viernes, 28 de octubre de 2016

CRÍTICA | EL CIUDADANO ILUSTRE, de Mariano Cohn y Gastón Duprat


El artista y la plebe
EL CIUDADANO ILUSTRE, de Mariano Cohn y Gastón Duprat
Festival de Venecia: Copa Volpi al mejor actor
Argentina, 2016. Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat Guión: Andrés Duprat Fotografía: Mariano Cohn Música: Toni M. Mir Reparto: Óscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Belén Chavanne, Nora Navas, Iván Steinhardt, Manuel Vicente, Marcelo D'Andrea, Gustavo Garzón, Emma Rivera Género: Comedia dramática Duración: 115 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 11/11/2016
¿De qué va?: Un escritor argentino recibe el Premio Nobel de Literatura. Afincado en Barcelona, decide regresar tras 40 años de ausencia a Salas, el pueblo donde nació, para recibir un homenaje. A su llegada, el hombre deberá cubrir una agenda apretada de actos, situaciones surrealistas y encuentros tanto deseados como indeseados. 



Cohn y Duprat, en España conocidos por El hombre de al lado, vuelven a sumar fuerzas en El ciudadano ilustre, la crónica de un escritor que vuelve a su pueblo natal para recibir un homenaje de sus más allegados. La visita, cargada de excentricidades y momentos peripatéticos, desmontan la turbia personalidad del artista, por lo general nada complaciente con la gente de su entorno, a la vez que asistimos a las corruptelas y debilidades de sus convecinos, que no dudan en galardonar a su habitante más internacional con el título de Ciudadano Ilustre. Con estas bases, la película intenta ser una "borgiana" aproximación a las complejidades de la literatura, sus firmantes y sus receptores, sin olvidar una crítica soterrada al populismo de unos y a la misantropía de su protagonista. Los polos se intuyen tan opuestos que la comedia, sin parapetos posibles, aflora en casi todo momento, pero a la historia le falta mordiente y le sobra dialéctica, como si Cohn y Duprat, incapaces de encauzar un guión que va deshinchándose a medida que avanza, se quedaran a medio camino entre la reflexión sesuda y el entretenimiento liviano. El ciudadano ilustre no es ni una cosa ni la otra, por lo que al final termina resultando una película inofensiva, con grandes dosis de mala baba, pero sin la capacidad de inocular veneno a sus fotogramas. Viendo la parva cosecha que el cine argentino ha registrado este año, puede que la cinta de Cohn y Duprat sea, a falta de nombres más "ilustres", la más idónea para defender a su país en los próximos Óscar y Goya. Esperemos que los jurados académicos no se tomen el discurso de Cohn y Duprat sobre la pobreza intelectual de la plebe y la pedantería de las élites artísticas como un ataque.


Para amantes de la retranca "ché".
Lo mejor: El prólogo en la entrega del Nobel.
Lo peor: La visita al puticlub y casi todo su tramo final.

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