domingo, 27 de octubre de 2013

Crítica de WE ARE WHAT WE ARE, de Jim Mickle

WE ARE WHAT WE ARE, de Jim Mickle
Miguel Martín, Reseña 1: Remake de la película mexicana Somos lo que hay, ningún otro título podría sintetizar de manera más clara y concisa lo que esta película trata de contarnos a través de una historia que, lejos de ser novedosa en el contenido, lo es en su forma. El título de la película es al mismo tiempo la tesis de la misma, la cual viene a decirnos algo así como: "La represión de nuestros instintos puede acabar destruyéndonos".
El mayor acierto de We Are What We Are es su lograda atmósfera. Sin ella, la película se vendría abajo muy fácilmente. Por ello hay que alabar el trabajo del director respecto a dirección de actores y lenguaje audiovisual, pues a pesar de que el guión es correcto, no saldría bien a flote sin una dirección adecuada.
Ambos elementos (actores y lenguaje audiovisual) son los pilares básicos sobre los que se sustenta la película. El director opta por un número considerable de primeros planos y planos detalles que nos obligan a introducirnos dentro del mundo de la película y a vivirla en primera persona junto a los personajes principales. Si nos fijamos, estos planos son más frecuentes en las escenas en las que aparecen los protagonistas que cuando aparecen los personajes secundarios, lo cual sitúa al espectador en el punto de vista de la boca del lobo como forma de hacernos entender mejor el drama de esta peculiar familia. Si esta historia fuese contada desde un punto de vista externo al de la familia, el ejercicio no resultaría ni la mitad de interesante de lo que realmente es.
Como único fallo se le puede achacar que tarda un poco en arrancar, aunque es algo pretendido y totalmente justificado como único modo de transmitir el crescendo en el que la película te sumerge y que culmina con una escena de canibalismo memorable.


En definitiva, podemos decir que nos encontramos frente a una propuesta distinta e interesante, en la cual las cosas buenas superan a las malas con creces.

Lo mejor: Las interpretaciones de los actores principales y el regusto indie de la obra.
Lo peor: La escena del padre intentado recoger los huesos bajo la lluvia resulta anti-estética dentro del marco general de la película.

Nota: 8


Reseña 2, Xavier Vidal: En Sitges uno acumula multitud de escenas impactantes, algunas verdaderamente desagradables, que buscan quedarse en la retina del espectador a base de incomodarlo, de retorcerlo en la butaca, de someterlo a una prueba de resistencia que los fans del certamen siempre aprueban con nota. Con todo, el verdadero terror, o al menos aquel capaz de perdurar más allá de la espectacularidad puntual de ciertos momentos sangrientos, reside en la idea, en la abstracción, en el concepto. ¿Que nos aterra ver la rutina de un asesino en pantalla? Más estremecedor es viajar al epicentro de su mente y adivinar qué motiva unas actitudes a todas bruces inexplicables. Tenemos miedo al miedo porque es muy real y porque aun siendo visible se escapa de nuestras manos. Ciertas propuestas cinematográficas insertan todo tipo de salvajadas en contextos igual de fantasiosos, por lo que nunca consiguen la identificación del espectador para que el terror aflore en la platea. Otras afortunadamente se atreven a emprender el reto más difícil: explicar los mecanismos del mal desde dentro del mal, de forma cruda y visceral, pero dejando espacio para la reflexión.
En este segundo grupo hay que incluir We Are What We Are, y por ello fue una de las cintas más destacadas del pasado Festival de Sitges. A simple vista podría parecer el relato de una familia caníbal que afronta la pérdida de la madre, pero es mucho más: es la historia de una herencia diabólica, de un legado envenenado, de un patriarcado rígido. Mickle se cuela en la casa del malo y lo desnuda hasta hacer un análisis lapidario de la familia: las dos hijas adolescentes tienen en sus manos seguir la dictadura dominante del padre o poner fin a un yugo que las está formando a la vez que aniquilando como seres humanos. Una tesis absolutamente genial que Mickle resuelve por la vía de la diversión pura y dura, como requiere el género: la retahíla 'cría cuervos y te sacarán los ojos' adquiere otro significado, más físico que simbólico, en uno de los finales más intensos que se recuerden. Mickle, pese a todo, no acaba de redondear su discurso (la ambigüa función del diario que hereda la niña de sus ancentros, la irregular aunque lucida trama policíaca), seguramente por la doble tensión que gobierna la película, obligada a contentar los que buscan una historia con sus dosis obligadas de adrenalina y sangre y de saciar a los que quieran utilizar la rocambolesca premisa como metáfora de otros horrores.


Un relato fascinante que por caprichos del jurado sitgense no estuvo en el palmarés final. 

Lo mejor: La interpretación de Bill Sage. Treinta minutos finales de infarto.
Lo peor: Que sus excesos no dejen ver la grandeza de su historia. 

Nota: 7'5



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