

Bajo la historia de Comer, beber, amar anida una trama bienintencionada, un cuento culinario con la sal y el azúcar justo, bien medido y mejor rodado. A Lee le interesa el discurrir de la vida e inserta elementos fantásticos en un contexto realista, sin desvirtuar la sucesión de rituales y rutinas veristas. Lo posible gana a lo descabellado, pero la fórmula se invierte a gusto del chef. Con tantos ingredientes, la película aúna la comedia dulzona, el drama familiar más agrio y la obsesión amarga por plasmar varias generaciones con sus diferencias y eternas similitudes. Ang Lee evita lo ramplón y ello eleva una historia que, en manos de otros, sería una mera opereta. Lee consigue dos horas de cine agradable, humano; una historia sencilla sobre tres hermanas, sus amoríos, sus vecinos y un padre que se niega a jubilarse.

Comer, beber, amar adopta y adapta los esquemas de la comedia de enredos, una marca de naturaleza yanki. Este apartado se conjuga con momentos más pausados en los Lee acepta su tradición cinematográfica y evoca las reuniones familiares de Mizoguchi o Ozu, siempre aligerando el conjunto, negándole a la historia un dramatismo que, por evidente, hubiera sido fácil y gratuíto explorar. Ejemplo de ello son las escenas de la confesión final, la simbólica cena que cierra la película o algunos giros de guión arraigados a las formas del culebrón (el embarazo de la vecina-amante, la atracción de la profesora por el maestro de voleibol y su repentina boda, etc.): momentos sutiles, no esperpénticos; puntos serenos y cálidos que no pretenden sonsacar la risa o la lágrima fácil del espectador. Debido a esta medianía, Comer, beber, amar difícilmente creará obsesionadas filias: el plato es equilibrado, bueno sin ser exquisito, menú que queremos repetir cuanto antes. Y finalmente el amor, concepto amplio y muy explorado, se convierte en el tema que vertebra la obra de Lee. Un amor singular, nunca fácil, poético (véase Brokeback Mountain, Deseo Peligro, El banquete de bodas o Tigre y dragón para descubrir la fórmula). Un amor que ha enamorado a miles de espectadores y que sigue con la fuerza y el interés del primer día. Todo un lujo.