jueves, 24 de septiembre de 2009

ENEMIGOS PÚBLICOS 6 / 10

A Miguel y a Nuria. A Eva y su ‘una entrada para Enemigos Mortales’.

Michael Mann regresó el pasado agosto con su vitaminado thriller de ladrones y policías. A Enemigos Públicos le ocurre lo que en su día les ocurría a obras similares como American Gangster o Training Day: cuenta con un material magnífico, pero las artes del director (sobrevalorado) y los torpezas del guión (algunas bastante pésimas: Enemigos Públicos condensa varias películas en una, varios tonos que se mezclan sin esquema ni sentido) barran la posibilidad (prometida, al final frustrada) de ver una obra maestra. Enemigos Públicos es, de cabo a rabo, previsible en su contenido e incomprensible en su forma. La estética dogma, a base de fría cámara digital y encuadres tirando a molestos, banaliza el conjunto; y Mann, el culpable de todo, demuestra ser un intelectual con más disposición que oficio. Enemigos Públicos entretiene, pero es grandilocuente, básica, lánguida en sus momentos de calma y demasiado exagerada (mención especial para un tiroteo de videojuego bastante risible) en sus momentos de acción. Hay buenas intenciones y una factura técnica exquisita, pero no alma, fuerza.



Esta crítica no quiere ser una enumeración de defectos: Enemigos Públicos tiene muchas virtudes, algunas de ellas bastante atacadas por la crítica y el público. Debe desmentirse la mala fama de Johnny Depp, perfecto John Dilinger que aporta humor, ingenio y vivacidad a la trama. El polo opuesto, Christian Bale, desmerece: ya es hora de aclarar que Bale, gran actor en El maquinista, es frío, inexpresivo y de rostro demasiado extraño, superficial, plastificado. Cotillard, ingenua sufridora, pasa el examen con nota, aunque a veces el cinéfilo detecte algún tic de La vie en rose. Cotillard y Depp triunfan, pero también se encasillan. Mann, por el contrario, naufraga. No estamos ante una cinta de acción desbordante, tampoco ante una reflexión social de interés (últimamente, tal honor solo lo ocupa Zodiac). Y pese a todo, Enemigos Públicos es lo suficientemente fuerte para atrapar a su audiencia potencial y regalarle un entretenimiento digno. Una contradicción abierta a futuros visionados.