
La carrera de Iñárritu empezaba con este magno mosaico de historias cruzadas, perros rabiosos, bestias solitarias y un México D. F. en la cúspide de su decadencia moral. Un film oscuro, desgarrador; una película que copó múltiples premios y que continúa siendo revisada con delección. Seguramente, la mejor obra del tandem Iñárritu-Arriaga (con permiso de Babel y 21 gramos). ¡Cómo olvidar ese plano final...! García Bernal empezaba con buen pié. El Oscar se le resistió, pero estos amores que matan están destinados a ser lo mejor de la década.

Una obra simpática y dulzona que supuso la inmediata consagración de Daldry y el joven Bell (ahora Tintín). Tres nominaciones al Oscar y ser una de las películas británicas de la década con más fama y taquilla a nivel mundial son los méritos del film. La crítica social de Ken Loach rejuvenecía a ritmo de ballet. Menos sensiblona de lo esperado, menos arriesgada que Desayuno en Plutón. ¡Viva las medianías!

Binoche reconvertida en reina del dulce, Depp opositando para sex-symbol y Dench confirmando ser la eterna secundaria. Hallstrom mejoraba lo expuesto en Las normas de la casa de la sidra con la que es su mejor película, una fábula sobre el amor y la comida (¿recuerdan Como agua para chocolate?), la religión y la pasión. El realizador nórdico endulzó el ánimo de los académicos. ¿También el de los bloggeros? El chocolate, como el vino, mejora con el tiempo.

Cannes enmudeció con el ritmo pausado y los tonos ocres de esta obra de arte, el cuento de un romance, de una anécdota hecha eternidad. Kar Wai retomaría la trama en 2046: sin duda, un díptico bizarro pero magnético. Guapísima Cheung. Gracias a este film pudimos recuperar Chungking Express, Falling Angels y Happy Together, tres tótems de los 90. ¿Sigue la melodía de Nat King Cole en el corazón de los bloggeros?

Los que la defendemos como la mejor película de del Toro, podemos decir que El espinazo del diablo sintetiza todo el mundo de su autor. Más oscura que la posterior El laberinto del fauno, más minimalista respecto la saga Hellboy. Noriega construye un malo monumental, esquema que se repetiría con Transsiberian. Terror con estilo.

GRACIAS POR EL CHOCOLATE, de Claude Chabrol
El sempiterno azote de la clase burgesa volvía con las pilas recargadas. Empezaba el romance con Huppert: el rostro pelirrojo y cincuentón de la francesa brillaba como la perpetua asesina chabroliana. Tras La ceremonia, Huppert vivía su segunda juventud con La pianista, Borrachera de poder y un largo etcétera de buen cine europeo. Chocolate amargo y negro, muy negro. La mejor película de la década de Chabrol junto a La flor del mal.

Los que no se dejaron cegar por la notable El caballero oscuro tenían a Memento en la cabeza. Thriller al revés, historia que reconstruye otra historia, rompecabezas que alimentó las paranoias de Aronofsky. Pasó desapercibida, quizá porque el film requiere segundos y triples visionados. Al final hemos sucumbido. La obra maestra que Nolan nunca podrá superar: véase Batman begins, El caballero oscuro, The Prestige e Insomnia.

El Hitchcock indio seguía la estela de El sexto sentido con un thriller originalísimo, para muchos la mejor película de superhéroes de la década (¿o tal vez de antihéroes?). Shyamalan, siempre entre lo comercial y el cine de autor, el éxito de taquilla y la incomprensión total, construía un film de culto para adolescentes alternativos y maduros deshubicados. Un film diferente sobre gente diferente.

Lee siempre ostentará el mérito de ser el causante de la euforia nipona que existe en Europa y América. Tigre y dragón es al cine lo que Dragon Ball al cómic. Luego vendrían las epopeyas de Yimou, el terror de Nakata y Miike, la lírica de Kitano o el tango de Kar Wai. Tigre y dragón, el Mío Cid de la China antigua, fue el germen de una extraña obsesión. Li Mu Bai y su séquito de espadas, patadas y piruetas sigue en la memoria colectiva. Una pieza más dentro de la impecable y singular filmografía de Ang Lee.

La radiografía definitiva sobre el mundo del narcotráfico vino de las manos de Soderbergh, que ese año hacía doblete con Erin Bronkovich. Siempre entre lo indie y lo comercial, Soderbergh ejecutó aquí su obra más madura y completa. Entretenida crítica sobre el mundo de la droga, un tema espinoso para un título necesario. La equilibrada mezcla entre Iñárritu y Ridley Scott. Gran Benicio del Toro.