ROMPIENDO LAS OLAS (BREAKING THE WAVES), de Lars von Trier
Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes. 3 premios EFA y nominación al Óscar a la mejor actriz protagonista
Dinamarca, 1996. Dirección y guión: Lars von Trier Fotografía: Robby Müller Música: Joachim Holbek y VV. AA. Reparto: Emily Watson, Stellan Skarsgård, Katrin Cartlidge, Jean-Marc Barr, Udo Kier, Adrian Rawlins, Mikkel Gaup, Jonathan Hackett, Sandra Voe, Roef Ragas, Phil McCall, Robert Robertson, Desmond Reilly, Sarah Gudgeon, Finlay Welsh, David Gallagher Género: Drama romántico Duración: 155 min. Tráiler: Link Elección de Maica NH¿De qué va?: La ingenua Bess se casa con Jan. Ella vive en un pueblo escocés marcado por el carácter religioso de su comunidad y las inclemencias climatológicas. Él trabaja en una plataforma petrolífera y es muy fiel a sus amigos. Un día Jan sufre un accidente terrible y Bess, creyente devota, decide ayudarle por vías inesperadas.
CRÍTICA KOSTI: Disfrutar de la interpretación que nos brinda Emily Watson en Rompiendo las olas proporcionaría líneas y líneas de halagos a favor de la cándida Bess. Repitiendo un poco el cliché, toda ella consigue que entremos en la trampa bien montada y preparada de Lars von Trier. Watson juega con su personaje a la bondad, la fe ciega y el amor incondicional hacia su marido, cuya desgracia le empuja a caer en conductas pecaminosas en busca de un milagro casi imposible. En ese tránsito de la vida, Watson nos ofrece un papel evolutivo que remueve las tripas, las saca, las engulle y las vuelve a regurgitar para dar comienzo de nuevo al proceso. Sus alegrías son compartidas, pero su dolor y tormento calan en lo más profundo del espectador. Así es muy fácil caer en la trampa de Lars von Trier, que consigue salirse con la suya, y darnos donde más nos duele. Pero esa trampa tan bien colocada no es más que otra genialidad del loco, sátiro y maquiavélico danés, que siempre consigue lo que se propone. Por otro lado, se nutre de unos secundarios muy eficientes, personajes polifáceticos que intentan en todo momento encauzar o desviar el camino de Bess, un camino que se mueve entre el amor y la fe, entre lo mundano y lo religioso, una ventana abierta hacia el mundo de los milagros que queda tan bien representado en un epílogo efectista pero demoledor, otro tanto que se marca el bueno de Trier. ★★★★
CRÍTICA ISIDRO: Lars von Trier es un director cruel. Cruel con sus protagonistas. Nunca me corto en decir que Bailar en la oscuridad es la película más cruel de la historia del cine. Usualmente Trier centra sus historias en mujeres aperentemente débiles y manipulables en un entorno hasta cierto punto hostil, mujeres que son el súmmum de la virtud y la bondad a las que le empiezan a suceder cosas muy perras. En Rompiendo las olas la pobre Bess, una beatilla introvertida que ha sufrido episodios psicóticos en el pasado, se enamora de un forastero que trabaja en una plataforma petrolífera y se casa frente al escepticismo de su familia y toda su comunidad de escoceses escocidos. Y aunque todo empieza muy bonito, acaba yéndose a la mierda en una espiral de fe, impotencia y desenfreno sexual. Emily Watson es oro puro haciendo de Gollum en sus rezos varios, y también molan la estructura en capítulos, la selección musical y el tratamiento de la imagen. Una joyita más del genio danés. ★★★★
CRÍTICA RONNIE: Antes de convertirse en persona non grata de Cannes y en el realizador mediático de Nymphomaniac, Von Trier era un director dedicado al arte que le correspondía. Un artesano que no necesitaba la notoriedad de hoy en día y demostraba al mundo que su manifiesto Dogma tenía mucho que decir en cuestión de calidad artística sin los artificios que encontró en su futura carrera. Rompiendo las olas es una cinta "independiente" que pretende convertirse en un cine demoledor manejando las consecuencias de la ausencia de comunicación o incluso dándole un sentido de debilidad a la inocencia del ser humano, tornándolo como una causante del sufrimiento y aislamiento social. De igual manera cuenta con destacadas actuaciones de todo el reparto, en particular sus protagonistas: cada uno borda su mundo de manera particular, lleno de matices muy interesantes. Emily Watson sorprende con su papel de debut en el cine, la ingenuidad e inocencia con que la que trabaja raya en la infantilidad o simplemente en la locura. Una historia de amor extremo con toques de religiosidad y pinceladas de cordura desvariada: esos contrastes que aplica Von Trier a la trama junto a una excelente selección de canciones son los que logran la originalidad de la película. ★★★½
CRÍTICA XAVIER: A Rompiendo las olas se la considera una de las grandes historias de amor del cine contemporáneo. Lo es. Pero para quien escribe, el film ante todo es una concatenación de provocaciones. Me permito la libertad de enumerar algunas. 1. En la primera escena, cuando Bess se dirige al cónclave de sabios de su iglesia, la actriz mira a cámara como si siguiera el discurso provocador de su director. Es un guiño cómplice. Una manera de decir: "vamos a fastidiarles a estos retrógradas". Subrepticiamente, también se está refiriendo a nosotros, al público. 2. Bess provoca a su comunidad defendiendo la música de la gente foránea de la isla. Von Trier, desde ese momento, no deja de incluir temas pop en la película. 3. En un entierro, el cura asegura que el difunto, un tal Anthony Dod Mantle, irá al infierno. El nombre corresponde al director de fotografía habitual de Von Trier. Otra indirecta. Un chiste personal. 4. Bess y Jan aseguran que, con su amor, "van a poner las campanas" que la iglesia del lugar no tiene. Sin campanas, dice el personaje de Jean-Marc Barr, todo es muy aburrido. El milagro se produce y en la escena final suenan campanas en lo alto del cielo. Todo ello como sinónimo de amor, pero también como señal de que la provocación ha llegado a su punto culminante. 5. ¿Sigo? La extensión de la reseña no me lo permite. Puestos a acabar, hay que decir lo evidente: Rompiendo las olas es una obra maestra. Y la afirmación, para muchos, será una provocación. ¿A que suena divertido? ★★★★★
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