'Sitges is different'. En ningún otro festival la gente aplaude y abuchea al inicio y al final de la película, e incluso durante las escenas más intensas, con tanta pasión. En ningún otro festival se registran colas tan largas tantos minutos antes de cada sesión, como si la oferta de los auditorios trascendiese lo cinematográfico para convertirse en el escaparate de un gran parque temático de cinefilias varias. En ningún otro festival coincide una fecha tan señalada como el 12 de octubre con la Zombie Walk, que llena las calles de este pequeño pueblo de la costa del Penedés de gente disfrazada de muerto viviente. Y en ningún otro festival se nos invita, al menos desde sus vídeos promocionales, a abrazar el satanismo. Sitges es una fiesta que se disfruta desde el gran Auditorio y los cines Retiro y Prado, pero también en las tiendas cercanas a la playa o en cualquier lugar, plaza o calle del municipio. Sólo en Sitges puedes sorprenderte y ver que estás caminando a pocos centímetros de Terry Gilliam o Eli Roth. ¿Qué se puede esperar de un lugar cuyo cementerio está presidido por la inscripción 'los muertos resucitarán'?
The Green Inferno, de Eli Roth. Sección oficial a concurso. |
Y como hay cosas que sólo pueden ocurrir en Sitges, también hay películas que parecen diseñadas única y exclusivamente para la audiencia del certamen de cine fantástico y de terror más importante de España. Ese es el caso de The Green Inferno, la nueva locura de Eli Roth, una película tan intensa, loca y extrema que es difícil calibrar su recorrido comercial más allá de la órbita sitgense. Estamos ante la inminente polémica del género: no sería extraño que el film fuese recortado y censurado debido a la dureza de algunas de sus torturas. Roth mezcla el gore con la parodia y consigue una actualización de Holocausto caníbal. En otros circuitos y en otras plateas, The Green Inferno pasaría simplemente por una película desagradable sin más; en Sitges se convierte en la comidilla inmediata de todos los asistentes. Diga lo que diga el palmarés, ha quedado grabada a fuego en el subconsciente festivalero (para bien o para mal), y ya es uno de los grandes descubrimientos de esta edición número 46.
Vuelve la actividad en el auditorio del Hotel Meliá de Sitges. |
Sin abandonar la selva, se ha proyectado fuera de competición el falso documental The Jungle, la crónica de una expedición que quiere conseguir imágenes de leopardos en la jungla de Indonesia. El argumento es mínimo y la fórmula de la ficción 'falsa' o 'falseada' muestra síntomas de haber explotado ya todo su potencial en títulos anteriores. La película es una suerte de El proyecto de la bruja de Blair dirigida por Iker Jiménez e interpretada por Frank de la jungla. Así, como suena. Escenas que se dilatan demasiado, diálogos totalmente vacíos cercanos al ruido y un misterio (conocer la forma de la bestia) que interesa más bien poco. Si con Roth todo ha sido jolgorio y aplausos, en este caso la cinta australiana ha clausurado su pase entre pitidos. Afortunadamente no cursa en la sección oficial.
Blind Detective, de Johnnie To. Sección oficial a concurso. |
Más peculiaridades de Sitges. En ningún otro lugar, al menos al sur de los Pirineos, puede verse el cine de Johnnie To, autor invisible pero admirado y querido por muchos. Hoy el cineasta hongkonés ha tenido sesión doble. A falta de ver el thriller Drug War, o la nueva variación del To de toda la vida, nosotros hemos disfrutado de Blind Detective, versión desenfadada del To criminal. Queda cierto poso de quien es 'el Scorsese asiático', pero tampoco demasiado: Blind Detective es una comedia al estilo cantonés sobre un detective invidente que con la ayuda de una agente principiante intenta resolver crímenes cometidos hace una década. To se permite muchas salidas de tono, alguna fuga visual del todo delirante y momentos de acción mezclados con coreografías de tango. Un plato demasiado espeso, lleno de histrionismos, en el que es difícil saber si las estridentes voces de sus protagonistas se deben al elevado volumen de los altavoces del auditorio, a la prosodia del idioma o a la forzada teatralidad de sus intérpretes. Con todo, sus 130 minutos, paranoias incluidas, pasan de forma divertida. ¿Que por estilo y forma no casa con lo que pide una sección oficial de Sitges? Tal vez. Pero To siempre es bien recibido.
Magic, Magic, de Sebastián Silva. Sección oficial a concurso. |
Finalmente, se ha presentado Magic, Magic, obra del cineasta chileno Sebastián Silva que algunos recordarán por la estimable La nana. La película tiene atmósfera pero hace aguas: empieza como una road movie mochilera, continúa siendo la narración de unas vacaciones atípicas y termina por no tener ni pies ni cabeza. No es tanto una película de terror como una historia sobre el miedo, que puede parecer lo mismo sin serlo. Juno Temple es la primera en inaugurar la lista de posibles actrices premiadas. Lástima que Magic, Magic sea tan tensa como vacía. ¿O será que la hora de proyección (8:30 de la mañana) no ha ayudado a ver los recovecos de la trama con serenidad? Volveremos a ella, ni que sea para hablar del curioso 'guiri' que interpreta un irreconocible Michael Cera.
El piano de Grand Piano, a exposición delante de la entrada del auditorio. |
Seguiremos contándoos todo lo que dé de sí el Festival de Sitges, así como todas sus peculiaridades (que no son pocas). La anécdota del día: el piano que ha presidido la entrada del Auditorio, ejemplar que se utilizó en el film inaugural Grand Piano de Eugeni Mira.Os traeremos más imágenes de lo que ocurra los próximos días: Sitges y su festival estrella lo merecen. ¡Mañana, más!
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