Ver Incendies es como incubar en nuestra memoria cinéfila el gusano de la serpiente que va carcomiendo todos nuestros recuerdos. Incendies resulta una película un tanto estirada de metraje a la que se le pueden reprochar varios trucos de guión y alguna inverosimilitud por el camino, todo para que las piezas del puzzle encajen a la perfección. El impacto de Incendies no es la película que es, sino la que esconde. En un primer plano, no deja de ser un thriller, drama personal e investigación casi policial, introspección y reconstrucción de la vida de una mujer marcada por el dolor. Eso sí: en sus adentros vive una perla envenenada, una rotunda trama con un final sorpresa que difícilmente podremos olvidar en mucho tiempo. Sería una indecencia intentar dibujar su argumento o explicar detalles de la película: véanla con ojos vírgenes y esperando ser sacudidos en el momento más inesperado. En su medallero brillan premios en Valladolid y sobre todo la nominación al Oscar a la mejor película de habla extranjera. Acaba en incendio y empieza sólo con una llama: el fuego se expande más allá de la pantalla, porque Incendies es una película que el espectador llevará a cuestas durante semanas, preguntándose qué historias de tortura, guerra y muerte esconde nuestra familia, incluso nuestros vecinos en una sociedad tan globalizada como la nuestra. Una tragedia moderna sobre el perdón y las sinrazones de cualquier conflicto armado. Aunque hay veces que las matemáticas no responden a nuestros problemas: hay demasiadas incógnitas en la ecuación. Y hay veces que más vale no abrir la caja de pandora, ignorar de dónde venimos. Para públicos valientes que amen las tramas intensas. Recuerden: el eco de la mujer que canta reverbera y explota.
La escena: Jeanne pisa el pueblo de su madre tras recorrer un largo camino. Llega a una casa llena de mujeres y recibe una respuesta sorprendente: 'si eres la hija de Nawal Marwal, aquí no eres bienvenida'.
Nota: 8