Octavo día en Sitges. Con un sol radiante: daban ganas de ir a la playa en lugar de a la sala de cine. Acabaremos esta aventura sitgense con 50 visionados, una cifra redonda que no está nada mal. Dentro de nada aumentaremos ese número con los estrenos en salas y los visionados caseros (por no decir descargas). Hoy hemos descansado (el cuerpo lo pedía) y no hemos podido ver Life de Anton Corbijn, Yakuza Apocalypse de Takashi Miike (confiamos que a estas alturas el jurado dejará fuera del cuadro de ganadores al responsable de Ichi The Killer) y Cosmos de Andrzej Zulawski (aunque hay que reconocer que esta última nos la hemos saltado muy a conciencia; Zulawski, por cierto, ha cancelado a última hora su presencia en Sitges). Este fin de semana publicaremos el palmarés y haremos balance de todo lo visto en el festival (sí: nos tocará elaborar un top con los mejores títulos de Sitges 2015). De momento, os dejamos con las impresiones de las cinco cintas del día. Hay espacio para la animación brasileña, el fantastique nipón y la acción francesa. Empezamos.
Es imposible ver las 35 películas de la sección oficial a concurso (Bone Tomahawk, el western protagonizado por Kurt Russell que tanto ha gustado a crítica y público, sólo se ha proyectado en dos sesiones nocturnas, para que os hagáis una idea), aunque Cinoscar & Rarities se ha esforzado para visionar el mayor número de cintas a competición. Nuestro recorrido por la sección principal del festival termina con la irlandesa The Survivalist, la crónica de un nómada con pasado oscuro que lleva siete años viviendo solo, autoabasteciéndose con recursos naturales y armado hasta los dientes. Un día llegan a su refugio una madre y una hija que necesitan ayuda, pero los recelos de este superviviente lleva ese reencuentro al terreno de la tensión, el cruce de miradas y las desconfianzas. El film sigue el día a día del personaje sin banda sonora y sin apenas diálogos, una apuesta que hace de esta The Survivalist una película difícil, un tanto introvertida y a la postre bastante decepcionante. Al film de Stephen Fingleton le sobra ensimismamiento, y por desgracia culmina con un final que pretendía abrir interrogantes, aunque a nuestro gusto únicamente deja confuso al personal. La premisa daba para mucho más.
No hay nada que satisfaga más al acreditado de turno que encontrarse una verdadera joya entre la vastísima programación de Sitges. Hoy hemos dado con una de esas maravillas ocultas: Zoom, de Pedro Morelli. Con ecos del cine de Linklater y Kauffman, el director superpone capas y capas de humor, animación, acción real y una reflexión sobre el mundo del espectáculo y las falsas apariencias. Sus líneas narrativas se superponen y cruzan constantemente, de forma que la historia va mutando en todo momento. Uno de esos torrentes de imaginación en los que el espectador nunca puede avanzarse a la trama: todo arrolla y sorprende. Al final, realidad y ficción se confunden hasta desvelar su metáfora: la perfección no existe y el mundo que nos rodea es un gran espectáculo de mentiras. Zoom propone tres personajes surrealistas: una diseñadora de muñecas que sueña con operarse sus pechos, un cineasta que pierde de la noche a la mañana varios centímetros de su miembro viril y una modelo brasileña que quiere reivindicarse ante el mundo como gran novelista. Suena ridículo, pero en pantalla todo se desarrolla de forma brillante. Seres imperfectos, bizarros a la par que reconocibles, que pugnan por alcanzar el reconocimiento y la fama. Resulta excesiva, pero su ironía no deja títere con cabeza: propone temas y presenta texturas muy adultas. Y lo escribe un bloguero no demasiado afín al cine animado... La revelación del festival, programada de tapadillo y sin apenas público esta mañana en la sala Tramuntana. Título de culto inmediato.
Esta tarde hemos completado Parasyte, los dos films que Takashi Yamazaki presenta en sección oficial. El director de Stand by Me Doraemon cambia totalmente de registro en este binomio que cuenta una invasión alienígena en la Tierra. Los recién llegados, a modo de parásito, se introducen en el cuerpo de los humanos para convertirlos en máquinas asesinas. Un adolescente es el único que se salva de esa transformación: el parásito se queda en su extremidad derecha, algo que le permite ser medio humano y medio extraterrestre, y con ello salvar a la humanidad de la invasión que se le viene encima. Estos monstruos que devoran personas a ratos parecen una versión japonesa de un blockbuster de Hollywood, mientras que en otros se asemejan al típico espectáculo de sangre y vísceras de Sitges. Parasyte divierte precisamente por su ambivalencia: en esencia no deja de ser una trama juvenil que adapta un manga de éxito, por mucho que no tenga ningún tipo de vergüenza a la hora de cercenar, amputar, asesinar y machacar carne humana. La primera parte funciona mejor que la segunda (el tramo final resulta más aparatoso y ñoño), y ambas en conjunto forman cuatro horas de fantasía alucinante y alucinada. Eso sí: necesita de espectadores muy 'frikis'.
Finalmente, hemos visionado la francesa Enragés (Rabid Dogs), una de las sensaciones en el mercado de Cannes 2015. El film es un remake de la película italiana homónima de Mario Brava que en España se estrenó tarde, mal y con título nuevo: Semáforo rojo. No podemos comparar la obra de Éric Hannezo con ese referente setentero, por lo que las influencias detectadas son otras: el cine de Luc Besson, carreras automovilísticas a lo Taxi y un sentido de la acción 'hemoglobínica' del llamado 'nuevo horror francés'. El resultado es una road movie criminal que persigue a unos atracadores y a sus rehenes en plena carretera. En cada parada, los personajes van dejando un reguero de sangre, como si su naturaleza fuera pura violencia. La película se empapa de ese espíritu y resulta muy gratuita, con un final de tarjeta roja y una ausencia total de coherencia narrativa. No se entretiene ni un minuto en hacer una descripción de personajes sólida y a duras penas juega a colorear los fotogramas con luces de neón al estilo Winding Refn. Uno de esos films tan olvidables y pasados de rosca que únicamente podrán encontrarse en videoclubs y canales televisivos en sesiones de mediatarde. También, cómo no, en el escaparate de Sitges. El público ha respondido con algunos abucheos y risas de vergüenza ajena: con esto lo decimos todo.
Into the Forest, la película que clausurará el festival en la jornada de mañana. |
Mañana termina el Festival de Sitges con el film de clausura, Into the Forest, y el anuncio del palmarés. Pero la localidad barcelonesa alargará un día más su enlace con el cine fantástico de la mano de los maratones del domingo (algunos, con todas las entradas vendidas). Nosotros también seguiremos hasta el domingo con toda la actualidad del certamen. Mañana volveremos a ver Evolution, la maravilla de Lucile Hadzihalilovic, y descubriremos Veteran, Journey to the Shore y Moonwalkers entre otras. Os lo resumimos todo en veinticuatro horas. ¡Gracias por seguir las crónicas del blog!
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