lunes, 29 de octubre de 2012

Matrimonios (des)gastados: Crítica de SI DE VERDAD QUIERES

Meryl Streep, en sus más de cuatro décadas de carrera, ha tenido ocasión de interpretar a la mujer norteamericana en todas sus facetas, épocas y edades, dando vida a seres reales y a personajes nacidos de la pluma de un escritor o guionista. La Streep actriz es intachable, pero todo lo que le rodea se ha convertido con el tiempo en una especie de repelente para el cinéfilo que quiere ver buenas historias defendidas por artistas tan geniales como Streep. En un acto de intentar rentabilizar lo que funciona, los estudios de Hollywood llevan estrenando en los últimos años 'la película de Meryl Streep', como si evocar o nombrar a la actriz ganadora de tres Oscar implicase citar todo un imaginario y género cinematográfico. Sí es verdad que todas las propuestas de Streep reciben en taquilla un gran número de mujeres espectadores que llenan las salas en los días no festivos y que asisten a la sala solas o en compañía: Streep es, por lo tanto, un reclamo y un atractivo, motivo que explicaría la presencia de la actriz de actrices en títulos tan endebles como No es tan fácil y en menor medida Julie & Julia y Mamma Mia. Obviamente eso es una cuestión que a la Streep intérprete le importa bien poco porque sus acólicos siempre encuentran motivos para situarla en el olimpo de todos los premios imaginables, y porque en paralelo a títulos más rentables Streep ha seguido defendiendo obras más pequeñas, a la postre más interesantes y arriesgadas, ni que sea con una aportación casi terciaria como las de Leones por corderos y Las horas.



Si de verdad quieres formaría parte de esos films diseñados para su cabeza de cartel y dirigidos al target prototípico de la misma. Es esa sensación de producto prefabricado y previsible lo que molesta desde el primer momento. En lugar de contar las complejidades maritales pasados o rozados los treinta años de vida conjunta todo está enfocado desde una visión femenina: asistimos al anhelo de una vida en pareja más activa anímica y sexualmente desde el personaje de la esposa frustrada, algo que dice muy poco de la objetividad de la cinta y menos todavía de su sutileza e intenciones. En ese universo rosa tiene todo el sentido del mundo que Streep decida solventar sus preocupaciones refugiándose en la sección de libros de autoayuda de un centro comercial (la idea ya es demencial) y que para colmo el marido cascarrabias acabe suavizando sus malos hábitos tal y como quería la protagonista. Si de verdad quieres es obvia y edulcorada, es complaciente pero también autocomplaciente, se acontenta con ser poca cosa y al mismo tiempo se dirige a una audiencia que tememos no pide ni más ni menos que lo visto en el film. Hay esporádicos momentos de lucidez (los títulos de crédito tienen la frescura y la espontaneidad de la que carece todo el conjunto), y de nuevo valdría citar las adorables muecas de Meryl Streep como principal aliciente para defender lo indefendible. Por desgracia en Si de verdad quieres Streep no interpreta a la mujer norteamericana sino a la parodia o a la caricatura de esa mujer. Las seguidoras de Streep se sentirán identificadas con su personaje, pero el espejo está deformado: aceptar que el film refleja un problema social o personal sería tan peligroso como asegurar que la juventud de hoy en día es la misma que aparece en los reality shows de la MTV. Y es aquí cuando este aparente cuento sobre matrimonios que avivan la llama del amor se convierte en una postal de manual y tonos chiclosos tan falsa y manipuladora como el peor anuncio de compresas.


Para feministas ensimismadas
Lo mejor: Su ingenuidad tiene cierto encanto.
Lo peor: Presentada la premisa, casi todo es un despropósito.

Nota: 5

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