The Housemaid formó parte de la selección oficial de Cannes 2010 y muchos auguraban premio para ella, ya que el presidente del jurado Tim Burton, bastante propenso a las tramas paranoicas, podía, al menos según las teorías que se dan cita durante los diez días de concurso en las bambalinas y corrillos del festival francés, beneficiar a una película bastante acorde con sus gustos como realizador y espectador. No fue así, aunque la vencedora Uncle Boonme recuerda sus vidas pasadas, para muchos la peor Palma de Oro en años, también respondía a esa tétrica teatralidad, atmósfera extraña y surrealismo bizarro que el creador de Sleepy Hollow suele cultivar. Lo mejor de The Housemaid está, precisamente, en sus detalles más oscuros. Ya en su escena de apertura la película nos sitúa en un terreno de latente tensión y aparente normalidad: el suicidio de una mujer mientras en la calle todo y todos parecen seguir con el curso normal de las cosas. Más tarde la sirvienta del título pasa a ser una realidad y la película vira al cuento infantil con telarañas, insertando una relación de poder, posesión y arrebato sexual que funciona sobre todo a nivel visual: los cuerpos de los protagonistas durante el acto amoroso, juntándose y separándose, dejando una capa fina de sudor, jugando a crear una belleza tenebrosa, nunca explícita; o los largos barridos visuales que escudriñan la casa, elemento clave y protagonista omnipresente, generador de terror. La lástima es que a la premisa un tanto obvia de la trama se le añade un interés por el culebrón amoroso que viene a desperdiciar gran parte de la segunda mitad de la película. Al final todo resulta un tanto impostado y la historia de despechos femeninos, hijos bastardos y suegras posesivas no se aleja demasiado de un serial por entregas con los ojos rasgados. Aunque, en ese vaivén inestable que establece el film entre sus componentes fantásticos (género 'terror') y absurdos (género 'drama familiar'), la película vuelve a deslumbrar en sus cinco minutos finales con una estampa que bien hubiera podido ser obra de otros nombres coreanos como Park Chan-Wook. En conjunto deja un tanto frío, pero es innegable que entre las habitaciones, sótanos y recovecos de The Housemaid hay varios momentos de una planificación brillante. Estaría bien saber qué opina el citado Burton de este remake de La doncella (Kim Ki-young, 1960), aunque es evidente que Poetry (Poesía), la otra apuesta coreana de Cannes 2010, era claramente superior a este relato indeciso, titubeante y delirante sobre criados y amos multimillonarios.
Nota: 6
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