jueves, 11 de octubre de 2012

TELEFILMS 3: Crítica de GAME CHANGE

Mientras el mundo estaba pendiente de un hecho que hizo historia, o lo que es lo mismo, la elección del primer presidente norteamericano 'negro' (fuera eufemismos), se fraguaba una batalla muy diferente pero igual de importante en el seno del Partido Republicano. Game Change es la crónica de lo que sucedió los últimos años de dura campaña política y de cómo la aparición de Sarah Palin, Gobernadora de Alaska y antigua alcaldesa de un municipio relativamente pequeño, dio un vuelco importante pero al final no definitivo a las tan seguidas encuestas de opción de voto. En Game Change se impone la idea de que la política es una carrera de fondo en la que importa llegar el primero a la meta, ni que sea con heridas y a base de magullar al adversario. Por eso es tan interesante la Sarah Palin que interpreta con convicción y con parecido físico innato Julianne Moore. Palin es un peón, la elegida a ojo, la líder inventada, la gran farsa, la obstinada hormiga trabajadora, la primera víctima pero posible beneficiada de un circo con aspiraciones a la Casablanca, la utopía que crearon para dar forma a una victoria más utópica todavía. La película respira esa sensación de manipulación política y viene a decirnos que en este mundo las ideas se venden y se compran, que en el mecanismo de la democracia algo falla y que para llegar a ser importante primero hay que ser famoso y luego ofrecer una imagen determinada, ni que sea construida a partir de una mentira. Game Change es la narración del 'cambio de juego' del título pero por el camino es mucho más. Es apasionante el momento en que Pallin es analizada y 'fabricada' por los mandamases de turno, dando una escena muy parecida a la vista en La dama de hierro: a Pallin le cambian el maquillaje, el fondo de armario y el estilo de peinado para llegar a los corazones de las amas de casa de la América profunda, aunque en verdad esos trajes supusieron un gran agujero económico para su partido. Un cambio de planes del que Moore, actriz en mayúsculas, sale muy beneficiada: evita la parodia para abrazar la ternura del personaje, al fin y al cabo una mujer sobrepasada por la situación, y encarna al mismo tiempo la altanería y la estupidez del político cuyo mensaje empieza y termina en unos guiones escritos por segundos. Game Change, con todo, tiene un gran defecto: a veces trata a Palin como la niña tonta de la clase, y la película crea una comedia involuntaria al sacar a la luz la poca cultura general de su estrella. Ya sea licencia del film y de la novela en la que se basa o prueba de que la realidad supera a la ficción, Game Change es un claro ejemplo de telefilm maduro que merece proyectarse en cines y pelear en las categorías principales de todos los premios (volviendo a La dama de hierro, ¿no era esa cinta un telefilm vestido de lagarterana?). En plena campaña política puede ser sano volver la vista atrás y ver lo que (tal vez) sucedió y nadie nos contó. Un producto sólido que puede visionarse en sesión contínua con la ácida Los idus de marzo.



Para los que no estén casados con ningún extremo político
Lo mejor: Su mirada, mezcla de conservadurismo y transgresión.
Lo peor: Pero... ¿es Sarah Palin tan cazurra como se dice?

Nota: 7

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