Enemy es el juego kafkiano que presentó Denis Villeneuve en la primera jornada del Festival de San Sebastián y que a pocos días de su clausura todavía protagonizaba muchos de los corrillos cinéfilos, tanto para amarla como para odiarla. Es una película de la que cualquier dato que podamos aportar incurrirá en spoiler: intenten verla vírgenes de información para no deslucir las sorpresas de guion. Y aunque es una historia turbadora y fascinante, es muchísimo más interesante hablar de ella, escuchar las teorías de los compañeros de butaca y rebobinarla mil veces en la cabeza buscando las claves del misterio que estrictamente como material cinematográfico: será, seguramente, porque Villeneuve acaba cargando las tintas de la historia con un hilo musical tenso demasiado familiar y una trama que aparentemente ni avanza ni retrocede. Enemy se asienta sobre la figura del otro: un profesor universitario descubre por casualidad que guarda un parecido físico más que razonable con un actor de poca monta que vive a unos pocos kilómetros de su ciudad. Villeneuve hace coincidir los destinos de ambos personajes, los dos interpretados por un solvente Jake Gyllenhaal, y eleva la película a la altura de dilema moral: un personaje busca la seguridad laboral y personal del otro, y la otra parte utiliza su reflejo en el espejo para reformular una vida que no le sacia. Villeneuve, que en rueda de prensa reconoció cierta vinculación con Hithcock, nos mete de lleno en unas imágenes hipnóticas en las que uno cree seguir los pasos de su duplicado protagonista... hasta que el arácnido plano final deja cualquier posibilidad de resolución por los aires y nos obliga a analizar todo lo visto desde nuevas perspectivas. A la espera de volverla a ver (ahora se proyecta en Sitges), Enemy es un thriller interesante que te mantiene en alerta durante hora y media. Cuidado con los propensos a obsesionarse con los films: Enemy provoca adicción y cuesta sacársela de la cabeza. Veremos si tras la fascinación que produce se esconde algún sentido oculto (de esas conversaciones paralelas ya hemos apuntado algunas posibilidades de interpretación), y si ese sentido es suficiente para convencer al público de a pie.
Para los que busquen platos fuertes con un poco de Kubrick, Lynch, Fincher y Nolan.
Lo mejor: Gyllenhaal, la dirección de Villeneuve y su capacidad por conseguir mucho con muy poco.
Lo peor: Dependiendo del estado de ánimo y del humor de la audiencia, pasará por una excentricidad para gafapastas.
Nota: 7'5
(con posibilidades de cambio)
(con posibilidades de cambio)
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