jueves, 18 de junio de 2009

BUDA EXPLOTÓ POR VERGÜENZA 5 / 10


Buda explotó por vergüenza encaja a la perfección en el Festival de San Sebastián: un título gris, pero lo suficientemente valiente como para merecer la atención de la crítica. San Sebastián recoge, por pura cuestión de fechas, todas las películas que no han conseguido entrar en las selecciones oficiales y paralelas de los festivales europeos. Por ello, San Sebastián es ligeramente peor a sus análogos y Buda explotó por vergüenza, con sus premios y excelente trato, lo certifica. La situación es desalentadora porque, con la consabida crisis, el festival reducirá su oferta y, seguramente, TVE volverá a tratar al festival de una forma pobre, por obligación pero no con pasión. Entre esta pobre oferta televisiva, nuestra querida televisión pública emitió Buda explotó por vergüenza meses después de la comercialización de su dvd. Todo ello nos sirve para destacar que el film ha recibido demasiados alagos. La crítica remienda el error.



El film nos traslada a un escenario pobre, perdido entre el fango y la nada. Una niña iraní, tras charlar con su vecino, decide ir a la escuela, y el film, en un ejercicio de aceptado minimalismo, nos cuenta el homérico viaje de la joven, al final utópico. Los films de la fábrica Makhmalbaf (padre e hijas) presumen de ser pequeños en duración y en estética, pero quieren discutir temas mayores (aquí el machismo y la intransigencia de la cultura musulmana). Buda explotó por vergüenza aburre porque sigue demasiado fiel el esquema, no se permite ninguna sorpresa o excentricidad, se ciñe a lo correcto y el espectador, que conoce de antemano la trama, no puede sentir ningún ápide de simpatía por la pequeña y pastelona heroína de la historia. El resultado es una película menos comprometida de lo que parece, bebe de ¿Dónde está la casa de mi amigo? sin mejorarla y, aunque presume de viaje, ignora que antes de empezar el trayecto ya imaginábamos las curvas del camino. El buda explota y, con él, sus fieles. Insuficiente.