Mui, la criada
EL OLOR DE LA PAPAYA VERDE (L'odeur de la papaye verte, Mùi du du xanh, The Scent of Green Papaya), de Tran Anh Hung (Vietnam, Francia; 1993)
Nominada al Oscar 1993 a la mejor película de habla no inglesa
¿De qué va?: A principios de la década de los 50 la Guerra Indochina paraliza la vida en Vietnam. Una noche la pequeña Mui llega a la casa de una familia rica. Mui solo tiene diez años y será la nueva criada de la casa. Los propietarios intentan ganarse un dinero extra vendiendo tejidos pero las ventas no parecen remontar. Mientras, Mui conocerá los secretos en torno al pasado de sus señores, el arte de la cocina, y todo el mundo de plantas, animales y naturaleza que se extiende en el precioso jardín de la mansión. Todo cambiará diez años después cuando empiece a trabajar para un amigo de sus antiguos jefes del que está profundamente enamorada.
Palmarés: Premio de la juventud y Cámara de oro del Festival de Cannes 1993. César del cine francés a la mejor ópera prima. Premio Sutherñand Trophy concedido por la British Film Institute. Fue la primera película nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa por Vietnam, país que además ese año participaba por primera en los premios de Hollywood. Hasta la fecha Vietnam se ha presentado en ocho ocasiones a los Oscar y El olor de la papaya verde es a día de hoy su único film nominado.
Curiosidades: El olor de la papaya verde es la ópera prima del cineasta Tran Anh Hung, que en el año 1993 acababa de cumplir 30 años. La actriz Tran Nu Yên-Khê que da vida a Mui en el final de la película es además la esposa del director y la decoradora del film. Anh Hung vivió en Vietnam hasta los 12 años y luego emigró con sus padres a Francia: para la realización de la película volvió a su país natal aunque la mayoría de las escenas se rodaron en un estudio en Boulogne. Ya en sus primeros cortometrajes Anh Hung contaba pequeñas leyendas de la cultura vietnamita. En El olor de la papaya verde aparece una leyenda o tópico de la sociedad vietnamita: las mujeres no tiene derecho a tocar la cabeza de sus maridos porque la mujer es quien controla la economía y en general la persona que se ocupa de todas las actividades familiares o caseras, y por eso se entiende que sus manos están siempre sucias. En algunas entrevistas Anh Hung puso entre sus cineastas de referencia e influencias para la película a nombres tan variados como Kurosawa, Bresson, Murnau y Ford, mientras que muchos críticos conectan su obra con el cine de Yasujiro Ozu. Ese año la película formó parte de una nueva ola de cine asiático muy seguido en Europa que llegó a las puertas del Oscar: la china Adiós a mi concubina ganó la Palma de oro, la taiwanesa El banquete de bodas se impuso en Berlín, el cine francés triunfó con Indochina y muchos autores prestigiosos viajaron a Asia (por poner algunos ejemplos, Oliver Stone rodó El cielo y la tierra sobre la Guerra de Vietnam, Jean-Jacques Annaud lanzó El amante y Bernardo Bertolucci estrenó Pequeño buda tras El último emperador). Tran Anh Hung ha dirigido posteriormente títulos como Cyclo, aunque nunca ha revalidado el éxito de su primera obra. Sú última película es la irregular Tokio Blues, la adaptación a la gran pantalla del best-seller de Haruki Murakami.
Valoración: El olor de la papaya verde es una película de sombras, de susurros, de ritos, de reflejos, de silencios, de olores. Un cine pictórico que cultiva el arte del momento puro, que parece acariciar los objetos en lugar de filmarlos. La historia de una rutina perpetuada durante años basada en la actividad de servir a los demás. Una película que no teme resultar contemplativa y que encuentra en pequeñas manifestaciones de vida (una rana saltando de hoja en hoja, un suelo recién fregado secado por efecto del sol) su verdadera razón de ser. Un cine poético que lleva al espectador de viaje a un microcosmos cerrado: asistimos a la quietud de la mañana, la actividad del mediodía y la calma del anochecer de una casa cuyos habitantes, abuelos, padres, niños y servidumbre, manifiestan su dolor de formas muy diversas. En su ópera prima Tran Anh Hung evoca el Vietnam de su infancia, detalle que hace de El olor de la papaya verde una película de sensaciones y no de acciones, de intuiciones en lugar de certezas. Con todo, el film pierde parte de su hechizo en su segundo tramo, cuando vemos lo que le sucede a Mui ya adulta. Es en esa mitad cuando la película abraza el romance, y El olor de la papaya verde cambia su objetivo para contarnos un amor reprimido desde la candidez de la infancia y vivido diez años después como una exploración profunda o conocimiento pleno de esa poesía de la que la pequeña Mui era testigo indirecta desde su jardín. La película acaba lastrada por cierta abstracción que, si bien confiere endereza y personalidad tanto visual como rítmica al film, juega en contra de los personajes al no quedar definidas sus querencias y carencias. La sensación es que El olor de la papaya verde, película que sucede en interiores y que a priori atañe a las interioridades de sus seres, está diseñada para un público europeo: de ello dan fe sus medidas fugas a lo exótico o cierta rima o música de cámara muy acorde con cierto tipo de película adulta que en Europa viene consumiéndose desde las minorías más mayoritarias. El olor de la papaya verde, en resumen, es un interesante ejercicio de cine 'zen' que a su pesar esconde en las profundidades de sus frutas un hueso no demasiado lejano del culebrón de toda la vida. Detalles, claves, matices o lastres, según se mire, que hicieron de El olor de la papaya verde el éxito de Oscar que fue, o lo que es lo mismo, el melodrama ligeramente diferente que mira a oriente pensando en el espectador de occidente.
Nota: 6
La escena:
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