jueves, 1 de octubre de 2015

CRÍTICA | EL APÓSTATA, de Federico Veiroj


Rebelión eclesiástica
EL APÓSTATA, de Federico Veiroj
Festival de San Sebastián 2015: Premio FIPRESCI y Mención especial del jurado
Uruguay, España, 2015. Dirección: Federico Veiroj Guión: Federico Veiroj, Álvaro Ogalla, Nicolas Saad y Gonzalo Delgado Música: Álvaro Ogalla Fotografía: Arauco Hernández Reparto: Álvaro Ogalla, Bárbara Lennie, Vicky Peña, Marta Larralde, Kaiet Rodríguez, Juan Calot, Andrés Gertrudix, Joaquín Climent, Jaime Chávarri, Mercedes Hoyos, Álvaro Roig, Leo Fernández Género: Tragicomedia Duración: 80 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 02/10/2015
¿De qué va?: Tamayo tiene treinta y pico años. No ha hecho nada remarcable hasta el momento, pero eso empieza a cambiar cuando decide apostatar. Tras un primer contacto con las autoridades espirituales y las gestiones eclesiásticas, se dará cuenta que su empresa será más difícil de lo que pensaba. 


El protagonista de El apóstata es un tipo egoísta que se rebela contra su familia por puro capricho. No ha terminado sus estudios, no tiene ni oficio ni beneficio, mantiene relaciones íntimas con una prima suya y mira la vida pasar sin comprometerse con nada ni con nadie. Pero un día decide apostatar para dar carpetazo a todo aquello que le oprime, y a partir de ese momento, entre patético y lúcido (adjetivos que describen el resto de metraje), la película sigue a su antihéroe y, como una madre bienintencionada, perdona y justifica las diabluras de su pequeño 'santurrón'. El problema (o mejor: mi problema) es que el personaje en cuestión me resulta bastante reprochable, y a la postre no puedo empatizar con sus encuentros y desencuentros con el estamento eclesiástico, universitario y familiar. Que la burocracia es un lío de cuidado, que la familia puede llegar a ser un gran lastre y que la iglesia no es un dechado de buenas conductas es una obviedad que en el cine y en la vida siempre viene bien recordar, pero Veiroj, al menos para quien escribe, se equivoca a la hora de poner rostro e identidad a su personaje. Su protagonista no se muestra apático o desmotivado: es, simplemente, una garrapata. Con un bofetón bien dado se acabaría tanta tontería. Ahora bien: El apóstata, como cine marciano, entre la comedia surrealista y el drama sostenido, tiene su enjundia. Ligera, incluso mínima, pero enjundia al fin y al cabo. Otra cosa es que el personaje, sus tribulaciones y sus circunstancias me interesen. Y lo confieso (acogiéndome a sagrado, por si acaso): El apóstata es una película que no me interesa lo más mínimo. 


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Para apóstatas, ateos y demás fauna con conflictos religiosos.
Lo mejor: La primera visita a la iglesia.
Lo peor: Lo dicho antes: su protagonista me pone de los nervios.

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