

La película analiza los sistemas de tortura (por no decir abusos) que los soldados norteamericanos infligieron a afganos, la mayoría detenidos y acusados de terrorismo. Este viaje a la oscuridad es duro, directo, de imágenes tan escabrosas como reales. Y tras la inmoralidad, Taxi to the dark side critica una rutina intolerable donde no todos son víctimas y culpables, destapa las telarañas de la magna Norteamérica y dibuja, entre el interés periodístico y el morbo, los posibles claroscuros del gobierno Bush y sus secuaces. Moore perdió el Oscar, pero seguramente lo hizo muy contento. El resultado es un film interesante, un tanto tedioso y con un montaje irregular y repetitivo. Taxi to the dark side es más una obligación que un placer, y este patrón hizo que la propuesta ganara una estatuilla a todas bruces injusta. Estados Unidos reflexionando sobre y premiando a los Estados Unidos: todo queda en casa.
