miércoles, 1 de julio de 2009

CINE Y LITERATURA 1: THE READER (EL LECTOR)


EL ARGUMENTO:

Michael Berg es un adolescente que, de camino a casa, empieza a encontrarse mal. Una mujer lo socorre y, tras unos meses de larga convalecencia, el joven vuelve a la casa de la dama para darle las gracias. Este será el inicio de una relación marcada por el sexo y la posesión. El tiempo pasará y Michael, ya estudiante de Derecho, sabrá toda la verdad sobre su primer amor en un juicio que nunca podrá olvidar.


EL LIBRO:

Bernhard Schlink, abogado de profesión y consagrado escritor, consiguió con El lector su mayor éxito editorial. La novela cosechó muchas y muy buenas críticas y, aunque nunca gozó de la condición de superventas, tuvo una notable recepción entre los lectores, ahora ampliada con las nuevas ediciones que han surgido tras el estreno de la película. El libro rompe los esquemas habituales al ser una historia corta pero nada liviana, una prosa que juega con la poesía e intenta evocar imágenes potentes. Pese a sus escasas 200 páginas, la obra incluye poderosas descripciones, además de un narrador protagonista en primera persona que posibilita una historia centrada en el terreno de las emociones, los pensamientos y las contradicciones del personaje. Este hecho marca claramente el discurso y en el último capítulo se nos resuelve el enigma: el protagonista ha escrito la obra como mecanismo para olvidar a Hanna, tal vez para cicatrizar una herida abierta o para canalizar una culpabilidad aún no asumida. Esta escusa justifica la rapidez del conjunto y su forma tripartita: una parte centrada en el affair amoroso, otra basada en el juicio de rigor, y otra para cerrar la trama y explicar la evolución de Michael, siempre en paralelo al destino de Hanna y su trágico y sorprendente final. De esta forma, Schlink, como abogado, se convierte en el alter ego de Michael y esquiva con estilo las imperfecciones de la novela.



El lector cuenta lo justo y necesario. Si estamos acostubrados a que el personaje protagonice y altere el devenir de su historia, aquí se impone primero la historia, la anécdota inicial, como elemento importante, punto de inflexión que cambia al personaje y su futuro. El lector debe aceptar -porque no recibe ninguna información más- que el encuentro sexual con Hanna ha centrado la vida de Michael. De no seguir el juego de Schlink, la obra deviene torpe e incompleta, por lo que el receptor debe acatar el discurso del narrador y dejarse llevar por el mundo sensorial que El lector propone. La novela acierta cuando la historia y la crítica se amplía, porque El lector es la crónica de una sociedad, de una generación, de un capítulo en la historia universal que no puede ni debe olvidarse. El discurso de El lector se eleva y se completa con las dudas de Michael, la actitud de su padre y las incomprensibles reacciones de Hanna. El lector, más que contar algo, dibuja una línea de intuiciones y posibilidades: no sabemos por qué Michael le envía cintas a Hanna ni por qué esta calla su analfabetismo para asumir una pena mayor. Los personajes, frágiles y contradictorios, no piden ser entendidos, pero sí conseguir la compasión y el cariño de los lectores. El truco funciona.


Pese a todos estos elogios, debe destacarse que El lector está lejos de ser una obra redonda: la traducción al español es un tanto torpe y su trama está claramente descompensada. Las mismas taras se repetirían en la película de Stephen Daldry, quien, al no poder contar toda la historia a partir de la subjetividad del personaje, tuvo que incluir flash-backs un tanto chapuceros. El lector, en definitiva, tapa sus carencias con una historia que intenta emocionar y que en parte lo consigue. Tras la candidez del conjunto parece anidar cierta trampa, un artificio deshonesto que busca la empatización del lector y no la perfección lingüística o la prosa excelente. De tener que decidir, el libro supera a la película al construir una historia de mayor calado y con unos personajes secundarios más sólidos. Notable, pero no brillante.

LA PELÍCULA:

El camino de El lector fue largo y tortuoso. Las primeras proyecciones de la película auguraban una obra más que capaz para arrasar en los Oscar, aunque no tardaron en aparecer voces que reclamaban un segundo montaje y una mejora de la historia. Stephen Daldry, sentimental y sentimentalista en Billy Elliot y Las horas, era sin duda el mejor director para trasladar el imaginario de Schlink a la gran pantalla. Tras el titánico empeño de los hermanos Weinstein, la película se coló entre el quinteto nominado a la mejor película del año y su paso en las carteleras de medio mundo se eternizó al ser un producto de calidad, en apariencia femenino, un drama de nivel revitalizado por el boca-oreja de los espectadores. La omnipresente Alemania post-2ª Guerra Mundial posibilitó que la película se proyectase en el Festival de Berlín, y fue realmente en tierras alemanas cuando el Oscar de Kate Winslet, el eterno deseo de todo cinéfilo, parecía cantado. No hubo sorpresas.

