martes, 19 de junio de 2018

CRÍTICA | DÍAS DE FÚTBOL, de David Serrano



Balones fuera
DÍAS DE FÚTBOL
España, 2003. Dirección y guión: David Serrano Música: Coque Malla Fotografía: Kiko de la Rica Reparto: Ernesto Alterio, Alberto San Juan, Natalia Verbeke, María Esteve, Pere Ponce, Lola Dueñas, Eva Santolaria, Pilar Castro, Fernando Tejero, Luis Bermejo, Nathalie Poza, Secun de la Rosa, Roberto Álamo, Diego París, Diego Martín, Andrés Lima, Guillermo Toledo, Javier Gutiérrez, Antonio de la Torre Género: Comedia Duración: 115 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 19/09/2003
¿De qué va?: Un grupo de amigos se reúne para formar un equipo de fútbol no profesional. El equipo lo forman un ex presidiario que quiere estudiar Psicología, un oficinista con problemas maritales, un conductor de autobús con mal carácter, un actor sin éxito, un joven incapaz de sacarse su carrera de Derecho y un policía amante de la guitarra. ¿Logrará el fútbol encauzar sus vidas... y, de paso, la de sus parejas?


Se cumplen 15 años del estreno de Días de fútbol, la comedia que arrasó en los cines gracias a una audiencia que ansiaba ver el nuevo trabajo de los actores y del guionista de la no menos exitosa El otro lado de la cama. Nos apetece celebrar la efeméride, principalmente porque las propuestas cómicas, más si cabe las ibéricas, no suelen recibir el trato que merecen por parte de crítica y público (la primera, por su tendencia a sancionar todo lo que en su momento tuvo una mínima repercusión en taquilla; y el segundo, por su habitual cainismo hacia el cine patrio, visionado muchas veces bajo el amparo "torrentiano" del "placer culpable"). Al homenaje también se suma la voluntad de dejar constancia de las virtudes de la cinta de David Serrano, tan numerosas y a nuestro juicio tan evidentes que, recaudaciones aparte, bien podríamos estar ante la última gran comedia española, con un pie en la tradición berlanguiana y otro en la renovación generacional (el film está protagonizado y se dirige a un público nacido en plena Transición). 


¿Qué hizo y qué sigue haciendo de Días de fútbol una película tan atractiva? Hay muchos factores. El más evidente, una construcción de personajes muy medida y un guión que se encarga de mostrar a sus criaturas en todas sus facetas, con humanidad, pero también con una ironía finísima. En este sentido, cabe destacar que la comicidad no surge de enredos, juegos lingüísticos, gags visuales o chistes a golpe de tópicos, sino de la propia naturaleza paleta y perdedora, tan ajena y en el fondo tan nuestra, de todos sus jugadores. Todo ello consigue su máxima expresión tanto en composiciones "de cuadro" (escenas donde casi una decena de personajes interactúan entre sí, creando humor por acumulación de sinsentidos y de conversaciones cruzadas) como en los diálogos "a dos" (en ámbitos tan diferentes como el doméstico, el laboral o instantes de ocio). Recursos elaborados, por mucho que éstos puedan pasar desapercibidos para una mirada academicista, que convierten Días de fútbol en una buddy movie de extrarradio, en una oda a la crisis existencial que ahora, enfilándonos hacia el 2020, tiene todavía más razón de ser.


Es difícil vaticinar qué papel jugará Días de fútbol dentro de la ficción española contemporánea. Probablemente la generación "millenial", la misma que ahora consume cine desde sus tablets y escribe en webs, no se sentirá identificada con esa generación futbolera, criada con la peseta y ajena a la tecnología. Las paellas domingueras, las liguillas de barrio, los sábados "en el hiper" y los roles de sexos (ellos, cazurros pero "buena gente"; ellas, cabales pero con un poco de mala leche) son otros elementos que juegan en su contra. Ni tan siquiera se reconocerá a Serrano el mérito de haber iniciado una nueva ola de comedia costumbrista, de personajes humildes y "blancos", que tuvo un impacto tanto en la gran pantalla (El penalti más largo del mundo, Tapas) como en la pequeña (Aquí no hay quien viva), y que hasta la irrupción de Ocho apellidos vascos no conoció otro frente renovador de dimensiones similares (para quien escribe, peores en términos artísticos). Pero no nos lamentemos. De Días de fútbol quedará, para quien quiera apreciarlo, un notable retablo cómico con actores en estado de gracia. También una demostración, entre inteligente e ingenua, de que España, a pesar de los pesares, sigue "pa' lante", "manque pierda", con esa solidaridad vecinal que, por muy cutre que nos parezca, nunca deberíamos perder.


Para reírse de nuestras miserias.
Lo mejor: Ernesto Alterio y Natalia Verbeke nunca estuvieron tan bien.
Lo peor: A veces cae en la repetición.


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