jueves, 25 de febrero de 2010

¿ESTÁS EN CONTRA DE QUE HAYA 10 PELÍCULAS NOMINADAS AL OSCAR?

Hace unos meses, justo en el momento que se publicó la noticia, el blog repasaba sus opiniones en contra de tener diez títulos peleando por el Oscar más preciado. Ahora ya tenemos diez afortunadas y es necesario revisar esas impresiones, aportar nuevos matices, reafirmar algunos comentarios y dibujar el posible futuro de unos premios que están cambiando.

Lo que el cinéfilo sabía de antemano era que mayor cantidad no implicaba mayor calidad en la terna de nominados. Las bajas audiencias de las últimas galas demostraban que el planeta Oscar y las inquietudes de las masas iban por caminos distintos, aunque al final la afirmación no fue del todo cierta porque la gala de año pasado superó con creces las cifras de anteriores entregas, demostrando que un buen show siempre atrae a la audiencia y que los Oscar gozan de la misma fuerza y fama de antaño. La no nominación de El caballero oscuro marcó un punto de inflexión en la historia de las estatuillas y este año, casi a modo de lógica y necesaria antítesis, tenemos una gran producción entre los puestos de honor: Avatar, paradigma poco certero de muchas cosas. La salsa del próximo 7 de marzo será ver si Avatar logra o no el Oscar, algo que interesará a gran parte de los aficionados. Los meros seguidores, pese a esto, no saben que mayor cantidad no implica mayor calidad, y he aquí el gran problema. Que Avatar no esté nominada a mejor guión y que no tenga a ninguno de sus intérpretes en la carrera demuestra hasta qué punto la Academia se debate entre premiar lo conocido o valorar lo verdaderamente bueno. Si la cinta de Cameron gana, poco o nada podrán aportar estos premios en un futuro. La Academia lo sabe, y por eso no ganarán los bichos azules que todos conocemos.


Hay una tónica bastante peligrosa que parece dilapidar la esencia del séptimo arte. Parece que, para obtener nominación, previamente hay que haber realizado una buena taquilla, algo que no es justo. ¿Sería District 9 igual de buena sin sus millones de recaudación? ¿Malditos Bastardos no hubiera tenido menos candidaturas en caso de pocas entradas vendidas? El factor económico ha beneficiado a The blind side, la gran sorpresa del año: seguro que sus más de 200 millones de recaudación han animado a más de un votante a dar el campanazo. Todas las demás nominadas obedecen a una estrategia: An education viene a ocupar la cuota británica de siempre, Precious demuestra el affair de la Academia con las pequeñas producciones, Up cubre la presencia animada, The hurt locker y Up in the air son un lógico correlato de los gustos de los Sindicatos, y A serious man es la rebelde del año, la más independiente, la confirmación de que la Academia tiene sus autores fetiche. Mientras, se ha demostrado que la nueva regla no piensa en las películas extranjeras: ¿no se merece La cinta blanca estar nominada a mejor película y director? Con este sistema, La escafandra y la mariposa, por citar un ejemplo, hubiera tenido más nominaciones. Ya no se producirá aquello que tanto nos despistaba: que los cinco mejores directores no dirijan las mejores películas del año. ¿Cómo se quedan si les digo que Mulholland Drive, con Lynch nominado a mejor realizador, hubiera estado nominada al premio gordo de haberse estrenado ahora? Estamos hablando de una de las mejores películas de la década, o sea, de este debate tan intenso entre cine y premios, la pugna entre calidad y cantidad, la batalla entre dinero y medallas.

En definitiva, debe denostarse esta ampliación de nominados porque nada parece aportar al cine en mayúsculas, y sí a las carreras comerciales de títulos discutibles. Sería interesante jugar a adivinar qué cinco películas hubiesen tenido la nominación de seguir con el método de hace un año. ¿Es posible que gane un título que no está nominado a mejor director, antes algo imposible? Este mes que media entre nominaciones y gala final se me antoja un mero período de marketing, una maniobra para ver qué productor da más y quién consigue reunir a más amigos en las papeletas. La lucha está entre The hurt locker y Avatar, o sea, entre dos formas antónimas de ver y entender el cine. El próximo marzo no solo se decide el futuro de los Oscar o su credibilidad, sino también el futuro del cine, de ese cine que verdaderamente necesita nominaciones de este tipo para existir, subsistir y lograr distribución. La categoría a mejor película de habla no inglesa no debería ser la única ventana del cine que se mima en Berlín, Cannes, Venecia o San Sebastián. Llámenme europeísta, quizás antiamericano, pero algo indica que los Oscar no van por buen camino. Meses después, reafirmamos el post de junio: tener diez nominadas a mejor película es una locura. ¿Acaso merecía alguien la nominación el año pasado?