martes, 26 de julio de 2016

CRÍTICA | AMORES PERROS, de Alejandro González Iñárritu


AMORES PERROS, de Alejandro González Iñárritu
11 premios Ariel. Gran Premio de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. Nominación al Óscar y Globo de oro
México, 2000. Dirección: Alejandro González Iñárritu Guión: Guillermo Arriaga Música: Gustavo Santaolalla y Daniel Hidalgo Fotografía: Rodrigo Prieto Reparto: Emilio Echevarría, Gael García Bernal, Goya Toledo, Álvaro Guerrero, Vanessa Bauche, Jorge Salinas, Marco Pérez, Rodrigo Murray, Humberto Busto, Gerardo Campbell, Rosa María Bianchi, Dunia Saldívar, Adriana Barraza, José Sefami, Patricio Castillo, Lourdes Echevarría, Gustavo Sánchez Parra, Dagoberto Gama Género: Drama social Duración: 150 min. Tráiler: Link Elección de Ronnie Kryczynski
¿De qué va?: En la Ciudad de México, un aparatoso accidente de tráfico une el destino de distintos personajes: un adolescente a la fuga, un mendigo de pasado turbulento y una modelo de éxito.


CRÍTICA RONNIE: Uno de los elementos más impresionantes de esta película es su estructura narrativa que aparentemente no sigue un hilo argumental, pero esta cohesionada con el factor contextual que le proporciona la tristeza de las tres historias que enmarca la dirección de Iñárritu. La tragedia, la ruina, la soledad, situaciones disfrazadas de amor y que potencializan el peculiar adjetivo que usa el realizador para desarrollar el descarnado lado oscuro del amor, por eso le llaman Amores perros; porque así es la vida, sinuosa y difícil, mucho más en un país como el mío, mi México tan descalabrado por tanta situación adversa de violencia en todas su vertientes y menciono esto porque a la película siempre se le ha considerado como un claro ejemplo del día a día en suelo mexicano, referencia directa de las circunstancias que todos vivimos en este País y claro puntualizando conscientemente que está alejada de cualquier tipo de exageración, por donde se le vea. El guión de Arriaga es una obra visceral que destripa a conciencia y sin tapujos el dolor y sufrimiento humano, haciéndose tangible gracias a la edición de las poderosas imágenes que captura el fotógrafo Guillermo Prieto junto a una de las bandas sonoras más memorables del cine mexicano firmada por el gran Gustavo Santaolalla; texto, imagen y sonido junto a las excelentes actuaciones de un reparto inmejorable son los elementos que fusiona Alejandro González Iñárritu para tener como resultado esta ópera prima que se ha convertido a través de los años en una cinta enteramente de culto, siendo nombrada en más de una ocasión como su obra maestra. La propia película es referente directo de un realizador en estado de gracia, que se entrega a su proyecto y se hace partícipe del proceso creativo con férrea convicción. Una película compleja que no permite distracción alguna y que definitivamente deja con una gran cumulo de emociones al final.


CRÍTICA ALBERTO: Cuando uno escucha los primeros acordes de la vibrante partitura de Gustavo Santaolalla, atiende a los primeros diálogos del contundente guion de Arriaga y González Iñárritu, y se deslumbra por la expresión audiovisual confabulada entre su realizador y la maestría visual de Rodrigo Prieto, sabe apenas pasados unos instantes de la grandiosidad de la obra ante la que se encuentra. González Iñárritu en su debut firma un relato no sólo de historias muy bien cruzadas, sino también una declaración de intenciones sobre su claro y singular estilo cinematográfico, así como un tríptico de excelsa disertación social. Y es que en sus aluviones poéticos y sus desmembramientos psicológicos, la ferviente posición de una denuncia crítica a la sociedad que le envuelve planea con sutileza por todo el conjunto, pero a la vez con una fuerza que llega directa a la emoción y la razón del espectador. Es absolutamente admirable el camino a los infiernos, pero a la vez redentorista que emprenden cada uno de sus protagonistas, por la compleja espiral de definiciones que se extrae de su consecutiva acción, así como el matizado juego audiovisual, que en su deleite reflexivo maneja una inmensidad de capas, que hacen que el mensaje ocupe una equilibra postura entre la complejidad y la honestidad, sin edulcoramientos, sin ostentosidades, claro y convencido de la férrea decisión de cada de uno de sus artífices humanos. Mención especial merecen las vibraciones de un reparto absolutamente acompasado y honesto en sus determinaciones constructivas. Creo que sus tres protagonistas (García Bernal, Echevarría y Toledo) jamás obtuvieron una composición tan limpia y tan extraordinaria como la que entregan a esta película, que exige de ellos la inmensa labor de quien quiere edificar la exposición dolorosa de la vida humana. Porque en definitiva esas son las líneas de una filmografía extraordinaria, las de recorrer las derivas de un dolor planetario, un dolor existencial, que en esta película, absoluta obra maestra, adquiere la dimensión más humana de todo lo compendiado hasta ahora.

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