AFTERSHOCK, de Nicolás López (EE. UU., Chile; 2012)
¿De qué va?: 'Pollo', un chileno físicamente poco agraciado, invita a su amigo norteamericano, al que llama cariñosamente 'gringo', a pasar unos días en Chile. El objetivo es emborracharse, salir de fiesta, visitar la ciudad y hacer el amor con las chicas más guapas de las discotecas. Pero pronto la alegría y el desenfreno se acabará. En mitad de una noche de alcohol y música la tierra empieza a moverse y su pub se viene abajo. Ya afuera del local, alterados, heridos y con el problema de no entender el idioma del lugar, los protagonistas tienen que hacer frente a nuevas réplicas del terremoto. Sobrevivir será mucho más difícil cuando los presos de una cárcel cercana se escapen y ningún habitante de Santiago de Chile quiera ayudarles. Solo parece haber una noticia esperanzadora: no existe peligro de maremoto.
Reacciones del público en Sitges: Sin duda fue la sesión más loca del Festival de Sitges 2012. El director de la película y sus actores (Eli Roth y Natasha Yarovenko) llegaron con retraso al Auditorio y la sesión se retrasó tres cuartos de hora. Pero el tiempo de cola de más fue sumamente compensado. Como primer plato se vio en primicia el primer tráiler de Los últimos días de los hermanos Pastor. Nicolás López aseguró en la presentación de la película que Aftershock era 'una mierda' en comparación a Los últimos días e invitaba a cualquiera que quisiese tener sexo con él al Pachá más cercano. Yarovenko apareció con unos taconazos de infarto y por poco cae al subir al escenario, lo que produjo más de una risa entre el público. Y Eli Roth causó sensación: días después se le pudo ver en la playa o perdido por Sitges sosteniendo dos bolsas de plástico llenas de botellas de alcohol. La sesión directamente fue un despelote. La gente se partió en dos, directamente, con la escena de la mano amputada. El desplome del ascensor dejó muda a la platea. Y al final todos corearon '¡po-llo!' en honor del personaje y aplaudieron el momento del hachazo. Por no decir la euforia colectiva que causó la última escena... Vaya, que no hay público más entregado que el de Sitges, pero lo de Aftershock rompió todos los audímetros.
Valoración: Vamos a decirlo ya: Aftershock es mala pero entretiene que da gusto. Entra en ese grupo de películas tan chorras que hasta tienen su qué. Es cinéfila. Hace gracia. Tiene alguna escena de terror puro y duro bien conseguida. Y lo mejor de todo: no se toma en serio ni a las películas que utiliza de referencia ni a sí misma. Es más: se mofa de su propia sombra y se sitúa a propósito en lo inversemblante, surrealista, extreme y gore. Tiene descaro pero no engaña. Va pasada de vueltas desde el minuto uno, y lo demás es como una resaca o un exceso de psicotrópicos mezclados con sangre. Un engendro como Aftershock es un caramelo para el fan del género: no traiciona las bases del terror y del cine de catástrofes y al mismo tiempo rehuye de todo academicismo. ¿Qué tiene de malo ser cutre si el director y sus actores asumen desde el primer minuto que lo que están haciendo es un entretenimiento de palomitas? A juzgar por las imágenes de Aftershock la película se hizo entre amigos, y es esa intuición de buen rollo y locura desatada la que eleva el film a lugares donde títulos de mejor factura casi nunca llegan. Entre productos que se creen la más chula de la clase como Monstruoso y obras más pequeñas que van de cara como Aftershock... nos quedamos con la segunda opción. ¿Posible inconveniente? Verla en Sitges tiene todo el sentido del mundo, pero pedir una distribución convencional es casi un acto suicida. Hay que ser muy friki y tener una tarde muy tonta para encontrarle su punto, pero de disfrutarla garantiza un orgasmo constante de carcajadas, amputaciones y giros de trama tarados. Película de culto desde 'ya'.
Para los que prefieren un cine pasado de vueltas.
Lo mejor: Funciona, convence, hace reír y da miedo.
Lo peor: Difícilmente se verá más allá de festivales especializados.
Nota: 6
La escena:
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