NON MA FILLE, TU N'IRAS PAS DANCER (HACIENDO PLANES PARA LENA), de Christophe Honoré (Francia, 2009)
Allí donde el cine filma conflictos, Honoré prefiere empezar in media res con el conflicto ya desatado y los personajes en pleno proceso de transformación. Honoré ama los sentimientos más vivos, la pureza del arrebato. Como buen cine francés, reflexiona en voz alta a riesgo de que el discurso resulte de lo más estúpido. Entiende la vida desde el descontrol y no filma nada que no salga de sus entrañas. Con Haciendo planes para Lena el estilo impúdico, directo y a la vez lleno de rodeos poéticos de Honoré se consolida, algo que alegrará a sus fieles y enervará a sus detractores. Haciendo planes para Lena no quiere ser una película ni tranquila ni agradable, y parece que su máxima es llevar al espectador hacia esa frontera entre lo dramático y lo enfermizo que la protagonista del film cruza sin parar durante una hora y media de histeria. Porque Honoré solo puede empezar a narrar desde la depresión, y como resultado sus personajes, antes incluso de saber su nombre, mucho antes de que la historia discurra de forma natural, resultan de lo más inesperados. Son las contradicciones de ese cine apasionado con criaturas apasionadas y cineastas apasionados tras la escritura del libreto y la dirección de fotografía: aquí podríamos incluir a Almodóvar y al también francés François Ozon. Aun con todo, Haciendo planes para Lena debe entenderse como una traslación de 'La belle persone' (protagonista femenina que sigue los tipos y arquetipos de la novela romántica) hacia el terreno de la tragedia familiar, drama mucho más complejo que el presentado en Ma mère o Dans Paris, tanto en número de piezas como en truculencia. Mastroianni da vida a una enfermera recién separada superada por todo y cansada de todo. No hay más acción que el diálogo en el diván de ese psicólogo tan contradictorio que es Honoré: la protagonista toca fondo varias veces, la historia navega aguas inestables y prefiere naufragar antes que encontrar un punto de apoyo que dé consistencia a la aventura emocional. Poco o nada que añadir para los que ya hayan visitado los mundos de su autor: una de esas películas que nunca verá la luz en España y cuya magia está en su propia imperfección. Drama exagerado, impostado, teatral, a ratos genial a ratos banal... como la no lógica de todo el cine de Honoré. Si entienden que la ficción mejora la realidad, y que como resultado puede y debe vivirse la realidad desde las utopías de lo no real, no se la pierdan.
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SIEMPRE JUNTOS (TODOS CONTRA LÉO, TOUT CONTRE LÉO, CLOSE TO LÉO), de Christophe Honoré (Francia, 2002)
Para entender el cine de Christophe Honoré tendríamos que tener en cuenta su actividad como crítico de la revista francesa Cahiers du cinéma, sus numerosas novelas publicadas en Francia y destinadas a un público adolescente, sus cortometrajes y telefilms, o incluso las pocas obras teatrales que ha dirigido. Aquí en España solo podemos acceder a la producción cinematográfica de Honoré, y únicamente por vías de descarga: tan solo La belle personne tuvo un estreno más o menos en condiciones en los cines locales. Así que reivindicar Siempre juntos (Tout contre Léo) puede ser directamente un acto suicida. Hablamos de la adaptación para la televisión gala de la primera novela de Honoré y una de sus obras más desconocidas fuera de Francia. Partiendo de esta base (es imposible conocer a Honoré en toda su dimensión artística), esta Siempre juntos parece sentar las bases de lo que posteriormente sería el Honoré cineasta. O sea: una apuesta por imágenes estilizadas, una sensiblidad extraordinaria por todo lo relacionado con la homosexualidad y una intención por inaugurar una nueva Nouvelle Vague en el seno del nuevo cine francés. Aquí estamos ante un Honoré primerizo con una historia muy interesante entre manos: la relación de Marcel, un chico de doce años, con Léo, su hermano mayor enfermo de SIDA. No es ni una película reivindicativa ni un retrato pedagógico del SIDA, sino más bien la historia de cómo los padres y los hermanos de Léo, especialmente Marcel, el más pequeño y por ello el más vulnerable, afrontan la enfermedad del primogénito. Marcel está a punto de entrar en la adolescencia, mientras que Léo ve de lejos una madurez que quizás no alcance. La de Léo es una mirada que finge firmeza. Y Marcel todavía es un alma que no juzga a su hermano por lo que es: lo quiere porque es su hermano, un amor de lo más puro. Honoré, todavía desligado de la poesía visual que fue perfeccionando con el tiempo (el plano de la madre tirada en el césped o todas las escenas veraniegas entroncan con la posterior Ma mère), nos ofrece una road movie apreciable, la historia de dos personas cuyos mundos están a punto de tambalearse y cuyo único objetivo, como el de todos, independientemente de la edad y de la opción sexual, es amar y ser amado. Un Honoré más narrativo es posible. Incluso este inicio de carrera más austero lleva a hacernos pensar en un Honoré menos preocupado por la simetría del plano y más sólido en sus historias. Porque aunque Siempre juntos (Tout contre Léo) diste de ser una obra mayor, la escena en la que Léo se despide de Marcel en la estación de trenes es lo más emocionante que ha firmado Honoré. Un telefilm obligado para los que quieran ahondar todavía más en el imaginario de su autor.
Otras partes del ESPECIAL CHRISTOPHE HONORÉ:
Reseñas de LES CHANSONS D'AMOUR y HOMME AU BAIN
Reseñas de MA MÈRE y 17 FOIS CÉCILE CASSARD
Reseñas de DANS PARIS y LA BELLE PERSONNE
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