

Charlotte Gainsbourg tiene bastantes posibilidades de seguir el buen camino de sus predecesoras. Gainsbourg es una figura poco conocida, pero Hollywood podría recordarla por su papel en 21 gramos (en Europa, ser hija de Serge Gainsbourg debería ser suficiente carta de presentación). Además, Gainsbourg, de conseguir la nominación, vendría a ocupar el cupo de nominados no norteamericanos, un hecho habitual que el año pasado, con el ninguneo de Sally Hawkins (justo pese a todo), tuvo una sonora excepción (como sonoro fue el Oscar relámpago de Marion Cotillard, ahora en la carrera por Nine y Public Enemies). La actriz también es conocida por su faceta de cantante; si Von Trier no quiere promocionar la cinta (algo habitual y casi seguro), Gainsbourg accederá encantada a convertirse en la cara publicitaria y el reclamo para ver el film. Al fin y al cabo, ella fue la premiada en Cannes y la que debe responder ante la premsa. Si a todo esto le sumamos que Gainsbourg sacará su nuevo álbum en octubre (mes en el que la película llegará a las salas estadounidenses), parece que la estrategia puede ser redonda. La película podrá resultar mala para muchos, pero su papel parece indiscutible (bien pensado, Monster o La vida en rosa eran películas bastante deficientes). ¿Algún pero?

El año pasado fue especialmente estimulante para los seguidores de los Oscar. La competición por el premio a la mejor actriz estuvo muy reñido hasta el final y esta edición podría suceder un caso similar. La primera y única favorita (y posible competidora de Gainsbourg) es Hillary Swank (sería su tercer Oscar por Amelia), pero no tardarán en añadirse nombres (sin ir más lejos, Meryl Streep parece tener plaza asegurada por segundo año consecutivo, sin mencionar a Nathalie Portman y su Brothers). Gainsbourg lo tendrá más complicado, pero nada es imposible. Revisen el tráiler y miren los primeros fotogramas: podríamos estar ante una actuación descarnada, radical, dramática, viva, intensa. Más vale que vayamos olvidando a Penélope Cruz como nominada por Los abrazos rotos (solo tiene posibilidades por Nine, aunque, al ser un film coral, y como sucedió este año con la magistral La duda, no parece la gran favorita): la esperanza europea está en Gainsbourg, al menos hasta que Venecia y los estrenos otoñales digan lo contrario. El danés ha vuelto a dar en el clavo: que hablen de mí, aunque sea para mal. Lo ha logrado, señor Von Trier. Ahora solo falta que Gainsbourg despegue...
