domingo, 6 de septiembre de 2015

CRÍTICA | LA VIDA MANCHA, de Enrique Urbizu


Vidas que manchan, películas que emocionan
LA VIDA MANCHA, de Enrique Urbizu
España, 2003. Dirección: Enrique Urbizu Guión: Michel Gaztambide Música: Mario de Benito Fotografía: Carles Gusi Reparto: José Coronado, Juan Sanz, Zay Nuba, Sandro Polo, Yohana Cobo, Silvia Espigado, Alfonso Torregrosa, Enrique Martínez, Gabriel Moreno, May Pascual, Paco León, Susi Sánchez Género: Drama Duración: 105 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 09/05/2003
¿De qué va?: Fito es un joven camionero que está casado con Juana. Ambos tienen un hijo, un piso y una vida aparentemente idílica. Pero Fito es un adicto al juego incapaz de hacer frente a sus deudas. De la noche a la mañana, su hermano Pedro se presenta en su casa. Hace años que no se ven. Apenas se conocen, no se parecen en nada, pero restan unidos por un extraño lazo. Lo que parece una visita de pocos días acabará cambiando el devenir de todos. 
Palmarés: 2 nominaciones al Goya: mejor actor revelación y sonido. 3 premios Turia, incluyendo reconocimiento al mejor director. Sección oficial del Festival de Málaga 2003. 6 nominaciones del Círculo de Escritores Cinematográficos de España, incluyendo menciones en mejor película y director.


Hay películas que te las crees desde el primer momento, que te emocionan sin que uno pueda explicar por qué. La vida mancha es una de esas joyas. Sus personajes no expresan lo que piensan, pero sus miradas, sus silencios y sus gestos lo dicen todo. No parecen actores en un set de rodaje: es como si el espectador observara la vida de tres personas cercanas con unos prismáticos. Uno siente que detrás de esas criaturas hay una mochila, un dolor acallado, un pasado turbulento. Una película en la que uno siente el calor, la pasión y el humo. Una historia de hermanos, de adicciones, de deseos, de renuncias, de vidas al borde del precipicio, de amores que son capaces de redimir y de afectos que son capaces de perdonar. Hay escenas que me ponen la piel de gallina, como esa partida de cartas en la que Juan Sanz se juega todas sus posesiones más preciadas. Hay momentos de un erotismo desarmante, como la hermosísima imagen de Zay Nuba afeitando a Jose Coronado. Y hay instantes de una ternura inconmesurable, como esa conversación final entre hermanos. 


Enrique Urbizu consigue en La vida mancha su drama más redondo. Con una nostalgia, una tristeza y una melancolía que se siente, pero que es difícil de describir. Muchos la desconocen, pero es una joya de nuestro cine. Siempre que la visiono me descubro en los títulos de crédito con los ojos enjuagados. Y siempre que la reviso, pienso que Urbizu rueda cine social sin caer en tópicos, o westerns con vaqueros de carne y hueso, o thrillers de lo cotidiano. Coronado da vida a un tipo duro que no tiene nada que envidiar a los dandis norteamericanos, y la belleza serena de Nuba y la ingenuidad y el impulso de Cruz convencen con mucha facilidad. Hay películas que no son películas: son retazos de vida. Y la vida mancha, ¡vaya que si mancha! Una obra maestra.



Para los que saben que en el cine la vida es el mayor espectáculo posible.
Lo mejor: Ni le sobra ni le falta nada. No se ve: se siente.
Lo peor: No poder conocer más al hombre del Círculo de Lectores.

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