Un año más, Sitges acoge el festival más importante de cine fantástico y de terror del país. En Sitges, las jornadas arrancan a las ocho de la mañana y no terminan hasta los maratones de madrugada. Si a eso le sumamos algún que otro retraso en las proyecciones, pequeños fallos técnicos, los despistes de prensa y espectadores en las colas (año a año, más largas, concurridas y caóticas) y los maquillajes de la Zombi Walk, el certamen acaba convertido en un parque temático del horror irresistible. Con tanta actividad, es difícil encontrar algún minuto para poder escribir sobre todo el cine visto en las cuatro salas de la ciudad: el Auditorio, la renovada Tramuntana y los clásicos Prado y Retiro. Por eso, estos días combinaremos la redacción de crónicas breves con la publicación de reseñas más largas. Cuando termine el festival ya tendremos tiempo para analizar como se merecen las obras de las distintas secciones sitgenses. Hasta en ese aspecto el festival es inabarcable: ¡35 películas figuran en la sección oficial! De todo lo visto, vivido y oído hoy viernes, os damos cuenta en la siguiente publicación.
The Girl in the Photographs, de Nick Simon. |
Tras recoger la acreditación, caminar el largo paseo marítimo de la ciudad y desayunar rápido y mal, la mañana ha empezado con The Girl in the Photographs, la última producción de Wes Craven. A pesar de su fría recepción en la sala (el público de Sitges es de todo menos discreto), la película es una interesante propuesta que mezcla slasher y crítica inteligente sobre el culto al cuerpo, la sociedad de la imagen y el (ab)uso de las nuevas tecnologías por parte de nuestros jóvenes. Toca muchos palos y no siempre redondea todas sus subtramas, pero la película está muy por encima del producto medio de terror teen norteamericano. A The Girl in the Photographs le falta ritmo en su segundo tramo, y aún así me parece una película inteligente, un detalle más que notable tratándose de un género que abarca tanta tontuna adolescente. Los fans de Craven han echado de menos más pringue, pero la esencia del director de Craven está en el film, aunque sea de forma subrepticia (guiños a otras películas, un personaje que rezuma cinismo y cinefilia, muertes según el manual del mejor psicópata, etc.). The Girl in the Photographs juega en otra liga (superior). Mucho me temo que me tocará defenderla en solitario durante los próximos días en la comunidad bloguera.
La bruja (The Witch), de Robert Eggers. Título inaugural. |
En Sitges cuesta adivinar qué criterios sigue Ángel Sala y su equipo a la hora de distribuir los films en las distintas secciones (la prioridad es sencilla: tener el mayor número de películas y sesiones posibles, sin más). Ese es uno de los handicaps del festival: da la sensación de que hay poco concierto en la parrilla de proyecciones, algo que también puede decirse de los films que han abierto y clausurado el certamen estos últimos años. Con todo, la elección de The Witch (La bruja) como título inaugural estaba más que justificado: había sido la sensación de Sundance y una de las obras más comentadas de la temporada. Pues bien: el film de Robert Eggers merece su buena fama. The Witch está protagonizada por una familia de la Nueva Inglaterra del año 1630 que se aísla de su colonia para entrar en comunión con su religión y con la naturaleza. En verdad ese viaje les llevará a traspasar las puertas de la locura: lo que sigue es una historia de brujeríos, aquelarres y experiencias sobrenaturales. A ratos es áspera, por momentos parece una historia ya vista, y al final su potencia visual y la singularidad de su concepción visual la distingue como uno de los títulos más perturbadores de los últimos años. El clímax de la escena final todavía estremece al recordarlo. Causará pavor y despertará sonoros aplausos cuando llegue a las salas comerciales.
Cartel de Absolutamente todo, de Terry Jones. |
Igual éxito le auguramos a Absolutamente todo, una película que tiene todos los ingredientes para entusiasmar a los fans de las comedias más alocadas: un Simon Pegg en estado de gracia, un guión bastante ágil (se repite un poco en su segunda mitad) y dobladores de primerísimo nivel (de los Monty Python hasta Robin Williams). La cinta tiene un pie en la comedia Disney y otro en la gamberrada británica, y en todos sus palos y gags funciona como entretenimiento blanco la mar de efectivo. La película pone sobre la mesa una idea con la que todos hemos soñado en algún momento: ¿qué ocurriría si tuviéramos el poder de hacer, de tener y de ser todo lo que queramos? El film lo tiene claro: no serviría de nada, porque el humano es torpe por naturaleza. O mejor: sirve para reírnos durante una hora y media casi terapéutica. Si saben venderla y promocionarla, no cabe duda que cuenta con el potencial suficiente para ser un título de culto de gran rendimiento en taquilla.
Anna Kendrick y Sam Rockwell protagonizan Mr. Right, de Paco Cabezas. |
Paco Cabezas en persona nos ha presentado Mr. Right, la nueva demostración de que el cineasta sevillano se mueve en el terreno del cine popular, con ramalazos propios de la serie B y una cultura del gag muy moderna. Podría parecer una película indie más, pero Cabezas consigue lo que el Hollywood más derrochador no ha logrado con títulos como Sr. y Sra. Smith, Killers o Día y noche: unir la comedia romántica con el thriller tarantiniano (movimientos a cámara lenta, yakuzas, peleas estilizadas y sinsentidos sangrientos). Vaya, que este Mr. Right tiene muchísimo mérito. Su objetivo es entretener durante todo su metraje, y lo consigue con creces. A su favor cuenta con la complicidad y la fisicidad de dos actores que han dado rienda suelta a su vertiente payasa: Sam Rockwell y Anna Kendrick. Una obra desinhibida, ecléctica y con nulo sentido del ridículo: cumple sobradamente las normas no escritas que se le exigen a una película para salir por la puerta grande del festival.
What We Become, de Bo Mikkelsen. Sección oficial a concurso. |
Nuestro día ha acabado con What We Become, la nueva adhesión nórdica al fantástico más hiperbólico. Sin llegar a tener la personalidad y la popularidad de la nueva ola de horror francés, hay que reconocer que daneses, suecos y demás vecinos escandinavos están dando forma a un cine de terror muy heterogéneo, con películas tan importantes como Déjame entrar y productos televisivos tan atractivos como Jordskott (título, por cierto, que se echa de menos entre las proyecciones seriéfilas de Sitges). What We Become cuenta la transformación de un barrio acomodado cuando se extiende una fiebre que convierte a los humanos en zombis. La película disimula su reducido presupuesto con una apuesta realista y una estilizada recta final de carreras, mordidas e infecciones a gran escala. Por desgracia, todo suena a ya visto. No causa terror, a pesar de ser un producto más que decente.
Y nos despedimos hasta dentro de pocas horas. Sitges abre el puente de octubre con nombres como The Gift, una de las sorpresas de la cartelera veraniega en Estados Unidos, y Knock Knock, la nueva propuesta de Eli Roth (dos años atrás, The Green Inferno causó estragos en su sesión en el Auditori). Ahora, a descansar: queda mucha sangre, sudor y lágrimas por delante (en la pantalla, claro está). Ojalá el notable nivel de este primer día se repita en las próximas jornadas: ¿estaremos ante un gran año para el cine fantástico? Os lo contaremos en el blog. ¡Os esperamos!
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