
La reciente
Acusados, serie notable con una portentosa Blanca Portillo, ha demostrado con sus subidas de audiencia que la ficción española es afín a productos de misterio y acción. Es difícil encontrar series patrias que valgan la pena, pero hay excepciones: además de
Acusados, debe destacarse
Motivos personales, una historia que ha influenciado a la propia
Acusados y que influenciará a títulos venideros.
Motivos personales, con un equipo y producción a la española, imitaba excelentemente la estructura de series yankis. Pocas veces la televisión nacional ha engendrado una trama tan alambicada, con giros de guión sorprendentes e interpretaciones de nivel.
Motivos personales es la excepción y la esperanza de nuestra pequeña pantalla. El éxito (excelentes índices de audiencia y mejores ventas de sus dvds) no fue pasajero: Marta Calvó realizó el papel de su vida, Concha Velasco y Belén López deslumbraron y reactivaron su carrera (luego continuada en
Herederos y
Pelotas respectivamente), Jan Cornet inauguraba su carrera cinematográfica (él era el ángel diabólico de
Camino), Lydia Bosch presumía de belleza y talento (pese a todo, contínua desaprovechada) y Miguel Ángel Silvestre lucía músculos y labia antes de convertirse en el Duque de
Sin tetas no hay paraíso.
Motivos personales triunfó y benefició la carrera de todos sus componentes: no puede decirse lo mismo de todas las ficciones españolas.

Uno de los secretos del éxito de
Motivos personales fue su estructura: Telecinco no quemó el producto, ofreció resúmenes para los que se iban aficionando paulatinamente a la serie y cerró la primera temporada cuando la historia estaba en su momento cumbre. Cada capítulo seguía una máxima tan difícil como efectiva: explicar muchas cosas sin que la trama principal avance.
Motivos personales contagiaba la maldad de la familia Acosta, el sufrimiento de Natalia (Bosch); remitía a nuestra inteligencia y paciencia para seguir el hilo de la historia e inventaba tramas detectivescas que, aunque rocambolescas, atrapaban. Aún no se ha superado el pulso, la complejidad y la tensión de
Motivos personales (
Círculo rojo lo intentó), una pequeña gran obra que amenizaba las noches del miércoles. Los veintiséis capítulos de la serie, resuelto el enigma y mordidas todas las uñas habidas y por haber, siguen con la frescura del primer día. Qué tiempos aquellos...