jueves, 15 de octubre de 2009

LMDLD: APOCALYPTO


Título: APOCALYPTO Título original: Apocalypto Dirección: Mel Gibson Guión: Mel Gibson y Farhad Safinia Año: 2006 País: Estados Unidos, México Duración: 130 min. Género: Acción Reparto: Rudy Youngblood, Dalia Hernández, Jonathan Brewer, Morris Birdyellowhead, Carlos Emilio Báez, Ramírez Amílcar, Israel Contreras, Isreal Ríos, María Isabel Díaz, Espiridión Acosta, Iazua Larios, Hiram Soto, Raoul Trujillo, Gerardo Taracena, Rodolfo Palacios, Ariel Galván, Bernardo Ruiz, Ricardo Díaz Mendoza, Richard Can, Carlos Ramos, Ammel Rodrigo Mendoza, Marco Antonio Argueta, Javier Escobar, Fernando Hernández, María Isidra Hoil, Aquetzali García, Abel Woolrich, Antonio Monroy Palmarés: Mejor fotografía (Críticos de Phoenix, Dallas y Ohio), 3 nominaciones al Oscar (mejor maquillaje, sonido y mezclas de sonido), Nominado a mejor film de habla no inglesa (Globo de oro, Bafta, Satellite Awards, Broadcast Film Critics Association Awards, Críticos de Chicago, Críticos de Londres) Fechas de estreno: 08/12/06 (EE.UU.), 19/01/07 (España) Distribuidora: Paramound Pictures





Sinopsis: La civilización maya es amenazada momentos antes de su colonización. Un grupo de guerreros ataca un poblado vecino y un hombre decide salvar a su familia enmedio de la catástrofe. Este es el inicio de una carrera a contrareloj por la supervivencia.



INTERPRETAR LO INTERPRETABLE

Apocalypto plantea si el cine contemporáneo debe ser antes una pieza estética o una pieza ética o vicerversa. Está claro que Mel Gibson prefiere la estética y, al despegarse de la historia objetiva, se adentra en una historia más personal: su historia, el cuento de su película. Apocalypto parece narrar algo que ninguna película se atreve a contar. Donde acaba Apocalypto (la colonización del nuevo continente) es donde empiezan otras tantas. Gibson reinventa y se adelanta. En su relato, los indígenas son gente autónoma, fuerte; una comunidad que sobrevive y come al utilizar la violencia física, la lucha de las especies naturales en libertad, por el bien de la colectividad. Gibson se interesa por un cambio mayor: la violencia mal canalizada que arrebata vidas sin sentido. La comunidad maya, aunque podría parecer una reunión de salvajes, es, para Gibson, un grupo con un modus vivendi propio y coherente. Apocalypto marca el paso de lo divino (los asesinos son ingénuos: con la sangre de los guerreros más fuertes creen poder saciar el hambre de su diós y mejorar su vida y sus cosechas) a lo pragmático (un dogma sin fundamento que genera una huida, una carrera cuerpo a cuerpo, a muerte; otro cuento sobre la supervivencia). Como resultado, Apocalypto es más que una cinta de acción y se abre a un abanico de posibilidades inmensas, casi antitéticas: es una cinta que nos invita a estar unidos y pensar en la colectividad, pero también deja claro que cada uno debe preservar lo suyo y los suyos; nos dice que todos los dogmas son malos, pero también nos explica que cada ser debe guiarse por su ética e ideales; es un alegato a favor de la familia, a la par que demuestra que la maldad no es cosa de pueblos, sino de todos los seres humanos, sean de donde sean y como sean. Depende como se mire, Apocalypto es una película de mensaje alegre o profundamente pesimista, una película totalmente rompedora o profundamente conservadora. Cuestión de gustos.




