
Hoy el blog no va a predicar con el ejemplo. Hoy la rebeldía puede a las buenas palabras; el enfado está por encima de un post perfecto.
Vida secreta de una dolescente se estrenó el pasado 13 de julio en Cuatro, una oportunidad de oro para acercarse a una serie fresca y muy adictiva. Hay un gran problema: la audiencia no acompañó, la serie se ha esfumado de la parrilla televisiva y este bloggero, que no tiene ni tiempo ni medios para estar día sí día también enganchado a series yonkis, se ve obligado a hablar de la serie (porque lo vale) con solo haber visto tres episodios. Es una lástima que los índices de audiencia, como la taquilla en el cine, marque aquello que es bueno (y, por lo tanto, digno de ser emitido) de aquello pasable. No hay duda que debemos hacer una reflexión, y más cuando media España no tiene los fantásticos y carísimos canales digitales que emiten todas las series que servidor querría seguir. Recordad las series que no se han emitido en abierto; las película que, aun con premios, no han conocido mayor plataforma que la diversidad de la red. Una pena que Amy, la versión moderna y más madura de
Lizzie Macguire (sin cancioncillas: eso se agradece), no culmine su embarazo, al menos en la pequeña pantalla. Un aborto vil y repudiable, un coito rápido y leve.

Amy tiene dieciseis años, es una alumna ejemplar y tiene una vida perfecta. La mala noticia vendrá tras un campamento de verano: Amy está embarazada y el padre de la criatura es el inmaduro, tontaina y chuleta de turno. La suerte de los guapos, la desdicha de otra
Juno. Mientras Amy decide si abortar o no, su mundo se tambaleará, ocasión perfecta para conocer la nueva flora y fauna teenager y destruir la imagen idílica de la familia norteamericana.
Vida secreta de una dolescente, al menos a juzgar por sus primeras entregas, mezcla el tono y la estética de una comedia juvenil, todo sazonado con gotas de humor corrosivo, momentos retorcidos, secundarios caricaturescos y unas tramas que se conectan, se embrollan y entretienen hasta el más exigente.
Vida secreta de una adolescente es un placer culpable, aquella serie que gusta a todos los públicos por ser liviana y a la vez durísima. El toque de glamour e inconsciencia que precisaba la televisión veraniega (toda una decepción que se alimenta de cotilleo y raciones de falsos
Callejeros). La vida secreta de Amy seguirá siendo secreta para el público español. Tras este post, esperemos que la decepción de sus pasados, presentes y futuros seguidores no sea un secreto a voces...