Nadie puede negar que la cosecha española a lo largo del 2008 ha sido deficiente. No hemos tenido el estreno ni de grandes títulos ni de grandes autores, pero la cuota de pantalla se ha mantenido gracias a superproducciones de naturaleza híbrida como la nueva entrega de Astérix y Obélix y Mortadelo y Filemón, sin olvidar la agradable cita anual con sir Allen (Vicky Cristina Barcelona) o el insuficiente cambio de registro de De la Iglesia (Los crímenes de Oxford). Todos estos títulos han superado el millón de euros en un año dominado por el cine estadounidense, una tónica habitual que ha encumbrado a Indiana Jones como el producto más rentable de la temporada, por encima incluso del hit El caballero oscuro. Cuando la presidenta de nuestra academia recalque en los próximos Goya que el cine español sigue siendo la preferencia de un público cuantioso, todos olvidaremos que el éxito proviene de obras con financiación compartida con Francia y otros países de Europa. El cine rodado y financiado en España y hablado en español sigue siendo el pobre del vecindario. Ante este panorama desalentador, mi aprecio y afición hacia el cine patrio necesita una purgación, una reflexión en voz que no amaga cierta indignación y resignación. Disparo...
LOS GOYA: GLORIA Y ESPERPENTO

Los girasoles ciegos se ha visto favorecida por la sequía de cantidad y calidad. Sus quince nominaciones parecen ser el aval más importante para convertirla en la hipotética triunfadora del año. Al otro lado encontramos Los crímenes de Oxford, cuya (injusta) presencia solo evidencía las ganas de los académicos por valorar lo rentable por encima de lo bueno. Solo quiero caminar es una película competente en todas sus nominaciones pero carente de fuerza para ganar. Díaz-Yanes debería aceptar la idea de una tercera derrota consecutiva tras Sin noticias de Diós y Alatriste. Y en último lugar encontramos a Camino, una cinta espinosa que para muchos ha sido la gran incomprendida del año. A Camino le robaron su presencia en los Oscar y los académicos no parecen acceder al campanazo de Javier Fésser. El duelo entre Camino y Los girasoles ciegos , entre el cine diferente y el correctismo eficaz de siempre, es evidente: revisen los resultados de la encuesta que realicé sobre el tema. Este año no hay nada, ni tan siquiera una película comoLa Soledad capaz de meter el gol segundos antes de finalizar el partido. La Soledad es una buena película, pero la Academia la utilizó vilmente para ensalzar un cine diferente que en el fondo ni mira ni admira ni nomina. Los tres goyas de La Soledad (el de actor revelación fue sonrojante) demuestran la hipocresía de nuestra Academia. Igual de tramposas son las nominaciones técnicas de Sangre de mayo o La conjura del escorial. Uno al final no sabe si la Academia detesta o ama a Garci.

Cada uno debería definir su opinión al respecto. Mientras, Benicio del Toro está nominado por Che: El argentino y Penélope Cruz está en la batalla por Vicky Cristina Barcelona. ¿Falta mucho para ver a un director extranjero recoger el Goya al mejor director? Soderbergh y Allen han estado a un solo paso de lograrlo.
2009: ALIMENTANDO LA UTOPÍA
La entrada del nuevo año nos da la escusa perfecta para olvidar un 2008 terrorífico. León de Aranoa, Gutiérrez Aragón y Gracia Querejeta están a punto de iniciar el rodaje de sus nuevas películas. A todos estos proyectos cabe sumar un cantado duelo Almodóvar-Amenábar (Los abrazos rotos contra Ágora) o las interesantes obras de Fernando Trueba, Julio Medem o Miguel Albadalejo. A riesgo de seguir con el cuento de la lechera, espero que el 2009 nos depare un año de buen cine, un cine que traspase los muros de festivales como los de Málaga y San Sebastián, sepa comercializarse dentro y fuera de la península y logre construir una nueva generación de autores, aquellas caras ahora invisibles que estudian en la ESCAC y demás escuelas. El cine español no puede utilizar la crisis como escusa porque siempre ha estado en crisis. Les animo a ver cine español sean cual sean sus preferencias cinematográficas. Solo viendo nuestro cine se puede hablar y reflexionar sobre él de forma concienzuda y, en el mejor de los casos, encontrar el antídoto a todo este caos.