martes, 15 de septiembre de 2009

NUESTRA ACADEMIA HA PERDIDO LA CABEZA



Defender el cine español es una tarea difícil. Defender a nuestra Academia es imposible. De locos. Álex de la Iglesia, nuevo presidente, no ha podido acallar la opinión de la mayoría de los académicos, incompetentes que no conocen las reglas de los Oscar, ni tan siquiera los posibles gustos del mercado norteamericano. Porque la elección de las tres seleccionadas a los Oscar (El baile de la victoria, Gordos y Mapa de los sonidos de Tokio) obedece a una estrategia: potenciar la vida comercial de dos películas de reciente estreno y alumbrar lo nuevo de Trueba. Los abrazos rotos, gran descartada (craso error: no era un caballo ganador, pero era y es una cinta dignísima), se defenderá sola por entrar en otras categorías, algo que debería tenerse en cuenta. Algo similar ocurrirá con Agora y Biutiful, con marcada presencia española. La Academia fracciona sus posibilidades, pero sin atino. Una pena.



Podemos leer el resultado de distintas formas. Coixet merece estar en la terna porque es una de nuestras directoras españolas más importantes e internacionales. Considerar Mapa de los sonidos de Tokio española es, pese a todo, una desfachatez, una falsedad. Viendo al mapa nipón entre los favoritos, no entiendo por qué no se tuvo en cuenta Mi vida sin mí o La vida secreta de las palabras (todas habladas en inglés). A todo cinéfilo no se le escapa el hecho que Mapa de los sonidos de Tokio no cumple los requisitos para competir (está hablada en inglés y japonés, punto pelota). Los académicos, cómo no, desconocen estas cuestiones. Ellos carecen de mapa. Así están: siempre perdidos... y sin nominación.

La varita mágica de la desdicha también ha tocado a los Gordos de Sánchez Arévalo. Sorpende que la Academia abrace a un autor novel sobrevalorado por encima de Mar Coll (Tres dies amb la familia: no quiero pensar que su descarte obedece a cuestiones políticas o lingüísticas) o Gorka Otxoa (los académicos hubieran ocupado sus ratos tontos con Pagafantas). La película ha acumulado 0'41 millones de euros en su primer fin de semana de proyección, y la mención le asegura llegar al millón de euros. La crítica no ha aplaudido en demasía la película... pero nuestra Academia es especial, viaja a contracorriente.



La cereza que corona el pastel amargo es El baile de la victoria. La Academia vuelve a las andadas al 'nominar' películas que aún no se ha estrenado. Sería gracioso que Trueba, tras ganar la estatuilla en 1992, volviera a figurar entre el quinteto final. Esperemos que la película sea buena, porque no hay duda que será la ganadora. El baile de la victoria es, desde ya, la virtual ganadora del Goya (el ninguneo de Los abrazos rotos es una antesala de futuros y más sonados descartes). Al menos la Academia no ha nominado a películas no propias como La teta asustada (debería competir por Perú) o El secreto de tus ojos (debería representar a Argentina). En el festival de San Sebastián saldremos de dudas. Que Ricardo Darín vaya preparando el esmoquin porque tendrá dos títulos en la carrera al Oscar. Él sí, nosotros no. España ya no puede acceder al Oscar. Y la Academia merma en eficacia y credibilidad. Ha perdido la cabeza. Sálvese quien pueda...