El cine de Álex de la Iglesia siempre ha sido eminentemente masculino, pero en el fondo sus tramas están controladas por mujeres. Ellas, según el esquema de De la Iglesia, complican y dan sentido a la existencia de ellos. La guerra de sexos es la base de Las brujas de Zugarramurdi, película que tras sus capas de magia, thriller y parodia esconde el discurso de toda la vida ampliado y desvirtuado. En esta ocasión, las mujeres son unas brujas dispuestas a hacer la vida imposible a dos ladrones de poca monta que intentan fugarse a Francia tras atracar una tienda de 'Vendo oro'. A ello se le suma la novia desquiciada de uno de los atracadores, dos policías con secreto y una profecía en la que aparece 'una esponja amarilla'. ¿Que suena raro? La película lo es todavía más. De la Iglesia tiene un sentido del humor y del thriller impresionante: como espectador te coge, te zarandea y no te suelta. Las brujas de Zugarramurdi invita a la risa, tiene algunas escenas bastante terroríficas, y por tener hasta presume de un Carlos Areces y Santiago Segura vestidos de mujer mayor. El film tiene un problema grave: va tan deprisa, se sabe tan loca y está tan desbocada que al final acaba estampándose contra la cuneta, uniendo momentos sublimes con otros directamente ridículos. El film no deja de ser un juego, una función más del circo de los horrores que tanto interesa a De la Iglesia y que cita de forma directa en su surrealista epílogo. Por la calidad de su reparto y de sus aspectos técnicos, cuestiones que seguramente serán valoradas en los próximos premios Goya, estamos ante un film con potencial de obra de culto, algo que ya sucedió con El día de la bestia. Y a pocos días para su estreno en salas, cabe destacar que estamos ante un film de vocación popular que se disfruta más con la sala llena conteniendo el aliento o soltando risotadas: en épocas de baja asistencia a las salas, el film propone una catarsis colectiva en pantalla grande. En el otro lado, Las brujas de Zugarramurdi es una batidora que tritura cualquier sentido de la lógica, y la diversión de Crimen ferpecto o La comunidad es sustituida aqui por una sensación de grandilocuencia y saturación. Cuesta articular palabra tras los primeros títulos de crédito (no diremos por qué) y uno no sabe qué decir cuando se abren las luces. ¿Conclusión? Las brujas de Zugarramurdi es un film demasiado loco, incluso para venir firmado de alguien tan desquiciado como De la Iglesia.
Para amantes de películas excesivas.
Lo mejor: Macarena Gómez y Jaime Ordóñez han venido a la familia De la Iglesia para quedarse. Que pone carpetazo a la moda zombie: ¡volvemos a las brujas con escoba!
Lo peor: El aquelarre final dura demasiado y le faltan muchos hervores. Cierta tendencia al chiste de sitcom española poco o nada elegante.
Nota: 6
1 comentario:
La vi ayer y estoy muy de acuerdo con tu crítica. Me lo pasé bomba, a pesar de que llega a saturar. Es excesiva, muy excesiva, y algo pesada en su parte final, pero se disfruta, son dos horas de cine, de buen y loco cine.
abrazo!
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