miércoles, 25 de mayo de 2011

Be beato, my friend: Crítica de LOURDES


Hay cosas que uno ve por primera vez en la gran pantalla y piensa: ¿cómo es que a nadie se le ocurrió antes? Eso sucede con Lourdes, una película que podría pasar por marciana pero que es una de las historias más misteriosas que hemos visto en mucho tiempo. Efectivamente, la película nos lleva al lugar de peregrinación francés por excelencia, y a partir de aquí la película se empapa de todo ese ambiente silencioso, grave y multitudinario que para los que no somos creyentes resulta totalmente desconocido. ¿Acaso no es Lourdes lo más parecido a un parque temático del catolicismo? Que la película haya recibido premios en todas las partes del mundo y por parte de cristianos y ateos da buena prueba de la inteligencia de Lourdes: puede interpretarse como una sátira de todos aquellos que hacen cola para recibir un milagro; en todo caso, es una exposición fría de las miserias del ser humano, la demostración de que todos sucumbimos al chismorreo y a la envidia. La cámara de Hausner es sumamente lista: es incisiva e irónica, pero no crítica o socarrona, y no se limita a rodar una historia complaciente con los que creen o no en Dios y sus vírgenes. Aunque no mojarse parece la opción más fácil, es sin duda la más complicada: en la película no hay ni rastro de fanatismos o preferencias religiosas, y su mirada aparentemente neutra inquieta. Lourdes tiene momentos de una sencillez estudiadísima, como las escenas en las que la protagonista, una discapacitada aquejada de esclerosis múltiple, oye las conversaciones engoladas, todas ellas fingidas, de cuantos hombres y sobre todo mujeres llenan el complejo hotelero en el que se aloja. Otros remiten a un cine más místico que religioso y es casi inevitable no pensar en Dreyer cuando el esperado milagro pasa a ser un hecho. Mientras, algunos personajes secundarios como la viejita que nunca habla, la joven enfermera, o Cécile, la coordinadora de la excursión, producen cariño y terror. Cada uno le dará sentido desde sus creencias y su manera de entender lo terrenal y lo divino. A este blog le ha parecido una película tranquila, exótica, bella y profunda. Si hay que sacar alguna lección de Lourdes es que todos, incluso los más beatos, tienen el derecho de dudar y de recibir el beneficio de la duda: dudar de la existencia de un más allá, de un Dios bueno y/o todopoderoso; o de si recibir la fuerza de una piedra o un agua bendita es suficiente para curar aquello que para la ciencia no tiene solución. Y al dudar, uno se da cuenta que Lourdes es en verdad una historia sobre la vida. Y una película que transmite ganas de vivir es lo mejor que le puede pasar a cualquier cinéfilo. No se la pierdan.

Sylvie Testud, premio EFA 2010 a la mejor actriz europea.
Nota: 8

1 comentario:

Crowley dijo...

Pues me ha gustado mucho tu punto de vista. Como dije en su día en la reseña que le dediqué, me parece una gran película que juega con esa visión un tanto esperpéntica del lugar.
Un saludo