En estos tiempos de teleseries express y videojuegos hemoglobínicos priman más las premisas argumentales potentes, el gancho que sirve de reclamo para determinada audiencia, que el desarrollo concienzudo de esa idea de base. Esto es lo que le ocurre a The Purge: La noche de las bestias, una película con ciertas dosis de terror, apocalipsis y crítica social. Una vez al año, el gobierno estadounidense da carta blanca para que durante una noche sus ciudadanos puedan perpetrar cualquier crimen sin repercusiones judiciales, una forma de controlar los impulsos violentos de la población y de eliminar de forma controlada el aumento de personas que 'entorpecen' el sistema, ya que durante la purga sólo consiguen salvarse aquellos que pueden permitirse un buen sistema de seguridad en sus casas. Una ejecución que parece ideada como un cruce entre el terror extremo francés de los últimos años (Frontière(s), Martyrs y A l'intérieur tenían doble lectura política) y el Battle Royale nipón. A todo ello hay que sumarle un malo rubio de mirada pérfida (eco, quién sabe, del Funny Games hanekiano) que está dispuesto a amargar la velada a una 'familia bien'. Hechas las presentaciones, aunque también podría describirse como un mix entre Halloween y La habitación del pánico, The Purge: La noche de las bestias, éxito absoluto en las taquillas estadounidenses, es la película que parece ser, algo que no es ni bueno ni malo. Como crítica social, el film es de moral distraída y discutible: si los personajes pueden ejecutar a placer, que no nos quiten el gusto de asistir desde la platea a la matanza. Como film de terror, cojea: si a estas alturas alguien se asusta por los atronadores ruidos que salen de los bafles de la sala, los pasillos a oscuras y una dirección de fotografía con tendencia al desencuadre y a los planos cortos, sin duda necesita consejo médico. Y como renovación del género, su aportación es tímida: de nuevo, una idea potente no se traduce en una buena historia. Sigo preguntándome qué aporta el personaje del novio de la hija, por qué el niño necesita regular en todo momento sus constantes vitales, por qué las verjas de protección parecen compradas en los chinos y por qué la casa tiene una habitación con billares y pinballs. Aunque lo confieso: en plena pelea, The Purge: La noche de las bestias resulta hasta catártica, como si estuviésemos destruyendo a mazazo limpio la casa de esa persona a la que no podemos ver ni en pintura. Crítica cero a la violencia: ¡viva la carnicería! Porque el film sólo consigue que como consumidores del cine de terror y como humanos reprimamos nuestras ansias de dar un bofetón al primero que encontramos a la salida del cine. No tiene muchas luces, pero cumple como entretenimiento veraniego.
Para los que no olvidan sus viejas rencillas con los vecinos.
Lo mejor: Sus momentos destroyer.
Lo peor: Hay cuerda para segundas partes.
Nota: 6
Lo mejor: Sus momentos destroyer.
Lo peor: Hay cuerda para segundas partes.
Nota: 6
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