El film es totalmente fiel a su análogo literario, incluso copia algunos diálogos y sigue punto por punto los detalles y las simplezas de muchas escenas. David Kross, correcto Michael Berg, cedía el protagonismo a la Hanna de Kate Winslet y, con esta estrategia, distanciarse del libro. El lector película es un vehículo para el lucimiento de su actriz, un fallo destacable porque la historia de Schlink tenía mayor fuerza y sentido con Michael como eje central. Winslet, reconvertida en protagonista, logra una correcta interpretación que nunca eclosiona: aquí no hay escenas dramáticas pero sí unas intenciones teatrales; aquí hay una Hanna distante, algo que traiciona el libro. El guión de David Hare, consciente de no poder retratar la culpabilidad de toda una generación, se deja llevar por los personajes y cambia ciertos detalles (volvemos al juego de comparaciones): aquí Michael es un donjuán infeliz, y el profesor y la hija tienen más importancia que el padre. No hay duda que la infelicidad de Michael está mejor contada en el libro.


Una lectura benevolente nos lleva a decir que la película hereda los fallos de la novela y, con ello, la tarea de Daldry y Hare sale incólume. Del film nos quedamos con su parte inicial, la bonita narración de un amor fou en el que la literatura basa una relación imposible. La cinta acaba de una forma patética, es decir, con una Winslet supermaquillada y una historia forzada que, sin sabe cómo ni por qué, hace aguas. Creo importante destacar que, en el libro, Hanna es consciente de que Michael está en el juicio, un momento contado de forma bastante ambigua que la película elimina. Que Hare olvidara este dato es casi un delito.

Pese a lo anteriormente expuesto, El lector es una película exquisita a nivel técnico, con unos actores aceptables (Winslet, digan lo que digan, merecía reconocimiento por Revolutionary Road) y una trama que, como pasaba con Las horas, mejora en el recuerdo. Solo por todo esto, la cinta merecía más Oscars y destronar el Slumdog Millionaire de Boyle. En resumen, una historia clásica con una estructura moderna, efectista pero efectiva. Lo de antes: notable, pero no sublime.


Próxima entrada: Cine y literatura 2: LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente post, pero por mi parte, estoy en desacuerdo por tres cosas:

*Creo que la novela era demasiado dificil de adaptar; es mas, creo que fue una adaptacion demasiado rigida.
*Ademas de la telenovela tras bastidores: Hay que recordar que la peli le costo trabajo ser adaptada, ya que la primera iban a hacerlo Minghella con Juliette Binoche. Despues, Kate no podia aceptar por compromisos, luego la muerte de dos productores, el embarazo de Kidman...
*¿Por cual merecia el oscar Kate? Sera un claro debate. Por mi parte digo que, aunque "The Reader" no es una peli perfecta; para mi Revolutionary Road fue una peli demasiado decepcionante: Sobreactuada (Para mi gusto Leo y Kate estan demasiado histrionicos en ciertas escenas y falsos en otras), farsica a mas no poder, un guion corto y distante y desafortunadamente no logra sobrevivir a las comparaciones con "Mad Men". Para mi gusto, su Hanna es un personaje mas humano, tridimensional y convincente. Prefiero verla en la escena del tribunal que gritonearle a Leo...

Mariano Masci dijo...

Muy buen análisis. Coincido en la mayoría de los puntos. Kate Winslet hace una interpretación solvente, pero que podría haber sido mejor (yo sí que la prefiero en "Revolutionary Road"), su Hanna se siente tierna y débil comparada con la del libro. David Hare quiso inyectarle un dramatismo al personaje y un sufrimiento, el cual no logro tragarme ni con cuchara.
Por otro lado, en lo único que no coincido es en tu apreciación del libro... pero para gustos colores. En mi opinión es uno de los pocos best-seller redondos, sin importar la presentación de la prosa. Creo que tanto la historia como los personajes, dejan jugar al lector con su imaginación, prevaleciendo así por sobre el estilo -en apariencia simple- de la obra.
Muy Buen Post!
saludos =)

Alejandro A dijo...

a mi me encantó el libro aunque yo no lo vi de una manera tan crítica, creo que es una novela sumamente interesante y que supera a la película con diferencia, por lo que a todos les recomiendo que si tienen la oportunidad lean primero el libro

Express91 dijo...

Excelente analisis y post, me gusto mucho lo que lei, gran trabajo. Para mi la pelicula es excelente pero solo porque me gusto personalmente es una pelicula cruda de esas que no tienen final feliz y que inebitable su final sombrio pero aun se tiene la posibilidad de obtenerlo pero no se puede. Es algo fantastico lo que se siente.

Saludos y te invito a mi blog que se esta reactivando poco a poco.