

La ópera prima, austera y amena, incluye a su favor un debate sobre el espectáculo de la muerte (velatorios, posterior repartición de la herencia, reencuentros familiares), un elemento que, pese a no ser nuevo, funciona. Mar Coll cuenta con la complicidad del espectador y remite a nuestras experiencias y sentidos: el film juega a no contar, de forma que el espectador, siempre interesado, se ve obligado a rellenar toda la información que se intuye o que los personajes evitan expresar. Tres dies amb la familia, por lo tanto, es un film de silencios, de contención, de personajes distantes, mediocres e infelices, cristalización de una burgesía decadente que vive en mundo de puertas cerradas, mentiras y apariencias insostenibles (más reconocible y menos fría que las familias pudientes de Claude Chabrol). Debe recordarse que el film ganó tres premios en el pasado Festival de Málaga y que aún no ha llegado a las salas. Tres dies amb la familia precisa promoción y servidor ya la considera una de las mejores películas españolas del año, honor que ya tuvieron en su día los catalanes Coixet, Recha o Serra. Atención a la sublime interpretación de Nausicaa Bonnín: ha nacido una estrella. El texto pasa la pelota a sus lectores, esperando que el film reciba el trato y las críticas que se merece. Imprescindible.
