Que Sofia Coppola, como hija del cineasta Francis Ford Coppola, se ha criado en un ambiente de relativo lujo y ciertos privilegios viendo el funcionamiento de la industria del cine por dentro y por fuera; y que años más tarde, ya como autora, ha reciclado esa obsesión por la futilidad de la fama, las ansias de consumismo y la soledad del rico en las señas de identidad de su discurso, son cuestiones que conocíamos todos. Ahora, con The Bling Ring, la pequeña de la saga Coppola presenta una película que a priori podría parecer bastante desapegada de los anteriores largometrajes de la artista, pero que en realidad es una continuación y una confirmación de sus inquietudes. Esta historia, crónica de un grupo de adolescentes que se dedica a asaltar las casas de distintos famosos en Los Ángeles y alrededores, remite especialmente a María Antonieta, en concreto a los momentos en los que veíamos a la joven reina de Francia sumida en un éxtasis de bailes, parabienes palaciegos, ropas de diseño, zapatillas de deporte colocadas entre calzado de época, copas de champán formando torres de ostentación y festines con carísimos manjares. Ahora todo ese universo es en The Bling Ring una realidad más mundana: perfiles de Facebook, fotografías de Instagram, coches inalcanzables con música a todo volumen, amor a las grandes marcas y absoluto culto a la apariencia física y a los objetos-complementos de vestuario. El problema en esta ocasión es que todo resulta demasiado exagerado siendo, paradójicamente, más reconocible. En otras palabras: a Coppola la contemporaneidad no le ha sentado demasiado bien, mientras que María Antonieta, gracias a sus incorrecciones históricas, sí lograba ser la descripción de un personaje y la creación de una atmósfera fresca, rebelde y original.
The Bling Ring, en consonancia con sus pobres criaturas, es
ruidosa y exagerada, pero ante todo poco creíble: al caricaturesco dibujo de
los padres de las protagonistas se unen cuestiones puramente formales
como el hecho de que ninguna de las mansiones robadas cuente con perros,
guardias o sistemas de alarma para impedir los asaltos. En suma, Coppola
termina ahogando su película a base de repetir fórmulas (tras un
allanamiento de morada viene otro, tras un rap bobalicón viene otra
pieza sonora más atronadora, etc.), y cuando la película revierte el
esquema y convierte a sus ladronzuelas en personajes públicos igual de
vulnerables que sus víctimas el film no termina de confirmar su posición
ideológica: ¿se puede criticar el 'brilli-brilli' que imponen revistas,
webs y televisiones cuando la película cuenta con la colaboración de
Paris Hilton, que cede su propia casa para el rodaje, y con la ayuda de sellos como Gucci, Chanel o Balenciaga? Aunque Coppola no pariese su
quinta película con ese objetivo, mucho nos tememos que las audiencias
inmorales que retrata la película tendrán en el visionado de la cinta un
vehículo complaciente y una excusa más para afianzar sus ansias
consumistas; y de paso, las citadas marcas obtendrán una gran plataforma de promoción para alimentar su leyenda. En resumen, The Bling Ring es una película interesante, rodada con el pulso sabio de Coppola y con grandes interpretaciones por parte de todo su elenco,
pero también es una forma de semántica dudosa, ya que no sabemos muy
bien si se trata de una denuncia o de un elogio a un 'way of life' muy
concreto. Sea como sea, lo que no admite duda es que el film carece de reflexión, y eso,
por desgracia, convierte a The Bling Ring en la peor aportación de la pese a todo brillante Sofia Coppola.
Para seguidores y críticos de 'la feria de las vanidades'.
Lo mejor: Con sus errores, es una buena descripción del mundo en el que vivimos.
Lo peor: Que Sofia Coppola no vaya al 'meollo de la cuestión'.
Nota: 5'5
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