sábado, 7 de julio de 2018

CRÍTICA | DESPUÉS DE LA BODA, de Susanne Bier


DESPUÉS DE LA BODA (EFTER BRYLLUPPET)
Dinamarca, 2006. Dirección: Susanne Bier Guión: Anders Thomas Jensen a partir de la historia de Susanne Bier Música: Johan Söderqvist Fotografía: Morten Søborg Reparto: Mads Mikkelsen,  Sidse  Babett Knudsen,  Rolf Lassgård,  Stine Fischer Christensen, Christian Tafdrup,  Neeral Mulchandani, Kristian Gullits Ernst, Ida Dwinger y Mona Malm  Género: Drama Duración: 120 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 13/04/2007.
¿De qué va?: Jacob vive en India y dedica todo su tiempo a atender a los más necesitados. Cuando la institución que representa está a punto de cerrar, llega a un pacto con un benefactor danés para que su centro de acogida siga operativo. Parte del trato pasa por que Jacob vuelva a Dinamarca y asista a una boda. En el convite, se dará cuenta de los vínculos que mantiene con distintos invitados.



Susanne Bier, como directora que escarba con suma profundidad los dramas sociales y enfrenta dos posiciones contrarias, con personajes que luchan con sus infiernos, errores y desaciertos, entrega un filme doloroso pero lleno de virtudes a la vez. En esta ocasión nos traslada a la India y nos presenta la necesidad acaecida en un orfanato, donde se hace apremiante encontrar una ayuda.  La historia empieza a tomar forma con el paso de los minutos y lo que parece mera casualidad se vuelve en un propósito más interesante de lo aparentado. Después de la boda es un filme de decisiones; una película que enfrenta pasado y presente, y se proyecta a un futuro lleno de inseguridades. La película maneja con suma intensidad la psicología de sus personajes, analiza desde varios puntos sus procederes, las ambiciones que cargan, los deseos no alcanzados y el sufrimiento por lo no confesado. Observamos con detenimiento cómo Jacob (un imponente Mads Mikkelsen) se choca con una realidad inesperada y desde ese instante su intento por resarcirse de las heridas del ayer se vuelven matiz primordial en el metraje; mientras Helene (Babett Knudsen) busca entender lo que el destino ha enlazado para ella muchos años después, y Jorgen (demoledor Rolf Lassgård) simplemente prepara todo porque es una buena persona. Impresionantes interpretaciones que, junto a un guión que sabe matizar los momentos más emocionantes y darle la fuerza a los débiles y un ojo en la cámara sumamente precisa (incluido planos detalles), otorga calidad a una película que brilla más allá del monótono Dogma y da amplitud a la famosa teoría de que sí, los ricos también lloran.

Crítica escrita por Daniel Bermeo


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