miércoles, 19 de septiembre de 2012

Oscars 1994: FRESA Y CHOCOLATE, de Tomás G. Alea y Juan Carlos Tabío (Cuba)

Lo dulce y lo amargo
FRESA Y CHOCOLATE (Strawberry & Chocolate), de Tomás G. Alea y Juan Carlos Tabío (Cuba, España, México; 1993)
Nominada al Oscar 1994 a la mejor película de habla no inglesa
¿De qué va?: David estudia Sociología en la Universidad de La Habana y es un convencido defensor del comunismo. Acaba de pasar un desengaño amoroso y su vida discurre entre paseos y clases. Un día su camino se cruzará con el de Diego, un artista homosexual marginado por el régimen. David se sorprende al ver bebidas alcohólicas y revistas extranjeras prohibidas en casa de Diego y pronto empieza a sentir curiosidad, dudas y recelos hacia Diego. Animado por un compañero de facultad, David vuelve a casa de Diego para sonsacarle los detalles de una exposición que está preparando. Pronto se establecerá una relación de amistad en la que tendrá un peso decisivo Nancy, vecina y portera del bloque de pisos de Diego, una mujer con tendencias suicidas de la que David acabará perdidamente enamorado.
Palmarés: Premio especial del jurado y premio Teddy en el Festival de Berlín 1994. Mención especial en el Festival de Sundance 1995. Goya a la mejor película hispanoamericana del 1994. Cóndor de plata de la Asociación de críticos argentinos a la mejor película extranjera. 8 premios en el Festival de La Habana, incluyendo mejor director, actor protagonista, actriz secundaria y premio del público. 6 premios en el Festival de Gramado, incluyendo mejor actor (ex-aequo entre Perrugoría y Cruz), actriz secundaria (Ibarra), película latina y premio del público. 4 premios ACE: película, director, actor protagonista (Perrugoría) y actor secundario (Cruz). Presente en la lista de las 5 mejores películas de habla no inglesa de la National Board of Review, ranking encabezado por la taiwanesa Comer, beber, amar de Ang Lee.


Curiosidades: La película está basada en el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo de Senel Paz. Es la única película cubana que ha estado nominada al Oscar en toda su historia. En Cuba la película en seguida fue un auténtico fenómeno de taquilla: en la isla se estrenó a finales de 1993, en febrero triunfó en Berlín, en abril se estrenó en España y el otoño posterior llegó a los Estados Unidos. Está considerada una de las películas de habla hispana más polémicas de los 90 al tratar temáticas tan espinosas como la dictadura castrista y la homofobia. Cuba actualmente no reconoce a nivel legal las parejas del mismo sexo. Es la obra más conocida de Tomás Gutiérrez Alea, cubano que estudió cine en Roma y que fundó junto a otras personalidades de la cultura y el cine cubano el llamado Intituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC). Dirigió más de veinte películas, las dos últimas (Fresa y chocolate y Guantanamera) al alimón con su amigo Juan Carlos Tabío. Alea murió el 16 de abril de 1996 a los 68 años.


Valoración: Fresa, porque es una película alegre, dulce. Un vodevil tronchante excelentemente defendido por sus actores. La película solo precisa de pocos escenarios y el diálogo constante de sus tres protagonistas para ganarse el afecto y arrebatar el corazón de la audiencia. Contados escenarios filmados entre la belleza y la asfixia, como esa Habana que se cae a pedazos y que sigue conservando su encanto. Y chocolate, mucho chocolate negro, porque es una película desangelada, triste. Un cuento sobre la tolerancia, la necesidad de abrir puentes, de acercarse al otro, de ponerse en la piel de nuestro vecino, de entender la revolución no como una causa egoísta o idealista sino como una lucha por el bien social. Es la crónica oscura de una dictadura que mata la creatividad, que crispa, que enfrenta, que aniquila el arte y a sus artistas, que exilia, que olvida sus referentes, que acaba con las raíces, que no respeta a sus intelectuales, que no mira al pasado para acabar en el presente con los errores del pretérito. El bol que une las dos bolas de helado es la homosexualidad, pero no es tanto un film sobre la realidad gay oprimida por regímenes dictatoriales, que también, como un cuento sobre la necesidad de comprender y escuchar. Eso es lo que hacen los protagonistas. Ese es el cambio que se produce en el personaje de David, un títere con más ideología que ideas que encontrará en la mirada del otro la intuición y luego la certeza de un mundo rico en pensamientos y vivencias. Y con ellos el público se alimenta, porque escuchar sus diálogos es una lección de cine fresco y veraz, mezcla de opereta y crítica social, y al mismo tiempo una constante fuente de inspiración e ideas. Al coger la cuchara y jugar a remover los dos sabores sale un postre exquisito con su regusto trágico y su pizca de optimismo. Imposible no evocar la sombra del castrismo, del franquismo y de otros horrores. Es vitalista y lapidaria. Humana y cruel. Con contrastes. Como la vida misma. Un cine para sentir y para pensar. Para sentirse bien y para marcarse una buena sesión de psicoanálisis y autocrítica. En el bote pequeño está la mejor confitura: Fresa y chocolate es un triunfo.


Nota: 7'5

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La escena:

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