EL AUTOR

El primer plano sintetiza el estilo de Gibson. Un plano fijo nos enseña las profundidades de una selva verde. Poco a poco, la imagen se transforma en un travelling lento que capta los sonidos del bosque y espía el vuelo de una mariposa. Aparece un jabalí y, con este, la carrera por la supervivencia. Este momento encierra la calma del Malick de El nuevo mundo y la furia que caracteriza el cine comercial, Emmerich a la cabeza. Durante toda la película, el director se debate entre estas dos facetas, sin traicionar una a favor de otra, sin contentar fácilmente a su audiencia potencial. En los últimos momentos, la película se simplifica en una carrera adrenalínica, siempre superior al combate de buenos y malos. Gibson desprende ritmo y oficio al incluir una película reflexiva dentro de otra más lúdica, todo un parque de atracciones de carreras y luchas sangrientas. Apocalypto roza lo gore, se tutea con lo explícito y no disimula sus pequeños trucos (la mujer del héroe pare a su bebé de una forma tan imposible y surrealista como simbólica). Aunque parezca un derroche de excesos, Apocalypto es la cinta más comedida de Gibson: ni de una virulencia tan gratuita como la de La pasión de Cristo, ni de unas formas tan academicistas y correctas como las de Braveheart. Apocalypto atesora lo mejor y lo peor de su autor. Así, entre lo tímido y lo grotesco, el documental y la montaña rusa, la película se convierte en una de las experiencias cinematográficas más emocionantes de los últimos años; e, indirectamente, en la confirmación de un Gibson altivo capaz de crear y convencer. Jugada redonda.


LA VIOLENCIA

Apocalypto se asienta sobre la violencia, quienes la infringen y quienes la sufren. La cinta empieza con un acto de violencia familiar, casi inocente. Un grupo de cazadores engaña a su miembro más ingenuo obligándolo a comer los testículos de un animal muerto. El hombre reacciona con asco y los demás resuelven la escena con sonoras risotadas. Esta pequeña anécdota adelanta la humillación que dicho indígena sufrirá en su poblado y la posterior captura por parte de mayas extraños. La carrera también es gradual: hay un éxodo por imposición y una huida por obligación. Solo hay que fijarse en como Gibson va matando a los perseguidores de nuestro protagonista (el veneno de una serpiente o un sapo, una herida por una lanza, el impacto contra una roca o una trampa para cazar animales), una matanza lenta que, al llegar a la playa, el espectador intuye que aún se recrudecerá más (con armas de fuego y métodos más sofisticados, siempre en nombre de la patria y de la cruz). De alguna forma, Gibson se las ingenia para eclipsar a la audiencia y sorprenderla con giros más vivos y vivaces. Al final, la inscripción que rezan los primeros títulos de crédito se convertirá en la lógica alegoría del conjunto: una sociedad no puede destruirse si esta no se ha destruido a sí misma con anterioridad. La corrupción genera conflicto, y el conflicto genera una lucha. Gibson abraza los pasos de los buenos hombres, la road movie que protagoniza su magullado héroe y dios. La familia unida jamás será vencida, o al menos eso parece: la guerra, como vaticina el corredor, acaba de empezar. No hay duda que, en pleno siglo XXI, aún no ha terminado.


EL ESTILO

Una de las características más singulares de Apocalypto es su estilo. Aunque no quiera simular ni imitar una verdad, la película opta por los idiomas primitivos de las primeras gentes de Sudamérica. El aspecto lingüístico, en claro conflicto con los gustos del público, deja claro que la película quiere acercarse a sus protagonistas con respeto. Lengua a parte, Gibson opta por una estética singular. Por un lado, la caracterización de su civilización perdida requiere de numeroso attrezzo y maquillaje; por otro lado, la cámara digital permite que las imágenes desprendan un calor extraño que intensifique el fragor de la batalla y altere el color en los momentos más intensos (véase el sacrificio de la pirámide, con los cuerpos tintados de azul, el rojo de la sangre y los tonos marrones y verdes del gentío que aplaude). Apocalypto mezcla tradición con nuevos recursos; lo de siempre, pero de otra manera. Algo que difícilmente volverá a lograrse.





La escena más conocida: Los guerreros esperan para ser ejecutados en lo alto de la pirámide. Un extraño eclipse salvará la vida del protagonista.

La escena más impactante: Los veleros españoles se divisan y nuestro guerrero para. Los perseguidores, también. Empieza otra guerra, sucede un giro inesperado.

La frase: Las palabras del chamán son muy recurrentes tras observar todo cuanto acontece en el film. Se habla poco, pero lo poco que se dice no es en vano.