderse entre tanta parafernalia. Aún así, Daniel Alfredson hace un esfuerzo por lograr una película visualmente potente, alejada de la estética del telefilm que era La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, que resulte entretenida y fiel a la acción trepidante y crítica de Larsson. No resulta difícil enamorarse de Salander y alegrarse ante el final feliz. Poco se le pueden reprochar a tres películas que funcionan como ilustraciones de la magna ficción de Larsson, aunque en este caso, como casi siempre, es mejor empezar por degustar las novelas y entender los films como complementos. Lisbeth y Michael se despiden con un 'hasta luego' que ha resultado ser un 'hasta siempre'. Ahora el testigo corre a cargo de David Fincher con su remake norteamericano: un volver a empezar, seguramente una excusa para confrontar el estilo de Larsson con la inteligencia de los thrillers del realizador. Volveremos a enamorarnos de Lisbeth y a sentirnos engullidos por la maestría de Larsson. Para entonces esta trilogía sueca ya será un hito del cine europeo. Que nadie le quite el trono a la reina, con cresta y ornamentos góticos, en su palacio de corrientes de aire, en verdad un pequeño piso en la capital sueca: el balance global de los tres films es muy bueno.
Nota: 6'5
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3 comentarios:
Creo que las tres películas se adaptan fielmente a las novelas. Para mí, la tercera parte es la más floja pero a pesar de ellos me gusta.
A la espera de su versión americana de la que de momento me parece que no será tan buena como la versión sueca. Además em parece innecesaria y menos fiel al original.
Un saludo.
Yo, en cambio, pienso que la versión sueca es insulsa y hasta aburrida en algunos momentos. La historia tiene mucho más potencial que la película, y Fincher tiene suficientes películas (que, además, se ajustan al perfil de Millenium) detrás como para filmar una adaptación a la altura de Larsson. Y aunque todo son suposiciones, el cásting parece perfecto y la historia macabra y cruda como tiene que serlo. Sinceramente, creo que la versión de Fincher será mucho más interesante que la sueca, pese a quien le pese.
Los libros son bastante aburridos y tienen demasiado relleno.
Las películas sin embargo están mucho mejor (especialmente la 1 y la 3).
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