Que existe un cine de gran nivel en tierras catalanas es innegable. Que este tipo de películas no gozan de popularidad, también. Y que los Goya ignoran de forma sistemática a grandes cineastas como Cesc Gay, Albert Serra, Marc Recha o Pere Portabella, otro motivo para lamentar un incomprensible interés a cintas que sí atraen a nuestros vecinos franceses. Es justo reivindicar el cine de Gay y su última película, V.O.S., una historia agradable, con una personalidad definida y única, distribuida con desgana y nada conocida por el gran público, igual que las anteriores Ficció o En la ciutat. Ágata Roca, una gran intérprete que precisa mayor atención, protagoniza este atípico retal de amor, cine y diálogos ingeniosos. Allen inspira y se pasea por los pasillos de los decorados de V.O.S., una de las propuestas formales más originales del pasado 2009 (otra cosa es que el juego funcione: lo hace, pese a todo, casi siempre). La película reivindica su diferencia y se alza como el reverso de típicas comedias románticas. Los personajes, actores de su propia película y protagonistas de su propia historia, se juntan y alborotan en un juego casi metafísico sobre qué es la ficción y cuáles son sus parámetros y patrones. Ejercicio metalingüístico y desautomatizador, relato breve y austero, Gay consigue aquí su película más desenfadada, marciana e intuímos que personal: Roca, embarazadísima en todos los fotogramas, es la esposa del realizador; y el personaje del escritor vasco, un descarado intento de alter ego. Un juego equilibrado, agradable y plurilingüe.
V.O.S. respira teatro y mucho oficio. Cuatro actores soportan el peso de la(s) historia(s). Vicenta Ndongo vuelve como secundaria de lujo para completar el triángulo, cuadrado, al final trapecio amoroso de forma bizarra. La película, aceptada su mecánica, puede resultar un tanto obvia, a ratos repetitiva, diseñada con ingenuidad por sketches en contínuo desequilibrio. Barcelona, sus calles, su extraradio y una generación que oscila entre los treinta y cuarenta años (la misma que En la ciutat y Ficció, cómo no), entre sueños adolescentes y consciencias adultas (también de adulterio), vuelve a ser el eje de todo el conjunto. Porque V.O.S. es un retorno a todos los relatos anteriores de Cesc Gay y, a la vez, una forma de abrazar el desmadre, de demostrar que el cine de Cesc Gay está sufriendo una nueva e interesante metamorfosis (más experimental, menos comercial). Serán bienvenidos venideros experimentos. Obviamente, éstos volverán a ser ignorados por prensa y palmarés conocidos. Y, sin duda, estarán al pié del cañón bloggeros y otros cinéfilos para desempolvar joyas ocultas.
P.D. Esta noche se entregan los PREMIOS GAUDÍ (Academia de cine catalana) y V.O.S. concurre para llevarse el galardón a MEJOR PELÍCULA. Sirva este post para reivindicar unos premios olvidados y una película que pasó sin pena ni gloria por la cartelera.
2 comentarios:
Ésta en particular, compa Xavier, aún no la he visto, pero sí he visto todas las pelis anteriores de Gay, y es una cine que me atrae, y mucho. ¿Poco gancho comercial? Evidentemente, como todo aquel cine que no se mueve en parámetros "sencillos", por llamarlos de alguna manera, ya sea catalán, turco o de Navalmoral de la Mata...
Un abrazo y buena semana.
Una pena que este tipo de cine vea limitadas sus capacidades expansivas, por decirlo de alguna manera. De hecho he intentado encontrar esta película en particular y lo cierto es que me está costando muchísimo visualizarla.Pero bueno, aplícandolo un poco a esto y trasladando el dicho de forma metafórica "Siempre nos quedará París".
Un saludo!
Publicar un comentario