jueves, 20 de agosto de 2009

LA OLA 7'5 / 10


¿Es posible que otra dictadura vuelva a implantarse en un país como Alemania? Esta es la pregunta que La ola, todo un experimento y una estimulante ópera prima, quiere responder. El enigma nos lleva a un instituto actual, un búnquer de acero e impersonal por donde corretean niños y adolescentes, las gentes y los políticos del futuro. La figura del maestro, de especial interés tras La clase, aparece aquí con un protagonista bohemio, un rebelde que quiere dar clases diferentes y simpatizar con el alumnado. La táctica se tambaleará cuando, para analizar el término 'autocracia', el profesor invente una especie de régimen dictatorial, con su simbología e ideología, ante unos bachilleres entusiasmados, sobrepasados, confundidos. El arranque es perfecto y La ola reflexiona sobre el estudiantado actual, el papel del profesor como pedagogo y/o colega, la dialéctica política (con sus buenas intenciones y eufemismos), el poder de persuasión y la manipulación que ejercen entre sí las personas, la objetividad en la enseñanza o la falsa moral que esconden las bandas que se definen con actos bandálicos y terroristas. El debate es de gran complejidad y la película lo presenta con una historia ágil, narrada con una estética y unos personajes jóvenes; una reinvención del cine juvenil en pos de un discurso mayor. Una loable cinta con un final sorprendente, juego de drama social y thriller juvenil, una digna sucesora de la también alemana Los edukadores.



La ola demuestra que lo entretenido puede ser también comprometido. Con un film de tales características, es una lástima que la crítica y el público haya prestado más atención a La clase, una película maniquea que adolece de teatralidad y discurso confuso. La ola tiene todos los ingredientes para ser un título de culto para muchos colectivos adolescentes, además de un nuevo modelo de cine alemán, lejos de la pulcritud narrativa y formal de Sophie Scholl o El hundimiento. La ola es carne de cineclubes y coloquios, un ejercicio muy sano que, por desgracia, no está demasiado de moda. Recuperen, aunque sea por un día, la experiencia de ver un film en compañía y pasar toda una tarde comentando los entresijos del film y las reminiscencias del mismo con una realidad que nos atañe a todos. El plan perfecto.