viernes, 12 de octubre de 2012

SITGES 2012: HOLY MOTORS, de Leos Carax

Premio a la mejor película, mejor director, premio José Luis Guarner y Méliès d'Argent al mejor largometraje de la sección oficial a competición.
Monsieur Oscar viaja en limusina y se transforma
HOLY MOTORS, de Leos Carax (Francia, 2012)
¿De qué va?: Un hombre abre una puerta escondida en una pared. Al final del pasillo hay una sala de cine llena de gente con la mirada perdida. Vemos a Oscar saliendo de una mansión de lujo. Saluda a su asistente Céline y entra en una limusina. Una vez dentro del vehículo, y a partir de unas breves notas escritas en cuadernos, Oscar se maquilla y sale a las calles de París interpretando todo tipo de personajes: un mendigo, un tarado, un asesino, un padre de familia... Por el camino se encuentra con personajes de lo más extraños, incluso consigo mismo. ¿Pero qué mueve a Oscar a dedicarse a un oficio tan curioso? ¿Quién le paga? ¿Para conseguir qué objetivo? ¿Dónde están las cámaras? ¿Quién es en realidad Oscar? 24 horas después, la limusina descansa en un garaje cuya entrada está presidida por un letrero de luces de neón verdes donde se lee 'Holy Motors'. Y todo vuelve a empezar. A todo termina.
Reacciones del público de Sitges: Carax llegó a Sitges y creó un silencio casi sepulcral. Los aplausos fueron tímidos y hubo algunas risas, quién sabe si de nerviosismo, de enfado o de gozo. La película dejó en shock, tuvo efectos narcolépticos para otros y muchos seguro que esa noche soñaron con las mil y una escenas fascinantes de la obra. Pregunta que se oyó al final de la sesión: '¿pero qué quiere decir 'Holy'? Je ne sais pas.


Valoración: Holy Motors es una película tan extraña, tan fascinante, tan hipnótica y tan singular que resulta difícil hablar de ella. Y la hemos esperado tanto que no sabemos si hacia ella sentimos rechazo o pasión desatada. Viéndola como un collage de imágenes abstractas, el film transita unos mundos, unas texturas, unos colores y unas atmósferas nunca vistas que dejan a la audiencia pegada a la butaca. Y si se quiere acceder al corazón del misterio, la película se presenta árida, inexpugnable, poliédrica, esquiva, nocturna. Holy Motors se disfruta en dos planos diferentes. El primero, el más primitivo: la atracción por las imágenes, y aquí Carax nos brinda estampas para la historia. Y el segundo, el más sesudo: el interpretativo. ¿Que qué es, o qué puede ser, o qué quiere ser, o qué intenta ser Holy Motors? Da igual. O tal vez no. O todo lo contrario. Quién sabe. Hay la descripción de un París familiar pero a la vez extraño, deshumanizado, carnívoro, oculto. Es un homenaje a la figura del actor militante que vive por y para sus personajes, creando a cada función una tranche de vie que es una ficción, o una ficción dentro de una ficción, o un símbolo de la sociedad tan extraña en la que vivimos. Puestos a ir más allá, cabe la posibilidad de que ese actor que muta sea una metáfora del humano moderno, en constante cambio, paranoico e inestable, alguien que como Oscar parte de un no hogar para dirigirse a ningún sitio y que al ser muchas personas termina por no ser nadie, por carecer de raíz, estabilidad e identidad. De no haber crítica podemos regocijarnos en su humor marciano. Y si uno no está para tantas historias, siempre se puede pensar que todo lo visto forma parte de un retablo de locuras, la película dentro de la película que miran los espectadores cadavéricos de la primera escena. Ver Holy Motors es como intentar contener agua en la palma de la mano: se escapa, cambia a cada segundo, se cuestiona y reformula con una rapidez increíble, desestabiliza al no saber qué será lo próximo y deja la sensación de una película tan viva como muerta que de alguna manera es un género cinematográfico en sí misma y es una mezcla de cosas, es unidad y es mosaico, es puro cine y al mismo tiempo pura figuración. Desde la duda, pero con la certeza de que Holy Motors cala hondo, Carax ha logrado una obra maestra a la que tendremos que volver queramos o no para redescubrirla, diseccionarla, saborearla. Un juego de espejos, de caras y de reflejos, de seres y siluetas, que tiene su punto culminante en la escena musical protagonizada por Kylie Minogue. Sea fruto de la genialidad o de la trampa Holy Motors ya es la horma del zapato y la recurrente obsesión de este cinéfilo que cree que Los amantes del Pont Neuf es un peliculón incomprendido. Carax sigue siendo el raro de la clase, el cineasta marginado y el artista maldito. ¿Será Holy Motors autobiográfica? Véanla, ámenla u ódienla, pero opinen. No les dejará indiferentes.


Para los que saben que las mejores películas no pueden ser contadas: hay que verlas y opinar.
Lo mejor: Lo evidente: tenemos nueva película de Leos Carax.
Lo peor: Puede que ni el propio Carax sepa qué es y qué significa Holy Motors.

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Nota: 9

Tráiler:

3 comentarios:

Giancarlo Verástegui dijo...

Es una de las más esperadas, aquí llegará a finales de octubre y estoy contando los minutos, esperaba tanto tu opinión sobre la obra de Carax y la verdad me has dejado contento!.
Ahora me voy a ver "On The Road" veamos que tal está, ya te contaré.

Tanti saluti e buon fine settimana!

Descubrepelis dijo...

Que ganas de verla!

Marcelo Cafferata dijo...

Evidentemente si algo se puede asegurar de la extrañisima "Holy Motors" es que dudo que algun espectador pueda salir indiferente.

Por mi parte, la interpretación que me surgió a primera vista es la de muchas vidas dentro de una vida. Como si los aspectos muy interiores del ser humano se desplegaran en cada una de las criaturas interpretadas por Lavant, donde incluso en un par de escenas se "mata" a si mismo, cosa que a veces nos pasa en la vida, morir un poco en algun aspecto para arrancar de nuevo.

Creo que Carax intenta mostra cada una de las máscaras con las que nos manejamos en distintos terrenos de nuestra vida (afectivo, profesional, vincular, familiar, etc) y que a su vez todos tenemos esa complejidad intrinseca con la que nos manejamos todos los dias.

No se, seguramente habre "delirado" pero la peli me "pegó" por ese lado. Además de un homenaje claro al oficio del actor, con esa capacidad de vivir mil personajes dentro de una misma vida y un homenaje al cine en si mismo y su posibilidad de narrar aún sin contar una historia convencional.

Un 9 me suena a mucho, pero.... interesantisima!