Con sumo retraso y sin ningún tipo de promoción, Sicko, el último dardo envenenado de Michael Moore, ha llegado a las salas españolas. Moore, menos protagonista de lo esperado, continúa siendo la estrella en un documental que radiografía con más o menos atino el sistema sanitario de los Estados Unidos, destapando sus desigualdades, verdugos y víctimas. El director no se desvía de su discurso: en Sicko, el verborreico y regordete artista critica a Hillary Clinton, George Bush o el cupo de aseguradoras médicas, empresas regidas por funcionarios y no por médicos. Tras la crítica, entre cruda y socarrona, Moore enseña su flaqueza: una mirada de turista bastante naïf y una visión idealizada del sistema médico de Francia, Canadá, Gran Bretaña o Cuba (no todo es tan bonito como nos quiere pintar el astuto Moore, aunque la reflexión funciona). El director, relegado a la actividad de recopilar información y testimonios, culmina su obra con un final norteamericano y sensacionalista: cual reality show, los héroes del 11-S y otros enfermos reciben atención médica gratuíta en un hospital cubano. Moore, egocéntrico, cree poseer la verdad, pero sus gritos y bromas son tan necesarias como discutibles. Moore triunfa y convence.
Sicko demuestra las dotes cinematográficas de Moore, más allá de las filias y fobias que despierta la persona que esconde el personaje (o el personaje que esconde la persona). Moore domina el tempo cinematográfico, cambia de registro hilando temas e imágenes, realiza un film variado y variopinto con una coherencia de mensaje y estilo indiscutible. Con Sicko, el realizador sube a la categoría de cineasta indiscutible: existe una fórmula Moore y los espectadores que visionan sus películas conocen de antemano lo que el director sabe y puede ofrecerles. De aquí que Sicko, sin deslumbrar, no decepcione y se preste a amables revisiones. Moore demuestra ser un yanki que, aun utilizando técnicas narrativas de la televisión y el cine estadounidense, detesta todo lo que se relaciona con los Estados Unidos. La apareciación es importante porque todo apunta a que, aunque Bush ya no esté en el poder, las obras de Moore continuarán teniendo sentido e interés. Su próxima película, y si los distribuidores no nos lo impiden, nos sacará de dudas.
2 comentarios:
Todo un tema, como dices Moore sabe muy bien cómo impactar, pero con este último trabajo suyo me di cuenta porqué. No es que odie los EEUU, al contrario, más bien creo que el cachetazo lo formula para despertar a una sociedad demasiado segura de sí misma a veces. Su comparación con el sitema sanitario no es que lo muestre como perfecto en otros lados, es que lo es al lado del de ellos. Yo puedo hablar con causa conocedora porque trabajé para una de las aseguradoras nombradas en el documental a través de Teletech y te juro que es increíble los peros que buscan para no pagar los servicios de los asegurados. Una sola cuota atrasada y dejan que te mueras. En fin, es par aun debate aparte, pero Moore es transgresor sabiendo el "hasta donde" de antemano.
Moore sabe cómo mantener la comedia con el documental dramático. Quizás por ello tengo tanta fama. Por otra parte, sus documentales exigen de una buena atención para ver cómo se construye su mensaje, muchas veces, excesivamente parcial.
La tengo pendiente de ver. Y espero que su próximo trabajo sea igual de crítico.
Un saludo
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