Habrá un tiempo en el que el tiempo será oro, lo ahorraremos y lo gastaremos, será poder y una manera de someter a los que carecen de ese privilegio. Eso al menos es lo que nos dice Andrew Niccol en In Time, una ciencia ficción futurista que toma lo más básico, el tiempo, para crear una parábola más punk que ciber. La ciencia ficción sirve y debe servir para trazar relatos que nos expliquen quiénes somos, qué hacemos y hacia dónde vamos: en este sentido In Time es junto a V de Vendetta o Minority Report uno de los títulos más esforzados del último cine fantástico, y a su vez una lógica continuación de toda la filmografía de Niccol iniciada con Gattaca. In Time, pese a todo, no resiste la comparación ni con el film de McTeigue y menos todavía con el de Spielberg. Pese a ser uno de los blockbusters de nueva factura más inteligentes, In Time pierde fuerza al dirigir su obvio discurso a una audiencia juvenil, más idealista que reaccionaria, o lo que es lo mismo, con más ideas que verdadera vocación de acción. En parte la película funciona a la misma velocidad, y a sus descuidos en lo visual (no logra ni parece querer construir un cosmos compacto estilo Matrix, y apenas se sirve de la frialdad que aportan los diferentes tonos de negros y azules para contextualizar la historia) se suman ciertas trampas que acaban poniendo In Time en el saco de entretenimientos para la muchachada (véase el efectista momento de la muerte de la madre del héroe, la nunca explicada historia del padre del protagonista y la no menos endeble relación de complicidad tanto en lo ideológico como en lo sentimental que se establece entre los cabezas de cartel). No es que resulte molesta su intención de ser cine de palomitas, ni tan siquiera que en su reivindicación del tiempo el film solo quiera ser, paradójicamente, un pasatiempo. El problema es que la historia no está bien hilada, y cuando los personajes no quedan descritos con sus dobleces y sus valores difícilmente podemos creernos su gesta, aunque como sucede aquí la acción 'robinhoodiana' sea del todo loable. In Time se queda un poco en agua de borrajas y cualquier atisbo de metáfora sobre el capitalismo acaba perdiendo fuerza con un final amenazador de segunda parte y poco más. El tiempo es oro: las dos horas de In Time no son una pérdida de tiempo, seguramente cierto público saldrá tocado por su mensaje, pero los que quieran más puede que se queden contemplando el lento pasar de las manecillas del reloj saturados de tanto azúcar revestido de cine político para todos los públicos.
Nota: 5
No hay comentarios:
Publicar un comentario